Alguna vez en una tertulia de amigos, donde casi todos los contertulios lucían canas en la testa, hice una confesión que en mis tiempos de juventud habría sido imposible admitir. Les dije que había dos profesiones que me resultaban muy atractivas: Barman y Guía Turístico. Tal vez porque ambas contienen el ingrediente de la hospitalidad que por herencia paterna disfruto ejercer. Sin embargo, al momento de escoger mi profesión me enfrente a un camino donde había una Y que señalaba el derrotero de mi vida. Por un lado, estaba el camino que me conduciría a convertirme en Abogado, pues la disquisición de Principios Fundamentales y el empleo de la fuerza persuasiva de la argumentación ejercían en mi un deleite y un interés muy alto. Pero finalmente me decidí por una profesión donde podía ejercer la pasión de mi espíritu creativo a través de la construcción, actividad que hoy ejerzo en el campo como hacedor y en las aulas como instructor.
Para el ano de 1987 ya me encontraba en esas lides en El Cerrejón, donde mi empresa ACCIONES URBANAS ejercía como prestadora de servicios de Mantenimiento de Instalaciones en toda el área del Proyecto Carbonífero. Y en aquel momento el Reinado Nacional de la Belleza hacia volcar los ojos de Colombia hacia Cartagena de Indias, donde la avalancha de visitantes era impresionante y los residentes de la Ciudad Heroica buscaban un respiro en otras latitudes.
Esta circunstancia hizo que recibiera una llamada de mis amigos Ernesto Gutiérrez y Carlos Guete, quienes residían en Cartagena y querían aprovechar las festividades de noviembre de ese año para visitar La Guajira en compañía de sus esposas. Ernesto me dijo: Compadre, este ano resolvimos dejarles la ciudad a los cachacos y nos vamos para La Guajira.
El anuncio de Ernesto me puso a inventar una ruta, cuyo objetivo era mostrarles la mayor cantidad de Guajira en el menor tiempo posible. De manera que organice la logística requerida con el apoyo de los vehículos de nuestra empresa en El Cerrejón (Dos Camionetas Toyota 4×4), hielera, radioteléfonos y otros perendengues. Como solo disponíamos de dos días para el periplo, resolví diseñar una Ruta Longitudinal (San Juan del Cesar-Cabo de la Vela, excluyendo Riohacha, por razones de tiempo) y así cubrir los casi 21 Mil Km2 que tiene La Guajira. (Extensión similar a Israel o El Salvador).
El otro elemento importante para atender a mis amigos, además de la logística, era la información cosechada en los años recientes acerca de La Guajira. El 25 de mayo de 1983 Teo Manjarrés, Hernán Mendoza y el suscrito creamos la empresa ACCIONES URBANAS aprovechando la reciente experiencia laboral cosechada en el PIDUV (Plan Integral de Desarrollo Urbano de Valledupar) y apoyados además en el Diploma de Planificador Urbano de la Universidad de Roma que acreditaba Hernán. En 1984 fuimos donde el Gobernador de La Guajira, Dr. Rodrigo Dangond, quien nos dio todo su apoyo y de esa manera nos convertimos en la cuota local de la empresa ganadora (Universidad Nacional) y participamos en el “Estudio para Inversión de las Regalías Carboníferas en los Municipios de La Guajira” que había convocado Planeación Nacional y el Gobierno Departamental. Este trabajo, sumado a otro de Investigaciones de Seguridad con la empresa “Secolda”, me permitió durante más de un ano recorrer prácticamente todas las carreteras y caminos de La Guajira y de esa manera instalar en la memoria apreciable información sobre esta tierra tan singular.
