Los seres humanos no nacemos iguales. Ni físicamente, ni mentalmente, y tampoco nacemos con las mismas condiciones y oportunidades económicas. Las condiciones de partida de un bebe nacido de una familia de estrato seis en Bogotá son obviamente otras que las de un bebe que nace en una humilde familia campesina de la zona rural del Putumayo.
Colombia es un país con una fuerte desigualdad económica. Según los datos del coeficiente GINI para los años entre 2010 y 2021, Colombia ha sido el sexto país más desigual del mundo en términos de distribución del ingreso, y el país más desigual fuera del continente africano. Panamá y Costa Rica ocupan puesto dos y tres respectivamente de los países más desiguales fuera de África.
Hasta la fecha la humanidad no ha visto a ninguna nación o Estado en donde todos sus habitantes tengan el mismo nivel económico. Ni siquiera los países comunistas o socialistas. Por ejemplo, en Corea del Norte, Cuba o Venezuela puede haber poca desigualdad entre la población general porque se comparte el mismo nivel de pobreza extrema, pero los gobernantes de estos países gozan de lujos y riquezas astronómicas.
Panamá y Costa Rica pueden ser más desiguales que Venezuela y Cuba, si miramos el índice GINI, pero el promedio panameño es mucho menos pobre que el promedio venezolano. Hoy Panamá es un Estado más prospero y con mejor calidad de vida que Venezuela, a pesar de los índices de desigualdad.
Surge entonces aquí la pregunta famosa: ¿El Estado debe enfocarse más en la lucha contra la desigualdad que en la generación de empleo y bienestar? Para el gobierno actual de Colombia la lucha contra la desigualdad parece ser más importante, siguiendo así el triste ejemplo de Venezuela donde los gobiernos de Chávez y Maduro trataron de luchar contra la desigualdad mandando a la mayoría del pueblo a la pobreza extrema. A la miseria.
Para venderle a la opinión pública la idea de que hay un compromiso por la igualdad, el gobierno actual está en el proceso de crear un nuevo Ministerio, el Ministerio de Igualdad y Equidad. La vicepresidenta Francia Márquez será la encargada de liderar el ministerio. Este Ministerio, sin embargo, debería renombrarse en Ministerio de la Desigualdad porque ya desde adentro incumple la promesa populista de la igualdad, si asigna diferentes salarios a sus funcionarios/as. Se debería ser coherente y asignarles el mismo salario a todos. La Ministra Francia entonces no debería ganar más que la persona que le lleva el tinto. Esto sería coherente y se podría hablar de verdadera igualdad salarial, pero la izquierda radical desgraciadamente ha demostrado que no es capaz de materializar sus discursos con políticas públicas coherentes.
¿No sería mejor crear un Ministerio para la Riqueza y el Bienestar? o ¿no sería mejor dejar de crear nuevos ministerios donde se pierden impuestos en burocracia y corrupción?
Colombia por supuesto tiene que combatir la pobreza y desigualdad extrema, pero esto no se logra con discursos populistas y menos con corrupción. Se logra, entre otras, con inclusión social, generación de empleos, educación de calidad, cooperación internacional e inversión extranjera directa.
Andreas Mariano Althoff Ospina