EL SÍNDROME DE HUBRIS, TAMBIÉN LE DA A LOS CRIOLLOS

Los verdaderos líderes deben tener como una de sus fortalezas y principios primordiales el poder de escuchar, porque es la manera más eficaz de permanecer conectado a la realidad, obviamente, esa información debe ser examinada con sensatez en el pensamiento, es decir, escuchar más allá de oír, entender, conocer e interpretar la realidad reflexionando sobre ella desde nosotros, pero también desde los otros.

En la actualidad colombiana, los ciudadanos transitamos en medio de una sociedad fragmentada por una profunda polarización política, la cual está más motivada por egos y supuestos, que por convicciones y buenos principios. Esta situación nos obliga a los líderes políticos a lo elemental, que es atender con soluciones definitivas las necesidades históricas de la colectividad, buscando el acompañamiento permanente de la misma y generando confianza, rindiendo cuentas de lo que corresponde a la funcionalidad y compromisos ofertados en el proselitismo electoral, los que motivaron al elector a votar por el candidato de su empatía.

Existe un dicho popular que dice: “el arquitecto del universo hizo al hombre con dos orejas y una sola boca, para que escuche el doble de lo que habla”, es decir, en la comunicación es más importante escuchar que hablar; pero lo malo es cuando no lo ponemos en práctica y hacemos uso del poder para la vanagloria, excesiva confianza en sí mismo acompañada de desprecios a los consejos o críticas externas, hablando como un mesías, como alguien que deja entender que está revelando una verdad absoluta, obsesión con la imagen personal, etc., si todo lo anterior acontece nos debemos preocupar porque estos son los síntomas del síndrome de hubris o hibris, o enfermedad del poder, y le estaríamos dando la razón a la sabiduría popular que afirma que el poder enferma. Esta enfermedad  «La puede padecer cualquier persona que está en el ejercicio del poder» Consultado acerca de cómo se manifiesta, destacó que en este tipo de personas «se observa todo lo que uno puede tener alguien que ‘se la cree’ con el poder: narcisismo, imagina que lo que piensa es correcto y lo que opinan los demás no, cree que todos los que lo critican son enemigos, etc», y remarco que estas actitudes «pueden llevar a quien las padece a tomar decisiones erróneas porque la persona pierde la perspectiva de la realidad total y ve sólo lo que quiere ver”. Se creería que esto sólo les pasa a los líderes mundiales pero en nuestros líderes criollos hallamos muchas de las características antes mencionadas.

Decía un psiquiatra que «Si sólo lees el diario de (Hipólito) Yrigoyen, te va a pasar lo que le pasó a Yrigoyen», haciendo alusión al ex presidente de la Nación, cuyos asesores más directos, con el objetivo de no preocupar al mandatario ante una situación que le era desfavorable, hicieron imprimir un diario especial para él, con una imagen de la Argentina que poco, o nada, tenían que ver con la realidad.

Hoy necesitamos líderes que sean pragmáticos, abiertos al diálogo permanente con la comunidad, que vean en las críticas una oportunidad para seguir construyendo, creciendo y avanzando, y en ese sentido, que la comunidad legitime la institucionalidad, que exista una oposición objetiva, argumentativa y respetuosa, que no desinforme y mucho menos distorsione una verdad, que los áulicos no sean comité de aplausos, sino verdaderos consejeros sin ser taimados.

Un proverbio italiano dice: “Del escuchar procede la sabiduría y del hablar el arrepentimiento”

MISAEL VELASQUEZ GRANADILLO 

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