DEFENESTRACIONES

La ciudad de Praga ha sido una tierra propicia para las defenestraciones. La primera tuvo lugar en 1419 cuando una turba de fanáticos religiosos dio muerte a siete miembros del cabildo municipal. La segunda defenestración sucedió en 1618 cuando un centenar de nobles no católicos manifestaron su oposición a las decisiones de Fernando III y arrojaron por la ventana del Castillo de Praga a los representantes del monarca. A pesar de caer desde unos dieciséis metros de altura los defenestrados sobrevivieron a la caída y lograron huir. El arrojarles por la ventana conllevaba algo de piedad pues buscaba no manchar de sangre el respetable recinto del gobierno local.

Ese acto de defenestrar, que significa literalmente arrojar por la ventana, culminó en la prolongada Guerra de los Treinta Años. Un conflicto que devastó a Europa y en el que países como Alemania perdieron una cuarta parte de la población a causa de calamidades como las hambrunas, la violencia y la peste.

Una más cercana defenestración la está promoviendo en Colombia el coronel en retiro John Marulanda. Este abiertamente incita en la plaza pública y en los medios a sectores en retiro y activos de las Fuerzas Armadas a deponer al presidente democráticamente elegido, Gustavo Petro. Para ser consecuentes con el origen del término, quizás el coronel Marulanda considera que habría que arrojarle desde uno de los balcones que tanto gustan al primer mandatario para pronunciarse sobre la marcha de las reformas y diversos asuntos de la vida de la nación,

La razón que alude el oficial en retiro es la del pasado guerrillero del presidente. Un pasado conocido por todos los ciudadanos. “Aquí vamos a tratar de hacer lo mejor por defenestrar a un tipo que fue guerrillero”, declara el oficial como si hiciese una inusitada revelación. En su condición de coronel retirado debería saber que la llamada guerra de guerrillas es una estrategia militar practicada en distintos marcos geográficos y temporales. La ejercieron los españoles durante la ocupación de las fuerzas napoleónicas y a lo largo de nuestro ´proceso de independencia fue extensamente empleada. Quienes se han acogido a los distintos procesos de paz, abandonaron las armas y han aceptado las reglas de juego democráticas. Han perdido o ganado el poder obedeciéndolas. No se les invitó a firmar la paz para enrostrarles incesantemente su pasado rebelde ni para defenestrarles por ello.

En la marcha de los reservistas militares en la Plaza de Bolívar se dio un acto cuya violencia simbólica es alarmante: el retiro de las banderas de la Guardia Indígena de la estatua de Bolívar. ¿Qué pretendían borrar o transmitir con ello?  Es clave saberlo porque hay comportamientos que permiten distinguir el devastador paso de una horda de la marcha de un disciplinado ejército. Algunos sectores extremistas de la derecha en Colombia parecen vivir bajo una creciente intoxicación ideológica que convoca constantemente a la violencia, al racismo, al clasismo y al odio. La declaración del coronel Marulanda pone en evidencia que se está transitando del simple activismo político radical a la abierta incitación al delito.

Weildler Guerra Curvelo

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