DIOS ESTÁ CONTIGO EN CADA TEMPORADA

“Ahab le contó a Jezabel todo lo que Elías había hecho y cómo había matado a todos los profetas de Baal. Entonces Jezabel mandó a un mensajero a decirle a Elías: «Te voy a matar como tú hiciste con los profetas de Baal. Si mañana a esta hora no estás muerto, que los dioses me maten a mí». Cuando Elías supo esto, se asustó tanto que huyó a Beerseba, en el territorio de Judá. Dejó a su ayudante en Jezreel y anduvo por un día en el desierto. Después se sentó debajo de un arbusto, y estaba tan triste que se quería morir. Le decía a Dios: «¡Dios, ya no aguanto más! Quítame la vida, pues no soy mejor que mis antepasados».” 1 Reyes 19:1-4 TLA

Sin duda alguna Elías estaba atravesando un momento difícil, se sentía cansado, afligido, temeroso, como todos alguna vez nos hemos sentido. Aun habiendo tenido días victoriosos, llenos de la manifestación poderosa de Dios, viendo su majestuosidad en acción y su respaldo, en su humanidad Elías se sintió perdido, solo, frustrado e incapaz de seguir adelante.

Su solución fue huir del problema, pero eso no lo hizo sentir mejor, estaba triste, le pesaba la impotencia, la confusión, realmente estaba tan deprimido que deseó morir. Nada tenía sentido para él, ya no podía más, estaba a punto de darse por vencido. En el estado en el que se encontraba, nadie podría imaginar que este mismo hombre, hacía unos pocos días había logrado una descomunal victoria sobre 850 sacerdotes paganos.

Así cómo Elías todos en algún momento de la vida hemos querido huir de todo y de todos, hemos experimentado momentos de profunda tristeza, en los que no sabemos dónde ir, con quien hablar, momentos en los que nada parece tener el poder de aliviar nuestra tristeza, dolor o confusión, instantes en los que todo lo que hacemos pierde sentido. Momentos en los que solo está Dios.

Esta historia es solo un reflejo de lo que hombres y mujeres de fe atravesamos, momentos de crisis, en los que ponemos en duda muchas cosas, incluso sentimos que hemos perdido el tiempo y en consecuencia vemos el panorama oscuro. Esto mismo sucedió con Job, con José, con Daniel, incluso con Jesús; porque las crisis también hacen parte de la vida, hacen parte de lo que debemos superar, son inevitables.

Continúa diciendo este relato bíblico “Después se acostó debajo del arbusto y se quedó dormido. Al rato un ángel lo tocó y le dijo: «Levántate y come». Elías miró y encontró cerca de su cabeza un pan recién horneado, y una jarra de agua. Así que comió, bebió y se acostó de nuevo. El ángel de Dios fue por segunda vez, tocó a Elías y le dijo: «Levántate y come, pues el viaje será largo y pesado». 1 Reyes 19:5-7

Nótese bien lo que hizo el ángel con Elías, no lo increpó, ni le recriminó por sentirse mal, y esto es porque Dios no juzga nuestra debilidad, sino que nos acompaña, fortalece y alimenta nuestra alma en tiempos difíciles.

En esta vida, todos estamos somos propensos a atravesar momentos de profunda tristeza, desolación y soledad, sin embargo, actualmente existen muchas personas predispuestas a la depresión y a la ansiedad, gente luchando por sus vidas, que diariamente viven una batalla sin tregua en su mente, que algunos lastimosamente pierden y terminan quitándose la vida. El mundo está atravesando una epidemia de salud mental, silenciosa. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que al menos 322 millones de personas en el mundo padecen de depresión, un 18 % más que hace una década. Y uno de los factores desencadenantes es: enfrentar acontecimientos vitales dramáticos.

Si nos fijamos bien, en este punto de la vida de Elías todo comenzó con una manipulación psicológica ejercida por parte de Jezabel, quien perfectamente pudo haber enviado varios soldados a matar al profeta. En vez de eso, mandó un mensajero a amenazarlo: «Mañana a esta hora te vamos a matar» y la sola idea de sentirse en peligro comenzó a obrar en la mente de Elías, debilitando su fe. Ciertamente, nos parecemos tanto a Elías. Cuántas veces, después de sentirnos eufóricos, se presenta la nube gris de la depresión. Elías estaba frente a un evento traumático, y el hecho de creer en Dios no evitó que se sintiera como lo hizo; lo que si sucedió es que Dios intervino, no lo dejó solo, estuvo allí para él y lo acompañó en el proceso.

Creo que esta historia nos viene bien el día de hoy, para recordarnos algunas cosas que es preciso no olvidar cuando enfrentemos situaciones traumáticas, que pudieran llevarnos a la tristeza extrema.

En primer lugar, Dios envío su ángel a acompañar a Elías. Debemos tener claro que: solo Dios está disponible para nosotros las 24 horas 7 días a la semana, no hay nadie más que se pueda llegar a interesar de esa forma por nosotros, y es así porque cada quien tiene sus propios desafíos, todos estamos ocupados en nuestras luchas. Adicionalmente, nadie por más que quiera podrá entender cómo nos sentimos, solo Dios puede hacerlo.  Nosotros en lugar del ángel le hubiéramos dado a Elías una larga charla de consejos sobre la importancia de no deprimirse. Pero el ángel no lo regañó, sino que lo despertó y le ordenó alimentarse, para que recobrara sus fuerzas.

