San Francisco de Asís, el verdadero santo, el humilde, il poverello, se ideó la forma de representar el nacimiento, más humilde aún, de Jesús, El Grande, por allá en el siglo XIII. Varios actores, aparte de los padres y el redentor, hacen grupo en el cobertizo con piso lleno de paja, que calienta a los animales conjugados con campesinos pastores de Greccio para iniciar esta bella forma de rendir homenaje al mejor pastor de todos, el que cuida las almas.
En nuestro pesebre local, los pastores son muchos, vistos desde la política, y todos con ganas de cargar al niño. Y sus argumentos son variados para alzarse con el privilegio de alzarlo.
Giran alrededor de la polarización, de la seguridad y el territorio, del control del gasto público y la libertad económica, del combate a la narco-guerrilla con las fuerzas armadas del estado, del combate a la corrupción con las armas de la institucionalidad y, en síntesis, de entender que la bandera bajo la cual operamos como nación debe auspiciar la unidad nacional con las diferencias de pensamiento y con la tolerancia que caracteriza una organización democrática, pero condicionada a que la cabeza del estado rinda culto al marco de la constitución y las leyes que nos rigen.
Por ahora, lo único claro es que la concentración del respaldo de las fuerzas de izquierda alrededor del candidato Iván Cepeda lo hace el privilegiado de los resultados en encuestas que aglutinan ese sector político, sin competencia efectiva. Eso lo muestra sólido frente a la enorme dispersión de pastores de centro y de derecha. Al mismo tiempo, le deja ver a la ciudadanía la proclividad de Cepeda a imponernos un régimen comunista, sin decir ese nombre. Sí, comunista, en el cual el estado acapara la actividad económica, sin consideración por la libertad de empresa y tampoco sin pensar en el origen de los fondos de todo estado, el impuesto que pagan las grandes, medianas y pequeñas organizaciones que proveen bienes y servicios a la sociedad. Así, ¿cuál será la fuente de ingresos del erario, sin actividad privada que genere impuestos? Como lo dejó claro en las reuniones con empresarios, pálidos de pavor, pero advertidos de que no podían esperar más de dicho candidato comunista, vino con la teoría, en buena hora fracasada, de la planificación central de la economía. Ese estado que dispone lo que debe hacerse, la cantidad de bienes que debe producir cada cual, los mecanismos de control absoluto de precios y la gestión empresarial como una obligación y no como fruto de la libertad propia del individuo. No existe sino en la mente de unos fanáticos. Recuerden, no va a decir que es comunista, pero si camina como pato, nada como pato y vuela como pato, difícil pensar que es una gaviota. Le va a quedar imposible que no sepamos sus intenciones y que el pueblo colombiano no reaccione en contra de ellas. A todas estas, ¿Qué opina de las tomas guerrilleras? ¿Qué piensa de la clausura del Cauca como un departamento integrado a la geopolítica nacional, cuyos habitantes perdieron la libertad de moverse y de ejercer sus derechos económicos? No somos esas ovejas, señor candidato Cepeda. No queremos un pastor que nos lleve a un despeñadero.
De los demás pastores, los hay que se paran detrás de la criatura en el centro y otros a la derecha. Todos convencidos que tienen el privilegio exclusivo de alzarlo y con Él, darle la luz de vida a nuestra patria. Y ahí comienza Cristo a padecer. A codazo limpio, buscan dejar sin aire al más aventajado, Abelardo De La Espriella. De él, debo decir que con muchos de los de centro, pequeños en respaldos nacionales, tiene la condición de ausencia de subalternalidad. Me explico. Los partidos liberal y Cambio Radical optaron por no tener candidatos, en un racional y sensato reconocimiento de no contar con líderes en condiciones de llegar a la presidencia. Decidieron jugarse por espacios en el Congreso, a sabiendas de que quien llegue necesitará de esos “voticos” para pasar las importantes reformas por tramitar. El conservador hizo agua con unas fracturas internas que pusieron a cojear a sus aspirantes. Solo el Centro Democrático se avienta con una pastora, inteligente y preparada, que quiere convencer a un electorado en parte aburrido de la supremacía del líder natural de ese partido, Álvaro Uribe. Como todo caudillo, despierta simpatías y odios, pero, digámonos la verdad, le reprochan desde sus propias entrañas lo poco asertivo en materia de escogencia de figuras de su partido para pastorear a los colombianos.
De allí que la mayoría de los aspirantes, como lo dije anteriormente, optaron por no registrarse bajo la “marca” de un partido, ya que un elemento crítico de un buen gobierno es la independencia y la autonomía que la cabeza del estado colombiano tenga para poder gobernar sin jefes políticos. No quiere esto decir que todos, por declararse sin partido, tengan igual chance de gobernarnos. Un paquete interesante de buenos y experimentados funcionarios, buscan ser determinantes en la selección del pastor finalmente ungido. Pero ni la oveja arisca ni el cordero manso los ven con reconocimiento suficiente para darle el cayado. Coinciden en muchos temas, plantean similares estrategias de desarrollo y recuperación del rumbo perdido – y ¡qué no decir del tiempo! -. Sin embargo, deben comprender que la suerte mayor, la que derrote al comunismo propuesto por Iván Cepeda, demanda mucha madurez política y conciencia de sus propias capacidades, para rodear sin egoísmos al aventajado.
No se imaginó San Francisco que la escena fuera a tener una parodia gigantesca en la Colombia de hoy, 8 siglos después. Pero existe, la vemos pasar frente a los ojos de la gente común y corriente.
El pesebre colombiano tendrá un pastor escogido en mayo de 2026. Hagan sus escogencias, sin mansedumbre.
¡Feliz Navidad a todos!
Año estruendosamente bello.
Nelson Rodolfo Amaya

