¿Qué es la actitud? La actitud es la forma de pensar o sentir que una persona tiene sobre algo o alguien, y que se refleja en su comportamiento. Las actitudes son juicios evaluativos que pueden ser positivos, negativos o neutrales. Asimismo, las actitudes son influenciadas por experiencias, creencias y suposiciones. Crean un marco mental que moldea cómo nos comportamos en nuestra vida personal y profesional.
A través del relato bíblico en el Libro de Josué se observa, como los israelitas bajo su liderazgo conquistaron la tierra prometida. Al respecto, es inevitable hacer un paralelo entre Josué y su antecesor, Moisés. Talvez, hemos leído en alguna ocasión la razón por la cual, a pesar de tanto esfuerzo Moisés y Aaron no pudieron entrar a dicha tierra, en Números 20:10 dice: Sin embargo, el Señor les dijo a Moisés y a Aarón: «¡Puesto que no confiaron lo suficiente en mí para demostrar mi santidad a los israelitas, ustedes no los llevarán a la tierra que les doy!».
Claramente, Moisés no pudo completar su misión y todo por causa de su actitud hacia Dios. Y es que, la actitud es importante al momento de lograr resultados exitosos. La actitud de Moisés fue de desconfianza hacia Dios, lo que lo llevó a hacer las cosas a su manera. Contrariamente, la actitud de Josué fue de total confianza, humildad y dependencia de Dios, por supuesto el resultado fue significativamente diferente al de Moisés.
De todo esto, se infiere que la actitud determina el éxito o fracaso en todo lo que hagamos. Además, está determinada por la forma en que percibimos a Dios y al nivel de confianza en él, hecho que repercute en el grado de confianza y seguridad en nosotros mismos, al momento de llevar a cabo una tarea o enfrentar retos.
Adicionalmente, si se analiza el modo de pensar de personas exitosas, se advierte que, en la mayoría de casos, estas piensan en los resultados. Constantemente, se enfocan en los objetivos y en que cada decisión y acción cuente para alcanzarlos. Es así que, la mayoría de personas exitosas tienen unos rasgos particulares, por ejemplo:
- Pensamiento estratégico: Visualizan el futuro, consideran múltiples soluciones para un problema, eligen la ruta más eficaz, planifican cada paso, anticipan los desafíos y preparan planes de contingencia.
- Pensamiento divergente:No se basan en soluciones lógicas, encuentran soluciones alternativas, observan la dificultad desde varios ángulos, identifican nuevas oportunidades, y se arriesgan a hacer cosas que nadie ha hecho antes.
- Pensamiento enfocado en metas:definen metas concretas y realizables, fijan una dirección clara para sus acciones diarias, establecen objetivos a largo plazo, no culpan a otros por sus errores y no esperan ayuda de los demás, sino que buscan la manera de poner en práctica sus estrategias.
- Pensamiento emocional: Son conscientes de sus emociones y las evalúan, no confían ciegamente en ellas y al momento de tomar una decisión importante no se basan en estas sino en la conveniencia.
Lo anterior, sugiere que el éxito se gesta en la mente, que es nuestro principal campo de batalla. Es decir que, el principal enemigo a vencer al momento de alcanzar las metas, somos nosotros mismos, porque es en la mente donde se encuentran todos los limitantes, tanto para ver, escuchar y seguir a Dios, como para hacer lo que se debe para lograr los objetivos. Por ello la Biblia, enfatiza que debemos transformar nuestra mente.
Romanos 12:2 No vivan según el modelo de este mundo. Mejor dejen que Dios transforme su vida con una nueva manera de pensar…
Proverbios 4:23 Ante todo, cuida tus pensamientos porque ellos controlan tu vida.
Mateo 15:19 De la mente salen los malos pensamientos, asesinatos, adulterios, pecados sexuales, robos, calumnias e insultos.
2 Corintios 10:5 Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que obedezca a Cristo.
Un ejemplo de esto es el rey David, quien pudo vencer a Goliat, porque su actitud al enfrentarlo fue de total confianza en quien iba delante de él. Y esto le permitió creer que podía vencerlo. Si se lee con detenimiento en la historia de David, se puede notar que su padre, sus hermanos, el Rey Saul y hasta el profeta Samuel, no le tenían ni un poco de fe a David, no creían que el pudiera ser el ungido de Dios, porque era un simple pastor de ovejas, joven e inexperto; es decir, David estaba rodeado de gente que lo menospreciaba.
Es tan así que, cuando el profeta Samuel fue a ungirlo, David ni siquiera fue convocado por su padre a dicha reunión; porque su familia lo veía como alguien insignificante (1 Samuel 16). Pero David no se dejó afectar por eso, no se descalificaba y mucho menos se percibía de la manera que los demás lo hacían, él se veía como Dios lo veía.
