EL VALOR DE LAS PERSONAS

Vivimos en un mundo que corre y corre sin parar, las horas se desvanecen entre pendientes, reuniones, notificaciones, metas, y esa sensación constante de que el tiempo nunca alcanza. Nos enseñaron que estar ocupados es sinónimo de ser productivos, y que ser productivos es lo que nos acerca al éxito. Y quizás sea cierto, en parte.

Pero en medio de ese ritmo frenético, hay algo —o mejor dicho, alguien— que queda en pausa. Las Personas, esas que siempre están ahí. Las que no hacen ruido. Las que entienden cuando no contestas de inmediato, cuando no devuelves la llamada, cuando cancelas una vez más.

Y así, casi sin darnos cuenta, comenzamos a tratarlas como si fueran un interruptor de luz: las encendemos cuando las necesitamos, las apagamos cuando nos “ocupamos”.

Pero, ¿alguna vez nos detenemos a pensar qué sienten ellas? ¿En qué momento normalizamos que alguien esté siempre disponible para nosotros, pero nosotros no estemos para ellas?

No se trata de culpas. Se trata de conciencia, Porque, aunque parezca invisible, hay un punto en el que el otro se cansa de esperar. Se cansa de entender. Se cansa de dar sin recibir. Y no por rencor, sino por amor propio. Porque también tiene vida, sueños, heridas y tiempos.

Es fácil caer en la rutina de la ocupación, justificar con el “no tengo tiempo” o el “he estado tan lleno de cosas”. Y sí, probablemente es verdad. Pero también lo es que el afecto se cultiva. La presencia, aunque sea breve, se nota. Un mensaje sincero, una llamada sin motivo, un “pensé en ti” tiene más poder del que imaginamos.

Porque el valor de las personas no está en lo que hacen por nosotros, sino en lo que representan, en su lealtad silenciosa, en su constancia, en su cariño sin aplausos.

Y aquí entra una palabra que lo transforma todo: gratitud.

Gratitud por las amistades que resisten el silencio.

Gratitud por quienes siguen ahí, aunque no les demos siempre el lugar que merecen.

Gratitud al universo por permitirnos coincidir con seres que nos abrazan incluso a la distancia.

Gratitud por los vínculos que, aunque frágiles a veces, siguen latiendo con fuerza.

Como dice una canción que ha acompañado a generaciones:

“Porque un amigo es una luz brillando en la oscuridad”

Roberto Carlos.

Hoy te invito a frenar un poco, a mirar alrededor, a recordar a esa persona que siempre está y que tal vez, por estar tan cerca, hemos dado por sentado.

Y si no sabes por dónde empezar, hazlo así de simple:

Toma el teléfono. Escríbele o llámalo. Dile: “¿Cómo estás? ¿Estás bien? Quería saber de ti… y ya.”

A veces, eso es todo lo que el otro necesita para sentirse visto, recordado, valorado, y a veces, eso es todo lo que nosotros necesitamos para volver a conectar con lo esencial, que es EL VALOR DE LAS PERSONAS.

 

Fabio Torres “El Rector”

DESCARGAR COLUMNA

Un comentario de “EL VALOR DE LAS PERSONAS

  1. Eduardo Santos Ortega Vergara dice:

    Excelente nota, una gran verdad expresada en un mensaje del corazón… gracias Rector, que bueno que compartas ese sentir y podamos analizar que las personas a nuestro alrededor merecen ser, y estar, y valorar.
    Gracias…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *