FUEGO

¡Alto al fuego!, decir del pueblo: ni con candela ni con la salud se juega. Lamentamos los estragos de los incendios en los bosques colombianos como el incendio que ocurre en palacio. Y, si las semanas pasadas la palabra más utilizada fue el despelote, esta semana ha sido el fuego. Entre el cese de fuego con el Eln y tratar de sofocar el fuego de los cerros, ahora tenemos un cruce de fuegos entre ministros del gabinete (divagaciones), “el problema es que este es un gobierno poco técnico y le falta preparación”, escribió el profesor Juan Ruiz en El Heraldo (enero 28- 2024). Entre fuego y fuego se está jugando la democracia del país. Cada día la plataforma anteriormente llamada Twitter, hoy X, parece XXX con muchos pirómanos incendiando el país.

Aún estoy atónito y extrañado (ingenuo), cómo pudo la Cámara aprobar una reforma al sistema de salud ya de por si inconstitucional. Un proyecto que no tiene ni los estudios de viabilidad ni de factibilidad fiscal, peor aún: lo vienen ambientando para acaramelar en el Senado, tratar de pasar por encima del magín de los senadores. Si por los cerros de Bogotá, por las mesas de negociaciones, no cesan los incendios; por el lado del Estado, el derroche de nuestros impuestos parece una cortina de humos de otros incendios en la farándula gubernamental (V.gr. corbatas de Nicolás en la UNGRD y el menaje de la primera dama).

Sin los Panamericanos en Barranquilla, que generarían una ciudad/región pujante en empleos y en imagen mundial; hoy, con la inseguridad en las calles de nuestras ciudades y el empleo informal in crescendo, se viene cocinando a fuego lento una crisis de proporciones inimaginables. Y ni hablar del desfinanciamiento de la salud, hay que actualizar la UPC y el manual tarifario, no importa el modelo de salud, es menester; imponer la reforma a la brava deja cenizas en el bolsillo de los colombianos. Ni justo ni correcto con lo conseguido por el sistema mixto del aseguramiento sin tener que recurrir a la economía familiar para cuidar a nuestros enfermos, la universalidad de la atención tiene algunas cosas por corregir, pero no se puede tumbar todo y construirlo de nuevo sin saber si va a funcionar, es un experimento loco. Ya no sé quién es peor, si la Corcho o el descorchado actual ministro. Y, volvemos a lo mismo de siempre: al señor Petro le gusta ser oposición, se hace oposición a sí mismo. Ahora, en vez del acuerdo nacional, está buscando un acuerdo para crear un solo partido de izquierda, ¿desacuerdo? O ¿acuerdo nacional? La poesía le ha dado paso a la gestión administrativa, mientras tanto las regiones sin gasolina para asegurar a la población en los mínimos requeridos, insisto: se está jugando con candela.

Al presidente no le quita nada escuchar a William Ospina: “No se trata de pedir: se trata de tener orgullo y trazarse un rumbo, de decidirse a crear un mercado interno, de fundar la paz y la prosperidad en el trabajo y en la autonomía”. (El Espectador enero 21 de 2024) y refrendado por Héctor Abad Faciolince en su columna “Apagando incendio”: “Primer acto: alguien gritó en el teatro ‘El mayordomo es el asesino’, acto dos: ¡fuego!”. Tercer acto: ¿? Grandslam: ¿hasta cuándo minsalud? ¿Y el Invima?

Orlando Bustillo Pareja

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