EL FENÓMENO CLIMÁTICO, QUE CALCINA LA ESPERANZA DE UN PUEBLO, AL QUE LA INDIFERENCIA DE LOS PROPIOS Y AJENOS VIENE VISTIENDO

La pluma dorada en esta ocasión plasma las páginas en blanco, inspirada en las fuertes brisas que en esta época ha genera el llamado fenómeno del niño (evento climático que se genera cada cierto número de años por el calentamiento del océano Pacífico. Sus efectos son notables en el norte de la región Pacífica, los departamentos de la región Andina y en los departamentos de la región Caribe). La Guajira, es uno de los mas golpeados por su posición geográfica, sobre todo, el extremo norte, donde el suelo árido y seco cuartea la esperanza de un pueblo, que ha vuelto costumbre la sed, el hambre y el olvido.

Recorrer la guajira para ajenos es una maravilla, es un placer, una conexión eternamente inolvidable, pero, para los propios es la cercanía con el olvido, el desnudo de sus sueños que ven calcinar por los rayos ardientes de la indiferencia.

Uribía y sus distintas comunidades, tejen sus sueños con la arena que maquilla su triste suerte, es lo único seguro que los baña y los viste, mientras anhelan que la política vuelva, que los cada cuatro año pasen, para que nuevamente los mercados y las visitas que se instala en su territorio durante tres o cuatro meses de campaña, les devuelva un sueño mágico. Donde su esperanza es enamorada y conquistada, por los políticos que aprovechan su inocencia e ignorancia, como estrategia perfecta para hacerles creer en sus mentiras, que astutamente vuelven realidad durante su paso por la vida de los indígenas wayuu, pero, al llegar a su conquista administrativa, vuelve y se esfuman, junto con los sueños de un pueblo que espera, que estos sientan realmente lo qu estos sienten. Asi   mismo otros pueblos del norte como Manaure, Maicao y Riohacha, donde la mochila de su destino, se llena de arena, mientras la su oportunidad es devorada por los distintos fenómenos naturales, sociales y políticos que los viste.

El agua, un líquido que sobra y falta en el desierto Guajiro, el mar caribe, al ver que no les puede calmar la sed, le ofrece sus frutos, peces, langostas, camarones y muchos más, sustenta a muchos, pero aun así, Mareiwa subasta sus jaweyes, el viento impulsa sus molinos. Ya que muchos de sus dirigentes no lo hacen., pero la Guajira Norte es muy extensa, hay lugares muy apartados, donde definitivamente no hay mucha esperanza, donde ni sus líderes llegan, es ahí donde realmente llega juya a abastecerlos de agua, pero el hambre llega y gana la batalla.

los fenómenos climáticos y naturales, azota en gran medida a esta población norte de la Guajira, se burlan de su esperanza, multiplicando la muerte, la sed, y el hambre entre el pueblo wayuu y sus animales.  Los jagüeyes se llenan de arena, que trae las fuertes brisas que acompañan los rayos del sol.

Al sur y centro de la Guajira, la esperanza tiene esperanza, no es tocada en gran medida por estos fenómenos, está dotada de agua, de sus distintas fuentes híbridas, como el río Cesar, Ranchería, Barsino, entre otros, agua que hidrata su suelo, les abre la oportunidad de sembrar, de llevarle agua a sus animales, además sus alcaldes los ayudan a enfrentar esta zozobra ambiental y climática.

Sin embargo, esta pluma sigue soñando en lo mucho y poco que podemos seguir abonando a los sueños de nuestra gente, tenemos a muchos hermanos y hermanas wayuu y no wayuu tejiendo en su sentir, el sentir de una población a la que le debemos las bases históricas de nuestro pasado, y que requieren de nuestra atención.

Delia Rosa Bolaño Ipuana 

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