La Estadolatría es un término empleado por el escritor Cristián Alejandro Araos Díaz en el libro “Hegemón” (Ed. Letra minúscula, 2022) para describir “la irracional creencia en un Estado como una entidad divina o superior, capaz de sustituir nuestras responsabilidades y solventar todo tipo de necesidades humanas”. Necesidades que se extasían entre las fronteras de lo primordial y el imperio de la suntuosidad expresada en obras propias del mesianismo. Hegemón, desentraña el verdadero significado del “Estado”, poniendo en tela de juicio su “existencia como eje central de coordinación social y como instrumento de dominación al servicio de una minoría gobernante, ávida de cargos y de rentas derivadas del consumo e incremento de los impuestos que solo paga la clase gobernada”.
Según Araos, esta creencia es una forma de “esquizofrenia social transitoria”, ya que el Estado en realidad es solo una minoría de personas -improductivas- bien organizadas que solo buscan asegurarse su propio bienestar. Un bienestar disfrazado de colectivo, pero que desgraciadamente viene plagado de trucos de magia para envolver a las clases populares en los dividendos intangibles de la calidad de vida que se expresan en las frías cifras de la estadística oficial y su derivado tratamiento homogeneizador.
De otra parte, Cristian asegura que dicha creencia anula el pensamiento crítico y dificulta el cálculo y la racionalidad lógica de los ciudadanos, imposibilitándoles diferenciar ficción de realidad y mentira de verdad. Esta es una de las claves para descifrar la falacia de la estadolatría. Es decir, la forma de desnudar la habilidad del sistema para mimetizarse a través de bondades e ilusiones pasajeras. Una minoría gobernante que “ficciona” los sueños de futuro y la realidad de una comunidad marginada y pérdida en los laberintos de la pobreza. Y que además recurre al efecto de la “ilusión de verdad”, la misma que a mediados del siglo pasado fue atribuida a la ley de propaganda nazi de Joseph Goebbels, para hipnotizar a la masa: «Repite una mentira con suficiente frecuencia y se convertirá en una verdad». Una mentira que con el poder de penetración de los medios de comunicación del Estado y la fuerza de convencimiento de sus dirigentes tiene la capacidad de impactar todo el espectro social con la nueva irrefutable verdad.
Del resultado de la investigación de Hegemón, el autor plantea una tesis muy interesante: “el grado de Estatalismo o los grados de intervención de una minoría gobernante sobre la clase gobernada, marca la diferencia entre países pobres y ricos; pacíficos y belicosos; sanos y enfermos; modernos y atrasados; seguros e inseguros; corruptos y menos corruptos”. Es decir, el tipo de “Estado” es el principal factor que determina la diferencia entre el desarrollo y el subdesarrollo humano. Además, se complementa la tesis con el grado de apertura política, la participación de todas las clases sociales, el nivel de apertura de las sociedades y por supuesto, los niveles efectivos de ascenso político en las instancias de poder. Por ejemplo, de los principales problemas del estatalismo en América Latina, a nivel nacional y regional, se sitúa la concentración de poder en pocas familias y la fuerza que cobra el nepotismo como ejercicio para mantener y consolidar en el poder por parte de la mal llamada “élite”.
El libro lanza una crítica yugular: No podemos continuar con la aceptación ciega y hegemónica de una cultura estatalista repleta de “metáforas y de sinécdoques”, compuesta por individuos, a los que, forzosamente se les dota de una supuesta honorabilidad y virtudes divinas superiores al resto de los mortales. Y finalmente, nos propone una nueva forma de organización, la “Essecracia”, un concepto que deja obsoleta a la democracia como la conocemos hoy: “permeada desde su legislación por grupos de poder y por peligrosos gobernantes que solo sirven a sus propios intereses”.
Como bien lo afirma Araos Díaz, Hegemón, es un “llamado a la reflexión y al cambio que resulta clave para lograr una mejor comprensión de la realidad política y social del presente”.
Arcesio Romero Pérez
Escritor afrocaribeño
Miembro de la organización de base NARP ASOMALAWI
Es lo que estamos viviendo y soportando desde hace muchas decadas, quizás desde que tengo uso de razon o quizas muchos siglos atras. Se la dejo ahi.