Aludiré puntos de vista sobre reciente evento organizado por El Pilón bautizado con el título de la columna. En primer lugar, resalto la calidad de los panelistas y el impecable desempeño del moderador Juan Carlos Quintero, reconocimientos que en ningún modo implican concordancia con lo expuesto allí.
Me llamó particularmente la atención la intervención de Juan Camilo Nariño cuyas locuciones apologéticas de la minería fósil rayaron en la impudicia. Con el consabido estribillo convertido en frase de cajón de la ausencia de una visión técnica, objetiva, racional y honesta de la minería de carbón por quienes cuestionan sus innegables efectos depredadores, a los que acusa de asumir posturas ideológicas y políticas. Discrepa y se va lanza en ristre contra ellos. Qué pena señor Nariño la minería de carbón no necesita que la desacrediten, su desastroso efecto depredador sobre la naturaleza absolutamente visible, la descalifica por sí misma. La deshonestidad recae de su lado, al realizar una defensa a ultranza de la extracción de carbón. Por unas monedas realiza un ridículo e indefensable rol.
Analistas como ese que, posan de tecnócratas y sabios, no son más que asalariados de los interese de la minería fósil. Seguramente envalentonados por la actual e inesperada coyuntura de precios nuevamente al alza gracias al mercado asiático. Pero justamente el mismo día del Foro, la Agenda Internacional de Energía (AIE), que carece de agenda política o ideológica mandó esta carga de profundidad “El tirón de la demanda eléctrica global en 2021 y 2022 compensará con creces el descenso pasado por la crisis y tendrá como efecto perverso la puesta en funcionamiento de nuevas centrales de carbón sobre todo en Asia, que aumentará las emisiones de dióxido de carbono (CO2)”. Sea serio Nariño, no piense con el bolsillo.
Otro argumento planteado en el evento en contradicción con otras preocupaciones es la consecuencia que los proyectos renovables puedan tener en torno al turismo,- extraño argumento debido al emisor, experto entre los expertos y a quien en lo personal considero un maestro, un sabio en esta y otras materias-, hablo de Amylkar Acosta, quien trayendo a colación una visita que realizó a Galicia en España sugiere la posibilidad que el turismo en La Alta Guajira pueda más bien ser aupado por esos proyectos. En este punto, no obstante, la autoridad de quien presagia para el departamento una circunstancia similar a la de la comunidad autónoma española me permito disentir. El turista que viene a La Guajira lo hace atraído por un turismo ecológico, de naturaleza, donde el paisaje como tal, la tranquilidad y aislamiento del mundanal ruido son los principales motivadores. Impensable conciliar esos dos mundos antagónicos. Un horizonte y un paisaje plagado de millares de aerogeneradores difícilmente puede ser un atractivo para ese tipo de turismo.
También extraño en el Doctor Acosta una defensa un tanto hiperbólica de la gestión aislada de la directora del SENA en La Guajira, quien en su opinión “motu proprio” anticipadamente preparó técnicos y tecnólogos para satisfacer la demanda de mano de obra de los proyectos. Se refirió igualmente a emprendedores y emprendimientos locales surgidos a la par de los proyectos. Sin embargo, otro de los panelistas, directivo de alguna de las empresas eólicas asentadas en el departamento sutilmente puso en duda de que esos ejercicios preliminares satisfagan las complejidades que la formación exige. Resaltó rotundamente la ausencia de mercados locales de mantenimientos y servicios. El papel de las instituciones y entidades de La Guajira dista sustancialmente de las verdaderas necesidades formativas.
Evento de pareceros, sin mayores discrepancias temáticas. Un club de amigos. Las coincidencias estuvieron a la orden del día. Con algunas salvedades primó el pensamiento homogéneo.
Jose Luis Arredondo Mejía