EL DESENCANTO DE LA IZQUIERDA EN CHILE

En los escasos dos meses que lleva gobernando el presidente chileno, Gabriel Boric, han sido más las sombras que las luces. Las ambiciosas propuestas de cambio de su campaña, en la práctica, se empezaron a tropezar con una realidad, que supera las ilusiones que fueron forjadas, meses atrás, con promesas populistas.

Con una popularidad en caída libre, que alcanzó el 53 % de desaprobación, antes de cumplir los dos meses en el poder, según la encuesta Plaza Pública Cadem, Boric sorprende y marca un récord entre los presidentes del país vecino, por el descontento que ha suscitado en tan corto tiempo. Las salidas en falso de miembros de su gabinete ministerial, así como la crisis económica recrudecida con la actual coyuntura mundial, el creciente descontento de los chilenos con la Convención Constitucional que trabaja en la consolidación de la nueva Constitución del país, entre otras dificultades, están poniendo en jaque al nuevo gobierno.

Ahora el ex líder estudiantil, de 36 años, ha pasado de convocar las movilizaciones nacionales a tener que enfrentar las primeras manifestaciones que se dan en su gobierno, motivadas por camioneros que bloquearon las carreteras en ocho ciudades del país, exigiendo más seguridad y un control en los precios de los combustibles. Así, los chilenos muestran ya su desencanto con la izquierda de Boric que en poco tiempo ha evidenciado debilidad política, falta de gobernabilidad y experiencia.

El enorme descontento social y la urgencia del pueblo por tener respuestas están creando nuevas tensiones sociales, económicas y políticas, que a su vez generan un ambiente adverso para el gobierno. Este fin de semana, el escritor peruano Mario Vargas Llosa lanzó una fuerte crítica a la izquierda latinoamericana, señalándola de “fanática y dogmática”, “inflexible y cegada ante la realidad”, en palabras textuales dijo: “La situación de América Latina no puede ser más trágica. Es muy difícil ser optimista frente a una América Latina que está paralizada por las nuevas dictaduras o a punto de hundirse nuevamente en un período de violentas acciones, que es lo que puede ocurrir en Centroamérica, o en Colombia en estas elecciones o el día de mañana en Brasil”.

El fenómeno que se está dando con Boric en Chile, debe ser analizado con atención. Es innegable que Colombia tiene algunas similitudes con el país vecino, como los estallidos sociales que se han presentado en los últimos años, las deudas históricas con los más vulnerables, las demandas por parte de las clases trabajadoras, los jóvenes, los movimientos sociales y los sectores populares. Si bien no significa que lo que ocurre allá también se presente acá, la lección que nos están dando no debe ser ignorada. Una cosa son las promesas de campaña y otra gobernar.

Cuando se utiliza la demagogia para alcanzar objetivos políticos y ganar elecciones, todo termina cayéndose. Queremos cambios y soluciones, pero que sean reales y alcanzables, no propuestas populistas empleadas, en medio del descontento social, para encender el país y mover la aguja a favor de uno u otro candidato.

Con Chile tenemos el ejemplo de un gobierno de izquierda que empieza a caer por su propio peso, al no responder a las altas expectativas que tenía la población.

José David Name

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