HISTERIA ANTE RESULTADOS ELECTORALES. SE ATIZA LA SAÑA

Es asombroso, descomunal, digno de peores causas, la manera despiadada como la oposición de este pais, en buena medida conformada por uribistas, viudos del poder y a los que se le están sumando seudodenominados “centristas”, arremeten contra el actual mandatario por lo divino y por lo humano. A propósito, Jan- Werner Müller describe que una postura de centro en pleno siglo XXI no tiene sentido, los llama centristas zombis, y que no son más que una pantalla de humo. O como diría el fallecido e ilustre político santandereano, no son “ni chicha ni limoná”. En el fondo están escondiendo lo que son: conservadores, y eso es lo que ha primado en Colombia un pensamiento y un ejercicio con inclinaciones ideológicos derechistas. El largo conflicto armado aporta su cuota a la hora de explicar esa tendencia reaccionaria.

Esas caudas abiertamente conservadoras, en especial los “centristas”, sacan pecho, desvirtúan, sueñan despiertos y piensan más con el deseo que objetivamente, al concluir que en las recientes elecciones triunfó el Centro. Nada de eso. Además, todo sugiere que en Colombia esas posturas no tienen futuro electoral. La equidistancia entre los extremos no es ideología, es pragmatismo. Tratan de parecer razonables. Pero esa equidistancia más bien puede ser complicidad.

El tratamiento conferido a Petro en Colombia, por toda esa jauría, nos rememora el caso del Doctor Jeckill; internamente se le equipara, poco menos que con un orate, un desadaptado y desorientado mandatario, hasta de drogadicto le acusan. Mientras, en el exterior se le reconoce como a un estadista, sintonizado con las corrientes modernas de la economía, del gobierno, y de los temas relacionados con el Cambio Climático y lo que con ello se articule. Obviamente dentro de esa manada energúmena que sale a chistar, minimizar, magnificar, distorsionar, según sea la situación; lo que emane del actual gobierno, añoran y son simpatizantes cerriles de un régimen del horror que gobernó hasta hace muy poco. Reiteramos que, dentro de esa jauría, es menester incluir a muchos autodenominados “centristas” que, no son más que extremistas disfrazados de demócratas.
En este escenario post electoral acaba de resurgir ese instinto reaccionario, virulento, cuyo análisis de los resultados e interpretación sesgada los tiene de plácemes. Y revela además de la histeria antipetrista, su corazoncito medio fascistoide. Es inadecuada, si se quiere descomedida conclusión que realizan de los resultados electorales regionales que, en su delirio han convertido erróneamente en un plebiscito contra Petro. Están pletóricos de emociones, sensaciones y pasiones, ya que más allá del sonsonete de la cacareada Seguridad Democrática, de argumentos, tesis y/o teorías, pocon, pocon. Evalúan erróneamente como una derrota presidencial las recientes elecciones regionales. En primer lugar, están metiendo en el mismo saco a alcaldes salientes como los de Bogotá y Cali, ambos del Partido Verde que, si bien ideológicamente son afines al Pacto Histórico, y fueron aliados en las pasadas elecciones presidenciales, no obstante, sus líderes más conspicuos, en especial Claudia López han venido tomando distancia.

El caso del exalcalde Quintero merece un análisis diferente.
Pero es que, además, las elecciones regionales son otro cuento, no se pueden asimilar o cotejar con los procesos presidenciales. Como nunca y en su desvarío, jamás la oposición y los militantes del Centro se habían ocupado con tanto rigor ni se habían mostrado tan alborozados por lo que consideran una derrota de quien ocupa la Casa de Nariño. Más bien los recientes resultados deben convertirse en una fuerte voz de alerta, y explicar cómo una reacción y resurgimiento de las fuerzas oscuras, corrompidas, clientelistas que por décadas vienen gobernando en muchos territorios. Un retorno al pasado y una expresión contundente de que las fuerzas retardatarias están ahí. Los resultados principalmente en el Atlántico, Antioquia, Boyacá, Cundinamarca, Santander, Valle del Cauca y muchos otros territorios, en particular de la Costa Caribe, son una muestra palmaria de la vigencia de prácticas políticas vergonzosas.

Fuerza Ciudadana que es mucho más cercana ideológicamente al Pacto Histórico, gracias a su predominio y ejercicio administrativo político tanto en la gobernación como en la alcaldía de la ciudad capital, triunfó en ambos. Único territorio donde estaba y continuará gobernando en dos espacios importantes lo que se llama la izquierda. En el balance el Pacto Histórico, y en este sentido las fuerzas políticas cercanas al petrismo pues si bien no salieron avantes, tampoco se puede dilucidar ese cuadro apocalíptico que le atribuye la oposición.

En el balance el Pacto Histórico consiguió más de lo que tenía. Dada la estructura del sistema electoral colombiana en el que proliferan una cantidad de fuerzas políticas, y un candidato a cargos uninominales puede ser avalado por muchas de esas diferentes fuerzas. El Pacto Histórico, inclusive en coalianza con fuerzas absolutamente antagónicas, coparticipó en triunfos obtenidos en esas coaliciones en varios territorios. Lo anterior sin desconocer que la multiplicidad de sectores alternativos, los egos, los liderazgos fallidos, las rencillas y la divergencia y desunión que se han vuelto una constante en los movimientos alternativos conspiraron para un resultado mas decoroso.

Petro apenas lleva un año de Gobierno, intentando modificar taras y seculares políticas de desigualdad económica y social. Un conflicto armado de más de 60 años, un mapa extendido de inmoralidad y corrupción. No les parece señores de la oposición que se están pasando de calidad. Están siendo excesivamente implacables en su juicio. A los que se les atribuyen delitos atroces, genocidios, desplazamiento forzado de ciudadanos inermes, desvaríos y atropellos y violación de derechos humanos se les premio con la reelección, y a este gobierno que a escasos 14 meses en medio de una feroz oposición política en el Congreso, a una persecución y cuestionamiento desbordado, injusto, colosal y muchas veces falsa por parte de la gran prensa se le juzga desproporcionadamente. Sobre el papel de los medios de comunicación hemos sido reiterativos y nos sostenemos en que ostentan aun, un peso exagerado en la aconductacion de la opinión pública. Ni que decir de la actuación descarada de organismos como Fiscalía y Procuraduría. Autoritariamente politizadas.

José Luis Arredondo Mejía

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