El día UNO arrancamos muy temprano desde San Juan del Cesar, y con las primeras luces del día comencé por explicarle a mis visitantes las generalidades geográficas de La Guajira. La Baja Guajira, la Media Guajira y la Alta Guajira. Aquí tenemos todos los pisos térmicos, desde la nieve perpetua hasta el candente desierto. Los pueblos del Sur tienen una marcada vocación agrícola y ganadera. Y aunque llueve menos de lo deseado, tenemos una pluviometría mayor que en la Zona Norte. A medida que vayamos avanzando, observaran también el cambio de la flora predominante. El Municipio de San Juan del Cesar tiene alrededor de 1,415 km2 (es el doble del tamaño de Singapur) y va desde la Sierra Nevada de Santa Marta hasta la Serranía de Perijá. La cabecera municipal se localiza entre estas montañas y ocupa el norte del valle del Rio Cesar, que nace en La Nevada, pasa por San Juan y con el surcar de su recorrido le da el nombre al Departamento del Cesar, que fue creado el 21 de diciembre de 1967. San Juan del Cesar es Entidad Territorial limítrofe con Venezuela. Y si trazamos una línea recta imaginaria hacia el Este, estamos en la misma altura de Maracaibo, la portentosa capital del Estado Zulia (antes de que el Chavismo acabara con ella). Cuando cruzamos el arroyo “El Guanábano”, que es el límite municipal entre San Juan y Fonseca, les réferi una anécdota de Manuel Nicolás Ariza. En el reinado Departamental de hace muchos años, una candidata se declaró fonsequera y también sanjuanera. Mejor dicho, yo tengo un pie en Fonseca y otro pie en San Juan, dijo la Hermosa candidata. Y don Manuel Nicolás le dijo:
- Amalaya para estar debajo del Puente del Guanábano.
Pasamos luego por el Batallón Rondón de Buenavista, donde está asentado uno de los más importantes destacamentos militares del Norte de Colombia. Es un territorio muy fértil, pues corresponde al valle del Rio Ranchería, que también nace en la Sierra Nevada y termina su serpenteante ruta fluvial en Riohacha, la capital Guajira, después de irrigar territorio de Distracción, Fonseca y Barrancas. Pasamos luego por Fonseca, el municipio con mayor actividad comercial en el Sur de La Guajira. Esta dinámica económica de Fonseca está directamente relacionada con el liderazgo agrícola que le sobreviene como consecuencia de la fertilidad de sus tierras. En este municipio tienen sede muchas entidades institucionales como el SENA, Corpoguajira y la Cámara de Comercio, así como también las más importantes procesadoras de la agroindustria arrocera. Mientras pasábamos por los frondosos higuitos que flanquean su Avenida Principal, les comente que muchos Guajiros examinadores de la idiosincrasia regional opinan que la sombra de estos árboles es tan acogedora y tan mitigadora del calor, que también ha servido para disminuir la velocidad del trabajo de los fonsequeros, pues para ganarse el mismo dinero con su trabajo agropecuario, el fonsequero solo tiene que trabajar un 60 o 70% de lo que trabaja un sanjuanero, considerando que este último se enfrenta a un entorno ambiental de mayor hostilidad. Y que también esta última circunstancia los hace un poco distintos en su actitud con el gasto, habida cuenta que por esta dificultad que el entorno le plantea al sanjuanero, lo ha vuelto un maestro en el arte del manejo de la escasez. Muchos científicos sociales opinan que allí está la génesis de la ancestral cujidera del sanjuanero.
Nuestro recorrido mañanero nos conducía por el corto trayecto que separa el Municipio de Fonseca del Municipio de Barrancas. Justo antes de la curva de la carretera que nos lleva al Puente sobre el Rio Ranchería encontramos un ramal que conduce al corregimiento de Carretalito, uno de los tantos poblados que el Maestro Leandro Díaz menciona en su canción titulada “Donde”. Esta canción es tal vez la más destacada de lo que se conoce como el vallenato de correduría, pues Leandro Díaz hace allí una examinación geográfica de todos los centros poblados del Municipio de Barrancas en un intento nostálgico y poético de encontrar para su alma el amor esquivo que tanto ha perseguido en su vida. Carretalito es la cuna de Obardo Pinto, le cuento a mis visitantes. Obardo Pinto fue un personaje cívico de los más arraigados que ha tenido La Guajira. Tenía un espíritu de servicio inigualable y un amor inconmensurable por su terruño. Fue el gestor de los servicios públicos domiciliarios de su pueblo. Tuvo el liderazgo suficiente para organizar a su comunidad y así proveer la mano de obra requerida y pidiéndole a los políticos solamente los materiales para ello. Cuanta falta hacen personajes como él. Con ejemplar patriotismo nos decía: “Carretalito es el mejor barrio de Barrancas y también es el mejor barrio de Fonseca”, en una clara alusión que apuntaba a destacar la importancia de su localización, la cual mostraba a su pueblo equidistante de ambas cabeceras municipales.
(Continuara…)
Orlando Cuello Gámez