El Cerrejón inició sus operaciones en la década de los 80 logrando su primer millón de toneladas exportadas en el año 1985. Desde que entró en operación se convirtió para La Guajira -aunque muchos críticos afirmen lo contrario- en el mayor eslabón de nuestra economía que, desde los 50 hasta parte de los 80 dependía del comercio -siendo Maicao la columna vertebral- y de la agricultura y ganadería, renglones estos que contribuían con el 75% del PIB departamental.
La minería es nuestro eslabón porque gracias a la explotación minera, la economía se reactivó de manera escalonada y surgieron las oportunidades para que despegaran incipientes empresas guajiras que competían mano a mano con las nacionales. La mano de obra calificada y no calificada emergió también como una necesidad sentida en el galopante desempleo que ha agobiado a la península y como contrapunteo a la economía informal que siempre ha estado en la cresta de la pirámide de la economía departamental.
Que la minería genera daños al ecosistema, es una verdad de apuño que no necesita discusión. Pero sin convertirme en defensor de oficio, debemos también aceptar que Cerrejón ha venido haciendo ingentes esfuerzos para cumplir con la protección del medio ambiente.
Debo decir, además, que es una realidad que los operadores que prestan sus servicios en las diferentes áreas, conocidos cariñosamente como “los cerrejoneros”, con sus sueldos, dinamizan la economía en los diferentes municipios de La Guajira. Y sin duda, de los beneficios más importantes por destacar, es señalar como los operadores de esta empresa han aprovechado sus labores para catapultar a sus familias dejándoles la mejor herencia: hijos preparados que podrán convertirse en destacados profesionales en diferentes disciplinas.
Para esta columna tomé como punto de referencia al municipio de Villanueva. Donde se ha disparado su clase profesional y es gracias en casi un 100% a los operadores que prestan sus servicios profesionales en el Cerrejón, sin olvidar a los hijos de los docentes que también han emergido de manera brillante en su pueblo natal. No es injusto decir que antes de existir Cerrejón, solo podrían lograr el título de profesional, los hijos de los ricos que se dedicaban a la agricultura y ganadería.
En ese orden tenemos a Alonso Quintero quien cuenta con dos hijas profesionales, una médica y una abogada. Isaías Cuadrado, una odontóloga y un ingeniero de minas. Jorge Estrada un abogado y un odontólogo. Robinson Pérez, dos profesionales, un médico ya especializándose en Argentina. Jorge Juan Olívela, dos abogados. Lázaro Plata, un médico. Eduar Acosta, dos profesionales, una médica. Luis Murgas, una hija profesional. Efraín Torres Bernuy dos hijos profesionales. Augusto Amaya Daza, tres hijos profesionales, una odontóloga, un abogado y un ingeniero industrial. Erineo Araujo un médico. Belmides Contreras un abogado. Jesualdo Borrego dos hijos profesionales. José Cortes un médico y un ingeniero industrial. Rolando Olivella un ingeniero civil y una abogada. Ramiro Orcasitas un abogado. Jhonny Poveda dos profesionales una abogada y una ingeniera ambiental. Rober Ramirez dos ingenieras. “Chule” Acosta un médico. Faber Gil tres hijos profesionales. Héctor Ibarra dos hijos profesionales. Silvio Núñez dos hijos profesionales. Mario Contreras un hijo profesional. “El cacha” Mazenet, dos hijos profesionales. Mario Cuadrado, dos hijos profesionales. Jaime Vega, dos hijos profesionales. Juan Contreras, dos hijos profesionales. Luis Saurith dos, hijos profesionales. José Antonio Ustariz, tres hijos profesionales, una economista, una abogada y un contador público. Y la lista sigue.
En hora buena por Cerrejón que ha disparado el número de profesionales de manera ascendente en toda La Guajira.
Últimamente todas las falencias que tiene La Guajira se las quieren achacar a Cerrejón. La línea férrea ha sido el objetivo para parar las operaciones mineras en varias ocasiones, la mayoría de las veces por problemas ajenos al Cerrejón y más bien por situaciones del orden municipal o del mismo abandono del gobierno nacional.
El abandono del Estado con poblaciones aledañas al puerto quienes han salido siempre a taponear la entrada a las instalaciones, cuando el culpable por este abandono es el mismo Estado. Si la pobreza por donde pasa el tren es más que visible, pero es el Estado que nos ha tenido en un olvido ancestral y ello no amerita discusión. La pobreza de La Guajira es de las más altas del país, está en el 62% en especial la extrema. La responsabilidad social del Cerrejón ha estado bien enfocada en sus zonas de influencias y ha respondido bien a estas comunidades.
Lo fundamental es que Cerrejón es la espina dorsal de la economía departamental y ha contribuido y sigue en esa línea al desarrollo de La Guajira, así algunos críticos opinen lo contrario.
Los hechos son más relevantes que los sofismas de distracción. Quien quiera comprobarlo que coja un metro y mida.
Hernán Baquero Bracho