EL DOBLE MILAGRO

La entrevista realizada al General Pedro Sánchez Suárez comandante conjunto de operaciones de las fuerzas especiales, quien lideró la búsqueda y rescate de los cuatro niños indígenas extraviados en los límites de las selvas del Guaviare y del Caquetá, nos reveló a un militar absolutamente sensibilizado, humanizado, con valores y principios que podrían estar insinuando una versión renovada del pensamiento o filosofía dominante en las actuales fuerzas militares de Colombia. La circunstancia extraordinaria de la misión Esperanza, luego de la impensada alianza conjunta entre el ejército y unas enjundiosas huestes nativas, dio lugar a un amalgamiento perfecto de la tecnología militar con la sabiduría aborigen, y que bienaventuradamente clausuró con el doble milagro del rescate sanos y salvos de los niños indígenas desaparecidos durante cuarenta días, luego del lamentable accidente de la avioneta, que desafortunadamente había producido la muerte de los tres adultos.

Puede estarse trazando un hito. La culminación de la misión Esperanza y todos los acontecimientos heroicos y sublimes de que ha estado revestida, es una excelente ocasión para dar un viraje extraordinario que bien podría sugerir la cohesión alrededor de temas fundamentales, y genere expectativas de unidad en esta sociedad tremendamente dividida, polarizada. Dios quiera que señale un derrotero para un futuro menos trágico y violento de Colombia. Obviamente es una tarea arduo compleja.

Absolutamente conmovedora, sensibilizadora y aleccionadora la forma y el estilo como el General habla y describe las peripecias de una novela que mantuvo en vilo y rezando a este pais durante 40 largos días. En esa entrevista nuestro admirado general, con un lenguaje pleno de emotividad, y con absoluto y justificado orgullo describe de manera sencilla semejante aventura, reconociendo a cada cual su rol en la consecución de ese prodigio. El General envía un mensaje formidable, contundente a este pais. Casual y oportunamente remitió un recado demoledor a esta nación martirizada. Apeló a su propia historia de vida, ejemplar y humanizada. Admirables los sentimientos, las sensaciones que irradió.

Frases conmovedoras, admirables e inusuales en un alto mando militar, “Hagamos una operación esperanza por el pais,” o “Solamente respirábamos esperanza, una esperanza convertida en milagro. O esta otra: “la clave fue tener fe, porque de ahí se desprende estrategia, articulación, empeño absoluto en la tarea en esa espesa selva donde tejieron una telaraña nuestros comandos, que recorrieron más de 2600 kilómetros en medio de la adversidad y articulados con los indígenas. Así logramos encontrar a “nuestros hijos”. Cuando el pueblo se une a la fuerza pública es fácil articular todo”. Esta última expresión es demoledora. Difiere radicalmente de las decenas de muertes y heridos presentados en las movilizaciones estudiantiles y de las distintas fuerzas populares durante el gobierno Duque, donde el pueblo era considerado y tratado como un enemigo interno.

Según el General Sánchez, muchos de ellos pensaron que estaban perdidos sus hijos y eso no los dejo desfallecer. “detrás del uniforme hay un ser humano, detrás de los comandos que están inmersos en la selva, de quien soy humildemente su voz, hay seres humanos que tienen padres, hijos, hermanos”.

He abusado un tanto de varias frases del alto oficial, porque me ha parecido un ser humano de condiciones excepcionales, un militar fuera de lo común. Lo que emana de sus palabras y de sus sentimientos así lo indican. Bastante distante del inefable General “ajua” (Zapateiro), donde las frases grandilocuentes, retadoras y guerreristas sobresalen, así como expresiones simbólicas y repetitivas: defenderemos el honor de la patria y otras frases belicosas y ampulosas. En esos contrastes conceptuales y temperamentales reside la mejor constancia de que nos encontramos en otro contexto. En otro escenario. Ojalá no sean circunstancias efímeras, y que más bien constituyan el presagio del derrotero de una reconciliación de esta sociedad sufrida y martirizada por tantísimos factores de violencia.

Como se dice coloquialmente “no hay felicidad completa”, la desaparición de Wilson uno de los dos perros rescatistas especializado en la búsqueda, otro de los héroes utilizados en la operación entre las selvas del Caquetá y Guaviare, ha empañado una labor heroica, fantástica. El virtuoso general Sánchez manifestó: “mantenemos la fe intacta y lo estamos buscando aún. Nunca dejamos a un comando atrás, nuestros equipos han adoptado otras tácticas frente a otras amenazas que hay en la selva”. El admirado oficial emitió una colección de locuciones espontaneas, lucidas, comprensivas; para quitarse el sombrero. Se autodefine orgullosamente como proveniente de la comunidad indígena guane. Un verdadero soldado, para los tiempos que corren, un ser extraordinario. Dadas esas condiciones humanas especiales sin duda creemos que esa fe, esa fortaleza, han sido determinantes en el éxito de esa misión. No hay duda, ya que era la cabeza de esa compleja, difícil tarea, a las que sin duda trasmitió esas condiciones. Definitivamente algo está cambiando al interior de las fuerzas armadas.

Reconocimiento excepcional merece Lesly Mucutuy, de tan solo 13 años, que fue primordial para mantener con vida a sus hermanos: los otros tres menores de 9, 5 y 1 año. La sabiduría ancestral acumulada a pesar de su corta edad, su conocimiento del territorio, de los secretos de su hábitat como miembro de la etnia Huitoto, fue determinante y contribuyó sustancialmente. Personalmente pienso que, su condición femenina fue igualmente importante para ayudar a sobrevivir a sus tres hermanitos. Me asaltan dudas si en lugar de mujer, en vez de ser una niña, ella hubiese sido un hombrecito de 13 años. ¿Podrían haber sobrevivido los cuatro?

La primera imagen de la que da cuenta el rescatista indígena Nicolás Ordoñez Gómez, es la de Lesly con él bebé en los brazos. Corrió hacia mí agregó Ordoñez, y me dijo “tengo hambre. Otro de los niños estaba acostado se levantó y me dijo: “Mi mama está muerta. Y después pidió pan con salchichas, añadió Ordoñez. Cuantas emociones, cuantas sensaciones contrapuestas juntas. Me he permitido trascribir las voces de los protagonistas, ya que me parecen inane, sin sentido, poder referir con mis propias palabras semejante acontecimiento. Insuperables las voces de los protagonistas.

Esos niños, como todo el pais y el mundo entero sabían, se encontraban desaparecidos y refundidos en la copiosa selva amazónica colombiana. Los ingentes recursos destinados por el gobierno ratificaron la filosofía que estamos en el gobierno que prioriza la vida por encima de cualquier otro recurso o medio. El suceso mostró una situación ejemplar, original, el ejército y los indígenas trabajando conjuntamente por primera vez por una causa. Esta circunstancia estrenada fue concluyente para que la utopía, definida como lo posible dentro de lo imposible, se cumpliera. Otro gobierno, ante los cuantiosos recursos invertidos, probablemente habría desistido y abandonado la operación, en cambio hubiese destinado dichos recursos a acciones bélicas internas, que más allá de la sensación fugaz de retaliación, no han producido resultados esenciales, ni han modificado la correlación de fuerzas ilegales alzadas en armas, en un conflicto en el que ya llevamos enfrascados más de medio siglo.

Esperemos que, la circunstancia icónica del rescate marque los derroteros de una reconciliación, de un acuerdo y entendimiento.  Esta circunstancia coincide con la firma en la Habana de un cese al fuego entre el gobierno y el ELN, durante seis meses, bajo unas reglas del juego inéditas.

Algo va de la Doctrina de la Seguridad Democrática, a una filosofía militar donde priman evidentemente los nexos y la articulación con el pueblo raso, sobre todo con las comunidades indígenas de la región amazónica, los cuales precedentemente eran vistos con recelo por el ejército, y existía una total desconfianza entre esos dos conglomerados.

José Luis Arredondo Mejía

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