EL HIJO DE MARROQUÍN

En distintas épocas de nuestra historia han existido escándalos asociados con los hijos de los gobernantes. Como los ejemplos comúnmente mencionados en los medios corresponden al pasado reciente, es saludable traer a la memoria un suceso ocurrido a finales del siglo XIX, pero cuyas repercusiones alcanzaron los primeros años del siglo pasado.

La historia me fue contada hace unos veinte años por un colombiano ilustre, Don Ramiro de la Espriella, cuando le visité en su acogedora casa de Sincelejo en compañía del poeta Cristo García Tapia. La fluida y reveladora conversación, incluyó, entre muchas anécdotas, los pormenores un escándalo en el que fue protagonista Lorenzo Marroquín, el hijo del escritor José Manuel Marroquín quien fuera también presidente de Colombia. Mayores detalles de este suceso lo registran Adelina Covo en su obra El chocorazo: el fraude de Reyes en 1904.

Todo comenzó con una misa de gallo. Esta es una vigilia nocturna que en Roma era celebrada por el mismísimo Papa la noche del veinticuatro de diciembre. El sueño de algunas damas ricas de Bogotá era asistir a dicha misa en el Vaticano. La tradición señalaba que el costo de tan alto honor era realzar una significativa donación a las arcas del obispo de Roma. El general cartagenero Joaquín F Vélez ocupaba el cargo de ministro plenipotenciario de Colombia ante la Santa Sede cuando dos distinguidas damas bogotanas, familiares de José Vicente Concha, expresaron su deseo de asistir a la misa de gallo que oficiaba el Papa. Al no hallarse presente el General Vélez correspondió a un funcionario, Lorenzo Marroquín, atenderlas y hacer las gestiones ante el canciller del Vaticano para que estas pudiesen estar presentes en esa honrosa vigilia sometida a una rigurosa etiqueta. Les recordó lo significativo de la donación que él se encargó de recibir, pero no de entregar ante el Cardenal a cargo de dicha cancillería. Al enterarse por las autoridades del Vaticano del extravío de la suma donada el ministro plenipotenciario exigió a Lorenzo Marroquín su inmediata renuncia. Lejos de obtener una vigorosa reprimenda de su padre lo que siguió a continuación fue que el estricto general Vélez se ganó la mala voluntad de padre e hijo.

Un padre alcahuete es aquel que aplica constantemente a su hijo la pedagogía de la complacencia. No solo busca impedir que la justicia opere, sino que persigue a quien actúe en su nombre. Debido a su perversa influencia en el gobierno de su padre y a las múltiples ganancias económicas que obtuvo, Miguel Antonio Caro le bautizó «el hijo del ejecutivo».  Cuando en 1904 se enfrentaron por la presidencia de la republica Joaquín F Vélez y Rafael Reyes se dio el fraude electoral conocido como el registro de Padilla. Los Marroquín cobraron una ansiada venganza intrigando en contra del aspirante cartagenero y favoreciendo la causa de Rafael Reyes.

De esta dolorosa manera el recto General Vélez perdió la presidencia de Colombia y pagó el inesperado precio de una decisión correcta. Comprendió entonces el sentido de los ´primeros versos de La perrilla, poema escrito por el padre de Lorenzo Marroquín, “Es flaca sobre manera/ toda humana previsión/, pues en más de una ocasión/ sale lo que no se espera”.

Weildler Guerra Curvelo

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