Se cuenta en Juan 7:1-18, que se acercaban las fiestas de las enramadas en conmemoración de los días en que los israelitas deambulaban por el desierto y vivían en enramadas después de salir de Egipto. A los hermanos de Jesús les costaba creen en Él, incluso se avergonzaban, le dijeron que fuera a las fiestas y se hiciera notar, pero Jesús, consciente de que lo aborrecían, consideró que no era el momento de ir, pero terminó yendo en secreto, quedando fuera de la vista del público.
Durante las fiestas se oían muchas acusaciones sobre Jesús, aunque para algunos era un buen hombre, otros lo consideraban un farsante. A mitad de la celebración subió al templo para enseñar, los presentes quedaron maravillados; Él no hablaba para su gloria sino para la gloria del Padre.
Así como Jesús, en muchas ocasiones hemos sido objeto de burla incluso por nuestros propios familiares, posiblemente porque no somos lo que esperan que seamos, porque no complacemos las exigencias de los demás, inclusive por la fe que profesamos podemos ser ridiculizados, hasta el buen comportamiento es motivo de burla en un mundo acostumbrado a hacer lo malo.
Jesucristo tenía claro quién era y el propósito que tenía; como Él, debemos tener claridad sobre nuestra identidad, quienes somos y adónde vamos; Seguro no somos perfectos como Él y tendremos fallas, errores, pecados que Él no tuvo, pero no por eso hay que dejar de tomar la enseñanza de esta palabra.
Todos tenemos un propósito en la vida, cosas buenas por ofrecer y cosas malas por cambiar, pero no podemos complacer a todos, lo que somos y hacemos le da la plena libertad a los demás de aceptarnos o rechazarnos, unos nos acompañarán en el camino, otros nos abandonarán y otros simplemente nos mirarán pasar.
Si Jesús siendo bueno era odiado y burlado ¿Quiénes somos nosotros para no padecer lo mismo? Aunque ofrecía el bello regalo de la salvación y predicaba con mucha prudencia, para muchos sus enseñanzas eran una ofensa pues ponía en tela de juicio su comportamiento disfrazado de religiosidad, pero eso no era culpa de Jesús, pues Él se limitaba a proclamar la verdad.
No finjas quien no eres para encajar o ser aceptado (a), pese a que el Mesías sabía que lo buscaban para matarlo, no dejó de ser quien era. Sé tú, solo procura hacer lo bueno delante de Dios, eso no impedirá que la gente te acuse, te lastime, te dañe o se burle, así como tampoco impidió que Jesús muriera en la cruz, sin embargo te dará la tranquilidad de hacer lo correcto, quizás cometerás errores, pero no tengas miedo, permanece en Dios y Él permanecerá en ti.
Luego que Cristo muere, sus hermanos terminaron creyendo, incluso el centurión y los soldados que lo custodiaban fueron convencidos de que realmente era el Hijo de Dios (Mt 27:54). Lo mismo pasará contigo, Dios hará algo en tu vida que hará que esos que se burlan, callen; preparará banquete en presencia de tus angustiadores, muchos serán quienes quieran ganarse tu favor y querrán que Dios se manifieste en sus vidas, así como ha de manifestarse en la tuya.
En el mundo habrá burladores, evita tú ser uno de ellos. Burlarse es ridiculizar, así que claramente no es algo aprobado por Dios.
Dice en Isaías 20:29, que los burlones ya no existirán, los arrogantes y los que traman el mal desaparecerán. En Proverbios 3:34 dice que “El Señor se burla de los burladores, pero muestra su favor a los humildes”, solo tú puedes decidir en qué lado quieres estar.
Jennifer Caicedo