APAGÓN

“Apaga y vámonos” es un decir común de quien ya no tiene esperanzas. Pues, no. Yo creo que la sensatez en algún momento debe hacerle ver al Gobierno las incoherencias y falta de sindéresis histórica. Recuerdo claramente que un minuto después de nacer mi segundo hijo, el 21 de diciembre de 1992 1:15 p. m., se fue la luz.

Estábamos en pleno apagón del famoso sobredimensionamiento energético y vivíamos el desastroso sistema nacional de salud.
Terminamos la cesárea con lámparas de mano. Salud y energía están más interrelacionadas de lo que nos imaginamos. ¿Cirugía de corazón abierto sin plantas eléctricas efectivas? Pues hoy no voy a hablar del posible racionamiento de energía sino del apagón que estamos viendo de un sistema de salud al cual, sin haber sido reformado, le están quitando el gas y la energía de recursos económicos para justificar lo injustificable, que el sistema actual es malo.

Espero que el resultado en las urnas alerte a los congresistas que tienen en sus manos la reforma del sistema de salud. En vez de acabar lo que hay, ¿por qué no se dedican a reglamentar el sistema de atención y prevención salud? Como decía nuestro director en el editorial del sábado 4 de noviembre: que nos digan la verdad, pero que la digan.

Quiero resaltar que en Colombia el sistema se basa en la universalidad, contribución y la subsidiaridad, pero más en lo contributivo, que es fundamentado en la generación de empleos. ¿Reforma laboral sin generar nuevos empleos?, mmm, ¿me desvío del tema? No.

Me gustaría recordarles a los honorables senadores y representantes a la Cámara que el sistema de salud está basado en el pleno empleo formal y la contribución; que además, como cualquier otro sector de la economía, los valores de la cápita y del gasto deben ser actualizados año por año teniendo en cuenta las variables demográficas y tecnológicas. No hay una inercia que cubra el déficit, hay que actuar con eficiencia y actualización de cifras. El 55% de los colombianos están en el subsidiado y el 45 en el contributivo, grave. Esto deben tenerlo en cuenta quienes piensan reformar la salud y trabajo. Por eso insisto, estudien bien qué van a hacer. No hay otra forma de decirlo. Los cálculos políticos para las reformas sociales son un Harakiri y peor, pueden llegar a ser un delito de lesa humanidad.

Está claro, quiera o no el Gobierno reconocerlo, que las urnas hablaron; cambios, sí, pero no de cualquier forma. A los nuevos alcaldes y gobernadores: no se equivoquen, deben exigir al Gobierno central y al Congreso cordura, sensatez y estudio minucioso de las reformas sociales, el impacto en el ciudadano en su día a día lo van a recibir ustedes. La Paz Total es con los colombianos todos, no solo con los insurgentes.

Un apagón inminente del sistema de atención en salud y si lo acompañamos con los deterioros de los indicadores económicos puede estallar en la cara del presidente y su gabinete con resultados inimaginables en el pueblo colombiano. Estamos notificados y advertidos. Ya lo dijo Ramiro Bejarano: “Por menos han caído imperios”.

Orlando Bustillo Pareja

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