EL QUE NO BUSCA LA SOMBRA, POR PENDEJO SE ASOLEA

La corrupción es quizás la alteración más grave y contagiosa que pueden padecer las instituciones. La corrupción la realizamos con conocimiento y voluntad, es decir que los humanos, teniendo la capacidad de elegir, optamos por quebrar deliberadamente el orden del sistema tanto ética como funcionalmente para beneficio nuestro a favor o en contra de alguien más, o salvarnos de algún castigo.

Muchos historiadores consideran que la corrupción nació cuando los seres humanos dejamos de andar en hordas nómadas y nos establecimos como grupos inteligentes y con sistemas definidos de organización, es decir, cuando formamos aldeas y ciudades. Obviamente la corrupción nació cuando surgió la competencia entre nosotros para tener todo lo que necesitamos no solo para sobrevivir, también para alcanzar otro tipo de satisfactores. En el año 1760 A.C el código de Hammurabi ya establecía castigos a jueces que hubieran cambiado sus sentencias por algún acto de corrupción, el castigo consistía en obligarlo a pagar su falta con una cantidad 12 veces mayor a la que había recibido y se le quitaría públicamente su asiento como juez para no volver nunca más a ocuparlo, es decir, también la exhibición pública de su falta era un castigo.

Se ha documentado casos de corrupción del reinado de Ramsés III en Egipto, entre los años 1198 y 1166 A.C, también del imperio Yan en China entre los años 202 y 220 D.C. Tito Livio historiador romano cuenta que, durante la República, se presentaron casos de elecciones amañadas donde se sobornaba al “rogator”, una especie de registrador actual, para que multiplicara en las urnas el nombre de un candidato en detrimento de los demás. Julio César dictó la ley anticorrupción más severa de la República, pero poco antes había mandado romper las puertas del tesoro y se adueñó de las reservas del estado. Craso, el compañero de Julio César y Pompeyo en el primer triunvirato amasó una fortuna, en parte gracias, al único servicio privado de bomberos de Roma. Cuando surgía un incendio, un carro cargado con agua se presentaba ante el inmueble, pero también un agente de Craso, que solo mandaba apagar el fuego si el propietario pagaba la altísima tarifa de este monopolio.  ¡El imperio romano no cayó por invasores si no por corrupción!

En Latinoamérica no hemos sido ajenos a esto, desde la colonia, se elegían siglos atrás a quienes pagaban más a la corona para venir como virreyes a esta parte del mundo para luego recuperar su «inversión» a la mayor brevedad posible; se vendían también los apellidos españoles para así renunciar a nombres y apellidos indígenas y lograr pues mejores oportunidades de colocación en la sociedad durante la independencia.  En el siglo pasado, en México se acuñó el verbo Carrancear como sinónimo de robar, en clara alusión al presidente Venustiano Carranza, así como recientemente en Colombia Abudinear significa lo mismo.

La corrupción desvía el 5% del producto bruto interno a nivel mundial que equivale a cuatro millones de millones de dólares que van para el beneficio de unos cuántos. Según el Fondo Monetario internacional entre 1.5 y dos millones de millones de dólares se pagan al año en sobornos.

El liderazgo mundial ha estado repleto de escándalos recientes de corrupción, los expresidentes Temer y Lula de Brasil han estado presos, otros como Color de Melo y Dilma Roussef han sido investigados, en Perú, Fujimori, Kuczinki presos, Alan García se suicidó por el peso de las investigaciones y Ollanta Humala se encuentra prófugo de la justicia. También han sido investigados en Argentina, Cristina Fernández, Ernesto Samper y Álvaro Uribe en Colombia y Rafael Correa en Ecuador, Alfonso Portillo expresidente de Guatemala extraditado a Estados Unidos. Pero también hay casos en otras latitudes, los expresidentes de Egipto, Mubarak, el expresidente de Ucrania, Yanukovich, el caso del primer ministro de Malasia Rajiv, también el caso de Pujol el expresidente de Cataluña.

La corrosión es tan antigua como la humanidad misma y corre por nuestras venas con más naturalidad de lo que imaginamos, no se trata de justificarlo sino de entenderla y de comprender por qué es tan difícil combatirla.

¿Qué podemos aprender de los países menos corruptos?

Países como, Luxemburgo, Noruega, Suiza, Alemania, Suecia, Singapur, Nueva Zelanda, Finlandia, Holanda y Dinamarca, son los menos corruptos según Transparencia Internacional. Estos países tienen en común fuertes controles y leyes estrictas, un poder judicial efectivo e independiente. La libertad de prensa y la libertad de expresión son derechos bien respetados, pero también invierten mucho en educación, 9 de estos países tienen poblaciones inferiores a 10 millones de habitantes.

El idealismo de mi pensamiento

Sin embargo, confío en que, pese a lo abrumador de la situación, podamos hacerle frente al reto desde la más pequeñas de las instituciones, la familia misma con la enseñanza férrea sobre los valores éticos, decir la verdad así nos de vergüenza.  No somos corruptos por ser caribes, colombianos o latinoamericanos, o porque nos hayan conquistado los españoles y ellos a su vez arrastren la herencia del imperio romano.  Roma era el faro moral y cultural que iluminaba a los pueblos y uno de sus emperadores, Calígula, un déspota, y megalómano planeó convertir a su caballo en el más alto magistrado.

La corrupción obedece a mi juicio, en gran parte a tener un sistema de gobierno mal armado, construido sobre prácticas inadecuadas que han terminado poniéndonos en la situación en la que estamos hoy en día.   Pero también requiere de la madurez de dejar de ver con fatalismo las actitudes cínicas del corrupto y aquellos que le aplauden y más bien orientar nuestras acciones a una cultura de integridad, con políticas de prevención adecuadas y duros castigos a las infracciones.

Seguir el ejemplo de Singapur y empezar a modernizar las instituciones, no solo tecnológicamente si no también desde la preparación misma de sus funcionarios (meritocracia) y la absoluta independencia de las instituciones mismas, incluyendo una policial alejada del poder ejecutivo. Definir y regular los crímenes y hacer que las penas sean lo suficientemente fuertes para no caer en la tentación misma. La justicia debe actual de forma efectiva en términos de rapidez implantando castigos según la naturaleza de los delitos.   Un sistema federal, pudiera funcionar mejor. Colombia es un país de regiones y cada una con culturas distintas. Reducir el tamaño del estado, en regiones permitiría poner controles más fáciles en pequeños grupos poblacionales.

Diógenes caminaba de día con una lampara encendida por las calles de Atenas en búsqueda de un hombre honesto. Yo sin embargo pienso, “¡Quien no busca la sombra, por pendejo se asolea!”

José José Romero Solano

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Un comentario de “EL QUE NO BUSCA LA SOMBRA, POR PENDEJO SE ASOLEA

  1. Laura Isabel Rendón Vergara dice:

    Si es histórico y a nivel mundial… La corrupción es un cuento de nunca acabar.
    Toca reforzar la honestidad desde el hogar, aunque la la verdad en un país como el nuestro los casos evidenciados nos damos cuenta que el que está en la miel algo se le pega!

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