“No hay nada como el beso de una madre el abrazo de un buen padre y el cariño de un hogar, ay mis viejos queridos muy dentro del alma los llevo a los dos, yo quiero a mi padre y adoro a mi madre que siempre los cuide le ruego a mi Dios””
El aparte transcrito corresponde a la canción “Lo más lindo del mundo” de la autoría de Romualdo Brito que vino en el año 1990 en el álbum Fiesta vallenata que he recordado muy especialmente porque lo que dice tiene para mis sublimes connotaciones.
La humanidad agradecida ha instituido el Dia del padre, y en mi mente esta Evaristo el mío, igual parece potenciado mi deseo de emularlo predicando con el ejemplo, cumpliendo con los sagrados deberes, y fiel además a los Mandamientos de La Ley de Dios.
Vienen a mi los gratos recuerdos de cuando nos bañábamos juntos en los aguaceros, las primas noches cuando con su Radio Sanyo de forro de cuero de Onda Larga y Corta escuchábamos en frente de mi casa las noticias de “El Reportero Caracol El primero con las ultimas”, también cuando había patilla que le gustaba compartir por las noches, cuando yo desesperado le decía que la partiera, el me decía que tocaba esperar que se escuchara cuando en la propaganda de las Hojillas Gillet dijera el locutor Juan Caballero con su portentosa voz “Recuerde que en el baño no las puede comprar”, era una espera larga, los minutos transcurrían lentos, cuando al fin llegaba la publicidad esperada de inmediato corríamos a la cocina a buscar el cuchillo, aquello era divertidísimo, era un momento trascendental en mi casa, la patilla nos reunía y mi padre equitativamente repartía.
Cada día con las cosas que se ven y que se escuchan, no me queda la menor duda que Papá le quedo grande a su tiempo, es lo que se concluye sabiendo que fue nacido y criado en hamaca, en Cotoprix y criado en Monguí pueblo, de los que solo se tenía por los cantos juglarescos de épocas pretéritas, región de vocación agrícola donde la máxima aspiración de los jóvenes y los viejos era tener un pedacito de tierra y unas vacas para sobrevivir, el prefirió salir a la capital peninsular, a hacer relaciones, a conseguir amigos y aprender a leer y a escribir, el monte no hacia parte de su vocación, los corrales de ganado no estaban en sus planes, el dinero no estaba en su mente, tenia hambre de conocimiento, y Dios lo premio con una mente prodigiosa y una inteligencia natural, que junto con los valores de la honestidad que le inculco su madre antes e su temprana orfandad, fueron vitales para un periplo vital que para nosotros es el espejo que miramos para saber ante cada circunstancia que es lo que se debe hacer, que es lo más correcto y como avanzar sin hacer daño a nadie.
Evaristo el padre que mamá nos regaló nunca quiso disfrazarse de campesino porque eso requiere vocación y él no la tenía, no cultivaba plantas de pan coger, cultivaba sabiduría, no ordeñaba vacas pero de cada acontecimiento extraía experiencia y lecciones de vida, solo pudo cursar hasta tercer año elemental pero en su mente cabía Colombia, y se llevo en ella registros vivenciales de muchos hechos históricos de los cuales unas veces fue testigo, y otras veces protagonista, era el faro y guía para todo y para todos, fue quien abrió el camino para que mucha gente que no tenia con que pagar sus estudios lo hiciera, y mientras mucha gente pensaba que el futuro estaba en la riqueza material, convenció a muchos de sus coterráneos que la única inversión segura era la educación de los hijos, por eso solía decir que el mundo se dividía en dos, entre los que estudian y los que le cumplen ordenes a los que estudian, decía que no hay que temer a la competencia sino a la incompetencia, él nos enseñó que la política es para servir a la gente no para servirse de la gente, posición que no es de buen recibo en estos tiempos cuando los proyectos económicos punitivos han sustituido los proyectos políticos altruistas con el aplauso arrodillado de una ciudadanía anestesiada que no examina antes de votar la hoja de vida de los aspirantes sino la chequera de los financiadores y el prontuario de sus mecenas. .
Fue mi primer maestro quien esculpió con letras indelebles en i corazón los valores para las buenas costumbres, pero faltó tiempo porque él se fue con las luces intelectuales encendidas, gracias a Dios quedan los frutos de sus enseñanzas quedan, y además inmortalizado porque la Institución Educativa donde reciben formación las nuevas generaciones que siguen sus pasos en el pueblo lleva su nombre, y en la ordenanza por la cual la Honorable Asamblea Departamental de La Guajira creo la Universidad de La Guajira lleva su firma con buen trazo e inconfundible decoro.
Hay que reconocer así nos duela que en nuestros pueblos resulta ineludible observar que nos ha quedado grande el legado de esa generación de emprendedores, esa generación de quijotes que con las uñas labraron un gran futuro, desaprovechado por quienes no han tenido el valor de sacrificarse estudiando y trabajando honradamente, pero tampoco tienen el pudor de permitir que los guíen por el camino del bien aquellos que se sacrifican, prefieren los atajos del delito, de la indelicadeza, del odio y la destrucción moral de sus semejantes, y en lo familiar ellos nos dijeron juntos, muy unidos pero hoy el egoísmo reina y los odios entre hermanos entristecen a los angelitos que están sentados a la derecha del padre.
Padre estas junto mamá, nuestro hermano y nuestras hermanas que ya te acompañan en mi primer pensamiento del día, pero también están cada noche en el último pensamiento antes de cerrar mis ojos, pienso en tus luchas, y en esa maravillosa morada donde te encuentras, donde la muerte no existe y ante la fuente inagotable de la alegría y el amor, porque verdaderamente te seguimos amando, no lloramos por ti, lloramos ante la impiedad, ante la indolencia de la primacía de la realidad de este mundo, donde se castiga la inteligencia y se premia la indiferencia ante el dolor ajeno.
Padre acuérdate de nosotros, que a pesar de tantas cosas que han pasado, seguimos con toda la energía en el corazón para seguir cumpliendo tus instrucciones y haciendo cumplir tu santa voluntad, esa es nuestra carta de navegación, Dios y ustedes desde el cielo. Serán nuestra sombra tutelar para persistir en nuestra cruzada por las buenas obras sin esperar nada de nadie.
¡Padre solo hay uno… el mío fue un maestro de la vida!
Luis Eduardo Acosta Medina