EL SUICIDIO ATERRA Y NO SE IMPROVISA

Matarse es una decisión voluntaria personal, por motivos particulares y causas, extrañas o pasionales que algunas veces, ignoran familiares y quienes lo rodean. En otras, el suicida, anuncia la intención reiterativa de acabar con su vida, en alusión a la muerte, terminando en auto eliminación, de forma prevista, ejecutando, la fatal decisión, consumando el hecho nefasto, que más de las veces, se reservan o no revelan, los motivos que dieron lugar a materializar lamentable determinación.

Suicidarse, no es que sea muy fácil, ahorcándose, envenenándose, disparándose al corazón o la cabeza, lanzándose al vacío de cualquier altura, intoxicándose, chuzándose, tirándose a los carros o cualquier otra forma; que se utilice para matarse, en acción no improvisada, sino premeditada.

El suicida, es cuidadoso de su cronograma intencional y algunos, disimulan su propósito, sin enojos o en forma amenazante, manifestaciones que no le prestan la debida atención e importancia, quienes comparten en convivencia, familiares, cónyuge, amigos y compañeros; entre otros, por considerarla temosa, minimizándolas.

El origen de los suicidios varía de acuerdo con las culturas, circunstancias excepcionales y sociales, tales como: particularidades personales, trastornos de salud, corporales, mentales y sentimientos atormentados, que algunas veces, ocultan, no se reflejan, ni generan sospechan de los suicidas, por el normal comportamiento, que aparentan.

 Esquivan hechos que puedan delatarlo, previniéndose, de no caer en frustraciones, para lograr coronar, el deseo de poner fin su vida.  Como presumir, predecir o adivinar de manera precisa, las intenciones de personas, ¿tendientes al suicidio para prevenirlo? Detalles en aptitudes, rutinarias, a quienes cultivan la idea de matarse.

La vida no es nada fácil.  Ser feliz, no es tener una vida perfecta, gozar de: riquezas, bienestar, beneficios, privilegio y vanidades; por disponibilidad económica. Ser feliz, es reconocer que la vida es corta y vale la pena vivirla, en medio de imprecisiones, complejidades, adversidades, calamidades, tormentas sísmicas, fenómenos naturales, padecimientos de enfermedades, acosos, infidelidades, infamia, desempleo, corrupción y cualesquiera; sean los problemas que atormentan, alteran y deprimen. No podemos dejarnos impulsar y arrastrar, por las circunstancias negativas, que nos atañen.

 En la vida, compartimos la gloria, con el infierno, por vecindad.  Vivimos en uno y otro lado, sin percatarnos, ni imaginarnos; de manera inconsciente, en el horizonte y entornos que nos rodea.

Los suicidios son formas alternativas, de quienes quieren claudicar el “modus vivendi”, por no sentirse cómodo o a gusto con la vida, por sufrir heridas profundas, que no cicatrizan, por no dejarlas sanar o superar, remembrándola, reincidiendo en sufrimientos, que nutren los impulsos al suicidio, en personas endeblez carente de fortaleza.

Las preocupaciones, opresiones, persecuciones, depresiones, estrés, comportamientos de intensidad, celos, atribulación, distorsiones, abandonos, represiones y obligaciones incumplidas; entre otras, conduce al estado de desdicha e impotencias; para enfrentar con valor y defender; los problemas, que conducen al suicidio, sin que la referenciada tragedia, recaiga de manera específica o exclusivas  en personas de determinado géneros, nacionalidad, edad, sexo, color, estatura, estratificación social etc,  aun cuando se consuman, en su mayoría, en edades que oscilan entre los 12 a 70 años,  más en hombres, que en mujeres.

La muerte es un destino indiscutible, que a todos nos espera.  Ella nunca avisa y puede sorprendernos, de manera natural, accidental y violenta.

¿Cuál es la prisa de morir, por lo que, nos ocurra o pase en la vida?  Todo es posible de ocurrir en esta vida. Pero los problemas tienen soluciones, aun cuando no siempre mediata.  Lo malo es, que no estamos, preparados, para soportar y resistir, pesares y martirio; mantear errores y traiciones, perdonar, solventar crisis afectivas y sobresalir; frente a las necesidades, que nos descontrola.

La falta de orientación, estímulos sentimentales, apoyos indiscriminados, complementados con aferramientos, obsesiones, caprichos, obstinaciones, confusiones y amarguras; inciden en la comisión de errores, por debilidades o ignorancias.

Todos los días son propicios para renacer, deshacerse de karmas y circunstancias negativas, para levantarnos positivamente y superar, los malestares, con fe y la ayuda de Dios, fortaleciendo la espiritualidad.

No censuro y respeto, la decisión personal-particular, de quienes tomaron el camino equivocado del suicidio, dejando sentimientos amargos, hirientes, aterradores y mortificantes; en la familia, sociedad, amigos, compañeros y conocidos. Sería bueno que reflexionen, aquellos potenciales suicidas, a los cuales exhorto, en nombre de Dios, para que desistan de la intención macabra, de quitarse la vida, por cualesquiera sean las causas o motivos, que los impulsen.

 Últimamente se han venido incrementando los suicidios, en La Guajira, durante el presente años 2023, que aún no ha terminado, se han registrados a la fecha 30 suicidios y unos 3 mil en Colombia, de manera alarmantes, conforme a las estadísticas de hechos noticiosos, que anualmente se difunden.

 Tenemos una sociedad enferma, con graves padecimientos mentales, que requieren con urgencia, atención de psicólogos, siquiatras y trabajadoras sociales; complementada con afectos y apoyos institucional y familiar, para estabilizar la personalidad, enderezándola con consejos y terapias.  No reneguemos de la vida, amemola.

 

Martín Barros Choles

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