Tatiana es una mujer de negocios, a lo largo de su vida se ha dedicado a la compra, venta y arriendo de inmuebles. Un día le cuenta a Vanessa que estaba feliz por el nuevo arrendatario de una de sus casas, quien le pagó un par de meses por adelantado, pero para su sorpresa se trataba de un hombre que hacía escándalos en el barrio, buscaba conflictos con los vecinos, por lo que continuamente La Policía llegaba a poner el orden; las quejas eran constantes y la tenían abrumada.
Para la tranquilidad de Tatiana, ella y su arrendatario acordaron terminar el contrato de mutuo acuerdo una vez se cumplieran los meses que ya se habían cancelado, sin embargo, Tatiana tuvo temor de volver a arrendar, le producía ansiedad no saber con qué tipo de persona trataría al momento de hacer un nuevo contrato.
Vanessa le dijo “ora para que Dios traiga a tu casa una persona honesta, cumplida con los pagos y además que sea educada, para que no vuelvas a tener este tipo de inconvenientes”, Tatiana sonrió y hasta sorprendida manifestó que no ocuparía a Dios con algo tan trivial.
Vanessa le contó que cuando estudiaba en la grande y fría capital, le fue muy difícil adaptarse a una pensión, compartir la habitación y el baño con otros estudiantes no era de su agrado; pasar de la sazón de su abuela a menús que consideraba insípidos era casi una tortura, ello sin contar lo poco variado que era.
Un día optó por tomar un apartamento en arriendo con una amiga, lo que no fue buena idea, su amiga hacía fiestas entre semana y de manera regular, por lo que Vanessa iba trasnochada a clase casi todos los días.
Luego de hacer lo pertinente, decidió tomar una pensión sin incluir la alimentación y se mudó donde un señor aparentemente respetuoso, quien una vez, provechando que su hija estaba de viaje, metió una mujer al apartamento, se drogó y tuvo sexo, sin importarle que Vanessa estuviera en la otra habitación escuchando todo; de ahí también salió horrorizada para la casa de una amiga quien la recibió un tiempo, allí dormía en un sofá-cama.
Su amiga fue muy gentil al recibirla, pero Vanessa no quería incomodar mucho tiempo, además también le urgía una habitación donde pudiera tener privacidad y comodidad, así que, un día quedando sola en el apartamento decidió poner su situación en oración.
Vanessa, cansada de dar vueltas por toda la ciudad y ya apenada con su amiga, oró toda la mañana pidiéndole a Dios que la ayudara a conseguir un lugar donde vivir, que fuera cómodo, pero sobretodo tranquilo y seguro. Alrededor de la 1:00 P.M., salió a almorzar convencida que pronto Dios concedería su petición.
En el camino a almorzar, reconoció un edificio en donde vivía Eugenia, una amiga de su mamá, quien fue su vecina cuando vivía en el pueblo. En una de las ventanas, vio un letrero que decía “SE ARRIENDA HABITACIÓN”, no dudó en llamar, le daba cierta seguridad que en ese edificio vivía alguien conocido.
Cuando contestan la llamada, de inmediato reconoció la voz de la señora Eugenia, era justo la amiga de su mamá quien tenía la habitación para su arriendo, a Vanessa le corrieron lágrimas por sus mejillas, estaba tan sorprendida y agradecida, era casi increíble. Esa misma tarde, después de almorzar, buscó sus maletas y se mudó.
Tatiana, al escuchar su historia le dijo “¿en serio oraste por eso?”. “Sí”, le respondió Vanessa, “estaba desesperada y temerosa de no saber dónde me iba a meter esta vez, así tal cual como estás tú ahora, temerosa de no saber a qué tipo de persona le vas a arrendar”.
(La historia contada es real, los nombres fueron cambiados para proteger la intimidad de las protagonistas).
Para el buen Dios no hay nada insignificante, en primer lugar, no conoces las motivaciones que tiene una persona para elevar una oración. Lo que es intrascendente para ti, para otros puede ser de gran importancia; en segundo lugar, se trate de algo muy grande o de algo muy pequeño, el Señor cuida de nosotros y tiene el control de las cosas más sencillas, Él no descuida ningún detalle y anhela que confiemos en Él, hasta en aquello que es aparentemente insignificante.
En Mateo 10:29 dice que ni un solo gorrión puede caer a tierra sin que el Padre lo sepa, en el versículo 30 dice que Dios lleva la cuenta de nuestros cabellos. ¿No somos nosotros más valiosos que los gorriones? ¿No fue por nosotros que mandó a su Hijo a morir en la cruz para la salvación de nuestras almas?
Que Dios tenga contados nuestros cabellos puede parecer algo sin mucho sentido, pero eso nos dice que, para Él, todo cuanto nos pasa le importa, que tiene cuidado de nosotros, hasta de aquello que aparentemente no es significativo, su amor es tan sublime que no pierde el cuidado de lo más mínimo, así que, una vez más, ORA por todo, HASTA QUE ALGO SUCEDA.
Oración: Sé Señor que nada se escapa delante de tus ojos, que tú conoces lo que me angustia, lo que me acongoja; quizás para otros puede ser algo insignificante, pero sé que, para ti, nada de lo que me sucede lo es. A veces hasta yo mismo (a), le resto valor a las cosas y a los sentimientos que me producen, pero hoy, sabiendo que aún mis cabellos están contados, tengo la certeza que tú tienes cuidado de mí y de cada detalle de mi vida, que por pequeño que sea o parezca, a ti te importa; por eso pongo delante de ti cada una de las situaciones que vivo. sabiendo que tú tomarás el control de cada una de ellas y obrarás conforme a tu buena, agradable y perfecta voluntad. Amén.
Jennifer Caicedo
Totalmente cierto . Gracias por compartir estas palabras con nosotros .