La disonancia cognitiva es un término psicológico acuñado por Leon Festinger en 1957, que describe la incomodidad que sentimos cuando mantenemos dos o más creencias contradictorias al mismo tiempo. Esta incomodidad nos motiva a buscar consistencia, ya sea cambiando nuestras creencias o racionalizando la contradicción.
La Guajira, una región rica en cultura e historia, enfrenta una serie de desafíos que ponen a prueba la cohesión social y generan una disonancia cognitiva significativa entre sus habitantes. Esta disonancia surge cuando las realidades de la vida diaria chocan con las creencias y valores arraigados, creando una tensión interna que puede tener profundas implicaciones para la comunidad. En la península, la belleza natural y su diversidad cultural conviven en la misma ranchería con la pobreza, la falta de acceso a servicios básicos, la desnutrición infantil y la corrupción, obstaculizando los sueños aspiracionales de desarrollo y bienestar de sus habitantes.
En la tierra del contraste entre el desierto y la montaña, la disonancia cognitiva se manifiesta en varias áreas:
-Cultura vs. Modernidad: La Guajira tiene una rica tradición cultural, especialmente entre las comunidades indígenas Wayúu. Sin embargo, la modernización y la influencia externa a menudo entran en conflicto con estas tradiciones, creando una brecha entre las generaciones y una tensión entre mantener las costumbres y adaptarse a nuevos estilos de vida.
– Riqueza Natural vs. Pobreza Extrema: Es una región rica en recursos naturales, como el carbón y el gas natural. A pesar de esta abundancia, muchas comunidades locales viven en condiciones de extrema pobreza. Esta contradicción genera un sentimiento de injusticia y frustración entre los habitantes, que ven cómo sus recursos benefician a otros mientras ellos permanecen en la miseria. La falta de infraestructura básica, como agua potable y servicios de salud, es un reflejo doloroso de esta disonancia.
– Políticas Públicas vs. Realidad Social: Las promesas de desarrollo y las políticas públicas a menudo no se materializan en mejoras tangibles para la población. La corrupción y la mala gestión de los recursos generan una desconfianza en las instituciones y una sensación de abandono entre los ciudadanos. Por ejemplo, los programas de alimentación escolar que no llegan a todos los niños, o las carreteras que nunca se terminan, son ejemplos de estas promesas incumplidas de forma cíclica cada cuatro años.
La disonancia cognitiva puede tener varios efectos en la población de La Guajira:
– Salud Mental: La constante tensión entre las expectativas y la realidad puede llevar a problemas de salud mental, como el estrés y la ansiedad, las cuales han dejado de ser molestias de los acomodados para convertirse en compañeros de los desprotegidos sociales.
– Movilización Social: La frustración y el descontento pueden motivar a la población a organizarse y exigir cambios, aunque también pueden llevar a la apatía y la resignación. Las protestas y movimientos sociales en la región a menudo son una respuesta directa a esta disonancia expresada en bloqueos de las vías o en manifestaciones frente a las instituciones pública por el vago desarrollo de un trámite sencillo.
– Cambio Social: En algunos casos, la disonancia cognitiva puede ser un motor para el cambio social, impulsando a la comunidad a reevaluar sus creencias y buscar soluciones innovadoras a sus problemas. El surgimiento de líderes comunitarios que abogan por un cambio real y sostenible es un ejemplo de este fenómeno.
Para abordar la disonancia cognitiva en La Guajira, es esencial implementar estrategias que promuevan la coherencia entre las creencias y la realidad, algunas de ellas pueden ser:
– Fortalecer la Identidad Cultural: Promover la educación y el respeto por las tradiciones culturales de la región. Apoyar iniciativas que integren la modernización con el respeto a las costumbres ancestrales de los wayúu puede ayudar a reducir la brecha generacional. Un claro propósito podría ser la construcción en alianza público-privada del Parque de la Cultura Wayúu.
– Gestión Eficiente de Recursos: Asegurarse de que los beneficios de los recursos naturales lleguen a las comunidades locales. Para lograrlo, debe implementarse un nuevo novelo ge gestión-acción que facilite la ejecución eficaz de los programas de desarrollo sostenible que prioricen la mejora de la calidad de vida de los habitantes de La Guajira.
– Transparencia y Rendición de Cuentas: Mejorar la transparencia en la gestión de los recursos públicos y asegurar la rendición de cuentas por parte de los funcionarios. La gobernanza y los acuerdos sociales pueden sumarse a la cruzada de rescate de la confianza en las instituciones y garantizar que las políticas públicas se traduzcan en beneficios concretos para la población y no en burbujas del “jabón de la ilusión” lanzadas al aire. Cada día más el ciudadano exige menos reuniones y más acciones, menos publicaciones y videos en redes sociales y más obras y realizaciones concretas.
– Acceso a Servicios Básicos: Invertir en infraestructura básica, como agua potable, educación y salud, para mejorar las condiciones de vida y reducir la sensación de abandono. Programas específicos de salud mental pueden ayudar a la población a manejar el estrés y la ansiedad derivados de la disonancia cognitiva y entrar por fin en el siglo xxi con la tranquilidad y el sosiego de confiar en todos y en nosotros mismos.
