ENTRE EL ESCÁNDALO Y LA GLORIA

El próximo 17 de marzo se celebrará en Irlanda el día de San Patricio, patrono de esa nación. Irlanda, un país profundamente católico, despierta extensas simpatías en América. Colombianos e irlandeses han estado unidos desde los inicios de nuestra República. A los oficiales y soldados irlandeses incorporados al ejército de Colombia en 1819, además de una paga, se les había prometido dotación militar, alimentos, tierras y dinero que les permitiría adquirir herramientas para la agricultura, pero la realidad de lo encontrado en América fue muy distinta. Pasados varios meses desde su llegada a la isla de Margarita no habían recibido víveres ni salarios.

Antes de iniciar la campaña las muertes en la mencionada isla ya eran muy altas. Según narra el oficial irlandés Francisco Burdett O’Connor, los duelos entre los oficiales irlandeses estimulados por el alto consumo de alcohol eran frecuentes y contribuyeron a la pérdida de numerosas vidas. Las enfermedades y la pésima alimentación diezmaban a la tropa a un ritmo tan rápido que, según narra O’Connor, “se enterraban diariamente de 8 a 14 de nuestros soldados, y de dos a cinco de nuestros oficiales”.

¿Que los impulsó a venir a América y a participar en una guerra que no era la suya? El historiador Michael Nerlich considera que la aventura puede ser vista como una compulsión que surge de una necesidad social. Los sucesos de la independencia hicieron posible la revitalización de unos ideales olvidados, pues aquella fue la época de la caballería andante de la plebe que luchaba contra el despotismo. A todo ello contribuyó el llamado capitalismo impreso a través de formas literarias para el nuevo mercado de masas, como lo afirma Benedict Anderson. Los materiales impresos alentaron la adhesión silenciosa a causas distantes. Se trataba de obtener gloria y fortuna no solo para sí mismos sino para su lejana patria.

El 13 de marzo de 1820 las tropas republicanas provenientes de la isla de Margarita desembarcaron en Riohacha. De los 1.200 hombres que componían esa esa fuerza se estima que unos 700 eran irlandeses. Muchos de estos soldados participaron en la marcha hacia Valledupar y en la Batalla de la Laguna Salada realizada en mayo de 1820. Decenas de ellos murieron en los caminos víctimas de la sed y de las emboscadas de las guerrillas indígenas realistas.

A finales de mayo los irlandeses demandaron el pago de sus sueldos, mejores raciones de alimentos que no fuesen carne de tortuga, y ser embarcados con destino a una isla bajo control inglés en el Caribe. Las tropas desobedecieron a sus oficiales e iniciaron el saqueo de viviendas y almacenes, consumiendo todo el licor que encontraron en la ciudad. Sus desmanes causaron un extenso incendio que devastó a Riohacha y la redujo a cenizas. No satisfechos con esto, volaron el Castillo de San Jorge, principal defensa de la plaza, e inutilizaron gran parte de los fusiles que les había entregado el mando republicano. Los insubordinados fueron desarmados y enviados a Jamaica de forma deshonrosa

Muchos irlandeses prestaron grandes servicios a Colombia. Ejemplos de ello son Daniel Florencio O’Leary y el propio Francisco Burdett O’Connor, quien después fue ascendido a general y siguió al ejército hasta Bolivia. Otros irlandeses, que luchaban en los llanos venezolanos, reprocharon con firmeza, y a la vez con vergüenza, las acciones vandálicas de sus compatriotas.

Weildler Guerra Curvelo

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