Con esto en mente, analiza en el fondo de tu corazón ¿Cómo te ves hoy? ¿Qué ves cuando te miras al espejo? ¿Qué estás pensando de ti mismo? ¿acaso te sientes descalificado? ¿te has sentido inútil, sin valor, o que eres el último de la fila? Si es así, es preciso examinar, ¿en qué clase de Dios estás creyendo? No seas como Moisés, que, aunque guio por 40 años a los israelitas y se esforzó por obedecer a Dios, al final sus emociones le jugaron en contra.
Números 20: 7-11 y el Señor dijo a Moisés: «Toma la vara y reúne a la asamblea. En presencia de esta, tú y tu hermano ordenarán a la roca que dé agua. Así harán que de ella brote agua, y darán de beber a la asamblea y a su ganado». Tal como el Señor se lo había ordenado, Moisés tomó la vara que estaba ante el Señor. Luego Moisés y Aarón reunieron a la asamblea frente a la roca, y Moisés dijo: «¡Escuchen, rebeldes! ¿Acaso tenemos que sacarles agua de esta roca?». Dicho esto, levantó la mano y dos veces golpeó la roca con la vara, y brotó agua en abundancia, de la cual bebieron la asamblea y su ganado.
La instrucción fue clara y sencilla, Moisés solo debía ordenarle a la roca que brotara agua, era algo que a lo que estaba acostumbrado, porque Moisés ya había visto a Dios obrar. Pero había algo que lo incomodaba, tal vez estaba molesto o cansado de la necedad del pueblo y en lugar de seguir lo que Dios dijo, hizo lo que le pareció. Parece algo sin importancia (porque al final de una manera u otra el agua brotó de la roca por que a Dios así le plació), pero Dios no pudo pasar este acto de desobediencia por alto. El sabia que Moisés no lograría guiar al pueblo en el último tramo hacia la conquista de Canaán, por que Dios conocía lo que había en el corazón de Moisés, por esto fue relevado.
Como Moisés muchos tenemos una visión limitada de Dios, reflexionamos respecto de sus atributos, pero al final del día nuestra actitud exterioriza que no estamos convencidos de quien es Dios. Esto se manifiesta en la forma como reaccionamos ante la adversidad, cuando atravesamos por la enfermedad, cuándo una relación termina, cuándo alguien que amamos fallece, cuándo se acaba un contrato o nos despiden del trabajo, etc. Analicemos ¿Cuál es nuestra actitud ante el infortunio? Y nos daremos cuenta que tanto confiamos en Dios.
Entendemos que Dios todo lo puede, que para El no hay imposibles, que pelea por nosotros, que nos acompaña todos los días y en todo lugar, que tiene el poder de cambiar cualquier circunstancia. Aún así, dejamos que el temor, la impotencia, la frustración y otras emociones dominen nuestra mente, llegando a invalidar lo que somos y podemos hacer, esto nos paraliza, angustia, nos roba la paz y la alegría, finalmente no alcanzamos las promesas de Dios, por no confiar en quien es El y en lo que ha dicho que somos y podemos hacer. Es así como, nuestra imposibilidad para ver a Dios como un ser palpable, nos lleva a ser engañados por nuestra mente.
Retomando el caso de David, es necesario preguntarse ¿Como llegó a tener tal confianza en Dios y en sí mismo? Siendo un simple pastor de ovejas, menospreciado y vil a los ojos de muchos. Su historia revela que David experimentaba el poder de Dios mientras cuidaba sus ovejas, pudo sentir su protección y mantenía una relación constante e íntima con Dios. Para David, ¡Dios estaba realmente vivo! Por ello, en la biblia se dice de él, que fue el único hombre conforme al corazón de Dios.
David es un vivo ejemplo de que es necesario disciplinar la mente, entregarle el dominio total de ella al Espíritu de Dios. Lo vemos también en la sociedad actual, en donde un número considerable de personas han logrado tener éxito en diferentes campos, gracias a que han disciplinado su mente. Muchos de estos ni si quiera conocen o consideran a Dios como alguien importante en sus vidas; por supuesto, aunque poseen muchas cosas no tienen lo más transcendental, la salvación de su alma. El punto es que, si aun ellos logran conquistar exitosamente sus propósitos, cuanto más podremos hacer nosotros de la mano del todopoderoso.