Salmo 46:1 Dios es nuestro refugio y fortaleza. Él siempre está dispuesto a ayudarnos en los momentos difíciles.

A su vez, es importante comprender que: en los momentos de angustia debemos alimentarnos para recobrar fuerzas. El ángel del Señor alimentó en dos ocasiones al profeta, porque sabía que debía continuar su camino, ese momento de su vida no era el final. El viaje no había terminado, no sería fácil el resto del trayecto por eso el alimento que recibió le dio fuerzas para caminar durante cuarenta días y cuarenta noches.

Y esto me lleva a preguntarme ¿De qué nos estamos alimentando hoy? De nuestros miedos, de lo que otros dicen, de lo que dicen las noticias o de la palabra de Dios. Jesús le recordó a satanás algo que nosotros debemos tener presente a diario: “Él respondió y dijo: Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” Mateo 4:4

Es de la palabra de Dios que debemos alimentarnos, es su palabra la que debemos repetirnos cada vez que nos llegue un pensamiento depresivo, porque solo en su palabra encontraremos sustento, motivos para continuar, para volver a ver las cosas de la manera que Dios las ve y arriesgarnos a creer aun cuando no veamos nada.

Por otra parte, es preciso recordar ¿qué hacemos aquí? Que hacemos en ese lugar donde Dios nos ha colocado. ¿Cuál es nuestro propósito? Elías estaba hastiado de todo lo que hacía, no había en ese momento nada que lo alentara, sin embargo, hizo caso al ángel y caminó hacia el lugar donde encontraría la respuesta a su situación. “Entonces Elías se levantó, comió y bebió. Esa comida le dio fuerzas para viajar durante cuarenta días y cuarenta noches, hasta que llegó al monte Horeb, que es el monte de Dios. Allí encontró una cueva y se quedó a pasar la noche. Pero Dios le habló de nuevo y le preguntó: —¿Qué estás haciendo acá, Elías?” 1 Reyes 19:8-9

Este pasaje muestra algo bien interesante y es que dice que Dios le habló de nuevo, esto hace pensar que probablemente había pasado tiempo desde la última vez que Elías había escuchado a Dios. Por qué precisamente nuestras crisis tienden a impedir que escuchemos a Dios, capítulos antes se ve como Elías ora a Dios y Dios responde en cada oportunidad, pero no se muestra que Elías haya escuchado a Dios o que Él le haya hablado. A veces las crisis son el mejor escenario para volver a escuchar a Dios, reencontrarnos con él y conocer realmente quien es El.

A la pregunta que Dios le hace a Elías este responde: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida.  Él le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto.  Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado.  Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías? 1 Reyes 19:10-13

Después de todos sus argumentos, Dios le vuelve a preguntar a Elías ¿Qué haces aquí? ¿Por qué? Porque la mayoría de veces nos llenamos de argumentos, levantamos estructuras mentales que nos hacen desviar del propósito real por el cual existimos y eso nos lleva a atravesar crisis existenciales. Y Dios está interesado en nuestras crisis, está interesado en que encontremos las respuestas que necesitamos para seguir caminando de su mano, Él sabía que su siervo necesitaba encontrarse con él cara a cara, sabía que no había nada que pudiera sacarlo del estado en el que estaba solo Dios.

Y le dijo Jehová: Ve, vuélvete por tu camino, por el desierto de Damasco; y llegarás, y ungirás a Hazael por rey de Siria.  A Jehú hijo de Nimsi ungirás por rey sobre Israel; y a Eliseo hijo de Safat, de Abel-mehola, ungirás para que sea profeta en tu lugar. Y el que escapare de la espada de Hazael, Jehú lo matará; y el que escapare de la espada de Jehú, Eliseo lo matará. Y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron. 1 Reyes 19:15-18

Finalmente, Dios se dejó ver, se dejó escuchar y se dejó sentir por Elías, y en un viento delicado le hizo saber ¡Tranquilo todo está bien, yo estoy aquí! Producto de este encuentro, Elías recibió instrucciones de lo que debía hacer, con quien debía hablar y a donde debía ir. Dios usa nuestro mayor momento de inflexión para reorganizar nuestra vida y darle un nuevo sentido. Probablemente, Elías ya no le hallaba sentido a seguir siendo profeta, a seguir peleando a Jezabel, y Dios permitió todo para darle un nuevo rumbo.

En conclusión, no podemos simplemente creer que vamos a tener solo buenos tiempos, es importante saber qué hacer y a quien ir cuando todo no parece ir tan bien.  Entender que en toda temporada, Dios está con nosotros, nos ayuda, nos consuela, nos acompaña, nos anima y nos hace superar cualquier crisis, como lo dice en Isaías 43:2 Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubrirán sus aguas; cuando camines por el fuego, no te quemarás ni te abrasarán las llamas.

 

Vicky Pinedo 

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