– Fomentar la Participación Ciudadana: Crear espacios para la participación activa de la comunidad en la toma de decisiones. Involucrar a los habitantes en el diseño e implementación de políticas públicas puede asegurar que sus necesidades y aspiraciones sean atendidas con el abordaje diferencial demandado y no solamente con las recetas estandarizadas diseñadas en Planeación Nacional.
Para abordar la disonancia cognitiva en La Guajira, no es necesario someterse a terapias de choque por parte de un psiquiatra connotado, es esencial reconocer las contradicciones y trabajar hacia soluciones que reconcilien las diferencias entre las creencias y la realidad. Esto puede implicar un enfoque más inclusivo en las políticas públicas, un mayor respeto y valorización de las tradiciones culturales, y una gestión más justa y eficiente de los recursos naturales. Solo así se podrá avanzar hacia un futuro en el que las aspiraciones de los guajiros se alineen con su realidad cotidiana.
Arcesio Romero Pérez
Escritor afrocaribeño
Miembro de la organización de base NARP ASOMALAWI
Excelente documento, nos restriega la realidad en nuestra propia cara y nos aterrizar a analizar desde nuestra nebulosa el desarrollo sostenible en nuestro territorio ancestral.
Los Afrodescendiente también vivimos está situación.
Interesante artículo. En efecto la disonancia cognitiva en el contexto que plantea el autor nos impide ver la realidad que atraviesan nuestros pueblos específicamente la Guajira , un territorio lleno de riquezas culturales, pero que se ven opacadas por ej con el no cuidado de ellas y/ o mal empleo de recursos públicos, obligando al ciudadano del común a ir en contra de lo que nuestros ojos ven y tomando posiciones que más allá de buscar soluciones ,aplazan cada dia más el porvenir deseado. De lo que si estoy completamente convencida es que se debe ser de una sola pieza o es blanco o es rojo y no una mezcla , para que todo llegue a feliz termino debe dejarse aún lado esa distorsión de pensamientos y pararse en la brecha , siendo leales a nuestro pensar y actuar. Gracias Dr Arcese por este tipo de artículos que invitan a la reflexión. Bendiciones
Excelente escrito bien fundamentado en nuestra realidad.
Los Afrodescendientes también vivimos nuestros propios calvarios.
Bendiciones Checho, tu, retomas un tema ya trajinado por ti en otros planteamientos y por otros cuando han tenido la oportunidad. Al revisar la historia y el historial de esas tierras Guajiras y sus raizales, se atreve uno a comentar que estan acostumbrados al costumbrismo, pero al costumbrismo rutinario de las vivencias diarias; mas no al cultivo del costumbrismo que les desarrolle, tomando el mismo como la base de su progreso, el trasfondo pudiera estar en una cultura que viene de ancestros y se trasmite o mas bien se mal trasmite, porque no se le da el «valor» subjetivo, de tal forma que desarrolle la «real» conciencia individual y colectiva para evitar los choques generacionales que solo obedecen a unas tradiciones en muchas ocasiones no solo mal interpretadas si no vilipendiadas y desinformadas por la des-oportunidades de la educación integral que permita o de la oportunidad de la conciencia de aceptación de lo suyo, en materia de costumbrismo, como lo verdaderamente valioso para el desarrollo de las mismas comunidades; cabe anotar que esto no ocurre solo con la cultura wayúu, ocurre en todos los ancestrales de Colombia. Pareciera que la cultura tradicional produjera «asco», pero todo es resultado de la desinformación cultural y de las enseñanzas contemporáneas y modernistas deslindadas de la cultura ancestral que se desarrolla en la vivencias contemporáneas y actuales de los raizales en cada región.
Desafortunadamente el manejo de la cosa pública, con «buenas políticas», ha dido infestado por la cosa «politiquera», desvirtuando su escencia y razón de ser, acolitado todo ello por raizales y des-raizales que les importa un carajo, por no decir otra vaina, las vivencias calamitosa de los raizales en sus regiones.
Se me ocurre en mis locuras, decir, que está demostrado que somos incapaces de manejar honestamente los recursos de regalías, porque, siempre, por algún lado le sale otra pata al cojo. Creo o considero, yo, el estado o las regiones deben tener sus proyectos y quereres y en los contratos de explotación debe quedar inserto que sean esos contratistas quienes desarrollen todas las obras de infraestructura de bienestar social y satisfacción de necesidades basicas de las propias comunidades donde se efectúan explotaciones de cualquier orden; pero aquí es donde la puerca tuerce el rabo y el burro empieza a tenerse en baja’, porque los que viven del manejo politiquero no se van a dejar quitar esa teta; si no, el poder para que decia el maestro Dario Echandia, en su discurso de aquel momento de conmoción en el país y …… La recocha no es de nuestros tiempos viene desde hace lustros y muy posiblemente desde antes de los ingresos por la indemnización de Panamá . Cuántos de estos recursos fueron realmente para el beneficio de los comunidades ???. ….. Escarbar para atrás da hasta miedo, no sea que nuestros ancestros terminen involucrados en manejos dudoso. Bendiciones, sincero abrazo
Bien tema, está problemática es general, necesitamos buenos políticos, que hagan su trabajo para el bien de la comunidad, que salga un dirigente de la misma ranchería y no que lleguen políticos habivatos que no son de la región prometiendo y a penas que salen electos se pierden y se olvidan de todo.