En una publicación reciente de la Asociación Colombiana de Minería -ACM- se actualizó la información relacionada con los impactos positivos de la industria del carbón colombiano, la que indudablemente es relevante y además sirve para enterrar una de las principales tonterías con las que Petro inició su gobierno: acabar lo más pronto posible la explotación de los combustibles de origen fósil, como el carbón y el petróleo, en el país. Muchos colombianos aun recordamos el agobio que nos producían las disonantes declaraciones de la ministra Vélez al respecto.
El presidente Petro llegó a responsabilizar a Cerrejón, sin ningún soporte técnico de rigor, de las muertes por desnutrición y falta de agua de los niños wayuu que han ocurrido en La Guajira, así como de la reducción del flujo de los caudales del rio Ranchería y los arroyos superficiales que le tributan, cuya causa no es otra que la estacionalidad climática. La realidad y las mediciones del IDEAM publicadas en reiteradas oportunidades desvirtúan por completo esas calumniosas afirmaciones.
Mediante uno de los decretos de la fallida -por ser inconstitucional- Emergencia Económica, Social y Ecológica de La Guajira, el 1277 del 2023, el gobierno nacional intentó restringir o anticipar el cierre de las operaciones mineras de Cerrejón, al prohibir posibles expansiones, ampliaciones o nuevos frentes de explotación minera de carbón. Al final del proceso con esa chambona y fracasada iniciativa gubernamental, el secretario jurídico de la presidencia fue premiado inexplicablemente por el Congreso al elegirlo magistrado de la Corte Constitucional.
La ACM nos indica en su informe que el 75% de la producción de carbón del país proviene de los departamentos de La Guajira y el Cesar, en los cuales contribuye con el 44% de la economía del primero y con el 37% de la economía del segundo, aportando el 1% del PIB del país. El 99% de la producción del carbón (térmico) de estos departamentos se exporta a Asia (44%), América (37%) y Europa (18%); los otros departamentos producen carbón coque, el cual exportan en un 65% aproximadamente.
El carbón genera 50 mil empleos en el país y por cada peso que produce se generan $2.2 adicionales en otros sectores de la economía. Los indicadores de las necesidades básicas insatisfechas (NBI) de los municipios donde se produce carbón nos muestran un mejoramiento continuo, pasando de 57.1% en 1993 a 24.1% en 2018.
En 2021 la producción de carbón en el mundo fue de 7,883 millones de toneladas, con China como el primer productor con 3,962 millones de toneladas (50.3%), seguida muy distante de India con 710.6 millones, Indonesia con 614 millones y USA con 523.8 millones de toneladas, para solo mencionar a los países que producen más de 500 millones de toneladas cada año. Por su parte Colombia produjo 56.6 millones de toneladas (solo el 0.72% del total).
Con respecto a las emisiones de gases efecto invernadero, Colombia solo contribuye con una cifra cercana al 0.6% del total mundial, mientras que China aporta el 30.9%, USA el 13.5% e India el 7.3%, para solo mencionar estos grandes contribuyentes en la generación mundial de estos gases, lo que nos permiten relativizar la situación del país al respecto.
Estas cifras nos muestran claramente que en el hipotético caso en el que Colombia decida acabar con su minería de carbón sus efectos serían intrascendentes y casi imperceptibles para la industria energética del mundo y para el calentamiento global, pero si tendría un alto impacto negativo para el país y La Guajira.
En este contexto el presidente Petro no debería continuar con su afán de afectar la minería del carbón, impidiendo la generación de recursos y empleo, y agravando la situación por la que atraviesan estos departamentos mineros.
Álvaro López Peralta