Debemos comprender que la fe sin obras es muerta, el éxito no es cuestión de religión, no se trata de solo orar, sino de creer, obedecer y accionar de acuerdo a la instrucción del mayor estratega del universo. De nosotros depende seguir viendo pasar las bendiciones frente a nuestras narices o si vamos por ellas, de nosotros depende si seguimos viendo a otros prosperar mientras nos lamentamos y hasta envidiamos su éxito. No podemos seguir conformándonos con lo pequeño, pensando en si “será que, si lo vamos a lograr”, “será que, si seremos capaces o aptos”, “será que, si…” Dios nos ha dado todo, para tener éxito en esta vida.
Job 22:28 Tendrás éxito en tus decisiones y en tus caminos brillará la luz.
Romanos 8:37 Más bien, en todo esto salimos más que victoriosos por medio de Dios quien nos amó.
Y su palabra nos da toda la ruta para lograrlo:
- Sacar tiempo para escuchar la voz de Dios y dejar que guíe nuestros pasos. Solo así nuestros proyectos se harán realidad y prosperarán, porque estarán alineados con su voluntad. Proverbios 16:3 Pon todo lo que hagas en manos del Señor, y tus planes tendrán éxito.
- La humildad es lo que nos permite estar receptivos delante de Dios, recibir su consejo y deleitarnos ante su presencia. Una persona humilde tiene temor reverente ante Dios y por ello actúa con prudencia y sabiduría, no se deja llevar por impulsos o emociones. Proverbios 15:33 Quien obedece a Dios gana en sabiduría y disciplina; quien quiera recibir honores debe empezar por ser humilde.
- Prosperaremos solo cuando hagamos lo que la palabra de Dios nos indica, cuando nos aseguremos de hacer lo que en ella está escrito como hizo Josué, cuando meditemos en ella día y noche y reemplacemos con ella los pensamientos de derrota, desánimo, descalificación o angustia que nos invaden. Salmo 1:1-3 Dios bendice a quienes no siguen malos consejos ni andan en malas compañías ni se juntan con los que se burlan de Dios. Dios bendice a quienes aman su palabra y alegres la estudian día y noche. Son como árboles sembrados junto a los arroyos: llegado el momento, dan mucho fruto y no se marchitan sus hojas. ¡Todo lo que hacen les sale bien!
- La honestidad es fundamental para alcanzar el éxito. Debemos andar en la verdad, porque a Dios no le agrada que engañemos a otros o hagamos cosas deshonestas, por el afán de lograr los objetivos. Si andamos en la verdad, entonces el favor de Dios estará de nuestra parte y seremos estimados ante sus ojos y ante nuestros semejantes. Proverbios 3:3-4 Ama siempre a Dios y sé sincero con tus amigos; así estarás bien con Dios y con tus semejantes.
- El éxito nunca debe apartarnos de Dios, por esto debemos reconocer nuestra dependencia de él, porque es El, el que nos hace exitosos. Es preciso, mantenernos enfocados en él y seguir su instrucción; esto impedirá que nuestro corazón se envanezca por los logros alcanzados y permitirá que tengamos la mejor actitud, una que siempre busque honrarlo y glorificarlo a él, pues es gracias a su misericordia que tenemos todo lo que necesitamos. Deuteronomio 28:13-14 Si escuchas los mandatos del Señor tu Dios que te entrego hoy y los obedeces cuidadosamente, el Señor te pondrá a la cabeza y no en la cola, y siempre estarás en la cima, nunca por debajo. No te apartes de ninguno de los mandatos que te entrego hoy, ni sigas a otros dioses ni les rindas culto.
- De Dios provienen las estrategias, las fuerzas y los medios para lograr todo lo que nos propongamos hacer. No podemos presumir de lo que conseguimos, porque no es por nuestra inteligencia, esfuerzo, ni recursos. Nada es gracias a nosotros, sino gracias a Dios, esta debe ser la certeza de nuestro corazón. Deuteronomio 8: 17-18ª Todo esto lo hizo para que nunca se te ocurriera pensar: “He conseguido toda esta riqueza con mis propias fuerzas y energías”. Acuérdate del Señortu Dios. Él es quien te da las fuerzas para obtener riquezas.
En conclusión, tenemos todo para tener éxito en todas las cosas. Dios quiere que vivamos en nuestro mejor momento y temporada, y eso solo lo podemos lograr cuando reflejemos la misma actitud que Jesucristo tuvo en esta tierra. Filipenses 2:5 Tengan la misma actitud que tuvo Cristo Jesús. Jesús mantuvo una actitud correcta en cada situación. Oraba por todo y por nada se inquietaba, su objetivo siempre fue complacer al Padre, en medio de la adversidad fue paciente, en medio el sufrimiento, mantuvo la esperanza y en medio de la bendición, fue humilde.
Frase para reflexionar: La manera como percibimos a Dios, está directamente relacionada con la forma como nos vemos a nosotros mismos.