Aquellos que luchan por la libertad, defienden la idea según la cual, la libertad se encuentra en la incertidumbre, alejados de la seguridad y el confort, confiando en el perfecto movimiento de la vida, sin importar lo que ocurra, porque, finalmente, nada es constante. Pero ¿es sostenible? La anterior utopía es atractiva hasta que se aterriza a la realidad de un cambio de gobierno tan drástico como pasar del de Duque al de Petro, en donde lo último que se quiere tener, es incertidumbre y poca libertad.
Gustavo Petro lleva 22 días como presidente de la República; soñado para muchos, temido para otros. Y, aunque no se puede negar la capacidad oratoria de nuestro presidente electo, tampoco hay que desconocer que la seguridad que transmite mediante sus palabras, la borra con sus acciones, dudas, cuestionamientos y hasta incluso, ausencias. El panorama en Colombia no está claro.
En primer lugar, vemos como el Congreso que se pensaba que era el del “cambio” resultó ser la continuación del circo del que venimos acostumbrados. O, ¿cómo llamamos la forma en que eligieron al Contralor General de la República, Carlos Hernán Rodríguez? Fue una muestra de clientelismo disfrazada de democracia liderada por Roy Barreras, mejor conocido como el “mal necesario”, pues si lo que se busca es llegar al poder, hay que buscar ayuda del ‘señor del mal’. En fin, el Congreso deja mucho que desear, no sólo por la falta de experiencia de muchos, sino por las ansias de poder de otros, sacando sus discursos populistas para captar la atención del electorado asumiendo incluso, debates innecesarios y llenos de inconsistencias.
No se sabe realmente cuánto reciben de salario los congresistas con todas las deducciones, ¿si realmente les pagan o no el almuerzo con recursos públicos? ¿quién tiene camioneta blindada? ¿quién excede los escoltas del esquema de seguridad ofrecidos por la UNP? Hay un completo desorden en sus problemáticas vidas, tan es así que el representante Jhon Fredy Núñez, sin ningún reparo fue diciendo que “nunca había aguantado tanta hambre como en el congreso”. Debates a otro nivel.
Pero el Congreso no es el único problema; Gustavo Petro por sí solo, entró pisando fuerte. Nos ha dejado deleitarnos o aterrorizarnos con sus nombramientos y simbolismos. No hay que ser petrista para darse cuenta que tuvo la posesión más cercana y emotiva que haya logrado algún mandatario en Colombia, ni tampoco se puede desconocer que vino a romper ‘esquemas’ en cuanto a nombramientos e ideas. Aquí algunos:
- José Antonio Ocampo, ministro de Hacienda puso sobre la mesa la temida Reforma Tributaria, en la cual, continuamos con la lógica de castigar a quien genera empresa y riqueza en Colombia y así premiar a quien quiere comer sin esfuerzo recibiendo subsidios del Estado;
- Nestor Ossuna, ministro de Justicia generó debate al proponer la famosa ‘Justicia Restautiva’, y así reducir el colapso del sistema penitenciario, inútil para unos, pedagógica y funcional para otros.
- Gloria Ramírez, ministra del Trabajo dio de qué hablar por sus banderas comunistas y afinidad con Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Evo Morales y Rafael Correa. Las redes sociales no perdonan, mucho menos olvidan.
- Desasosiego generaron los ajustes en las Fuerzas Militares y en la Policía Nacional, aún más después de la salida de los 48 generales y almirantes. ¿Un respiro para los grupos armadas? ¿Camino libre? El Tiempo dirá sus consecuencias.
- Petro ha propuesto el fin de la exploración petrolera argumentando que este sería el primer paso para la transición energética y así, asumir una postura más amable con el medio ambiente. ¿Y la riqueza que se genera de ello? ¿Qué prima?
- También ha generado confusión el directo restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Venezuela y no de forma parcial, sino absoluta. ¿La mayor cantidad de alianzas con países socialistas y comunistas? ¿Con qué fin?
Todo lo anterior refleja una entrega absoluta a lo desconocido, a un estado de poca capacidad de maniobra y libertad, sin claridad del futuro, donde lo único seguro, es que nos encontramos en la insoportable incertidumbre, con muchas dudas y pocas respuestas.
Adenda. La vida privada de Gustavo Petro dejó de ser – privada – cuando asume la presidencia. Por lo anterior, los colombianos merecemos saber, ¿Cuál es su estado de salud? ¿por qué sus ausencias sorpresivas? Presidente, la verdad ante todo.
PAULA CALDERON BUITRAGO