“EL SILENCIO DEL ABUELO”

Un homenaje póstumo a la memoria de JOAQUÍN GÁMEZ

 

Naciste con el siglo en el año de 1904. También guardábamos la esperanza que murieras con él y casi nos complace el destino. Solo te faltaron ocho años para la centuria. Lo hubiéramos celebrado como a ti te gustaba: Con un buen conjunto de acordeón, en una celebración diurna, con comida típica, con abundante whisky, con la familia entera reunida y con tus amigos de siempre. Sin embargo, tuvimos que despedirte del mundo el 26 de octubre de 1996.

A pesar de regaño de Rafa, Carlos Julio llegó para darte el último adiós. Javier recibió una llamada momentos después de acostarse, pero también viajó de Bogotá para llevarte al cementerio. Clarena no te acompañó al sepelio, porque precisamente ese día te estaba dando otra bisnieta. Ni qué decir de Tere, que además de ser tu nieta preferida, era algo así como tu última hija.

Tus hijos estaban a tu lado, tal vez porque presintieron que eran tus momentos finales y se reunieron todos alrededor de tu lecho a darte el postrero adiós. Yo también recibí la noticia antes de salir para la Universidad y cambié de rumbo inmediatamente mi papá me dijo que te habías marchado de esta vida. Todos coincidimos en San Juan para despedirte antes de lo pensado. Pero nos resignamos, nos pusimos en manos de Dios y a él le encomendamos tu alma.

Hoy nos queda el hermoso recuerdo de tu ejemplo, la inolvidable huella familiar de tu carisma y la maravillosa chispa de tu ingenio. Tus amigos, que conocieron de cerca el talento virgen de tu mente, coinciden en señalar que ese era el condimento más virtuoso de tu inteligencia.

Pero hay algo que a tu familia le queda como una herencia imborrable e imperecedera: EL LEGADO DE TU SILENCIO. Si supieras que esa fue una cualidad de hombres sabios, pensantes y talentosos.  “Muchas veces lo que se calla hace más impresión que lo que se dice”, escribió Píndaro.  “Si dudas, calla.”  dijo Zoroastro. Y lo que expresó con sabiduría De Vigny: “Sólo el silencio es grande; todo lo demás es debilidad”  

¿Sabes otro detalle de tu personalidad que ha dejado una impronta profunda en nuestras vidas?

EL EJEMPLO DE TU AMISTAD.  El día de tu muerte, Yin Daza tuvo el detalle de exaltar esa virtud de tu alma. Nosotros, que somos tu familia y por lo tanto la prolongación de tu vida en la historia, nos sentimos profundamente conmovidos con esa reflexión que te describe y sintetiza tan bien.

Y lo más importante de lo que dijo Yin Daza en la iglesia no fue sobre tus calidades de hombre inteligente, taciturno y leal. Lo más importante que dijo fue sobre el amor de tu esposa Nicolasa. Esa tarde tan triste para nosotros, él tuvo el acierto de colocar en labios de Cata, aquella frase inmortal que pronunció Amado Nervo a la muerte de su esposa: “Hoy siento que me sobra la mitad de mi lecho y que me falta la mitad de mi alma”.

Y mientras yo escuchaba conmovido esa frase, no podía sustraerme de recordar otra del mismo autor que dice así: “El dolor es como las nubes; cuando estamos dentro de él, solo vemos el gris tedioso y trágico; pero en cuanto se aleja y lo dora el sol del recuerdo, ya es gloria, transfiguración y majestad.”  

Orlando Cuello Gámez

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