Hebreos Capitulo 2
Debido a que los hijos de Dios son seres humanos —hechos de carne y sangre— el Hijo también se hizo de carne y sangre. Pues solo como ser humano podía morir y solo mediante la muerte podía quebrantar el poder del diablo, quien tenía el poder sobre la muerte. Únicamente de esa manera el Hijo podía libertar a todos los que vivían esclavizados por temor a la muerte. Hebreos 2:14-15
Esta carta a los Hebreos expresa que Jesús le quitó a Satanás el poder que tenía sobre la muerte. Es decir, Cristo con su sacrifico anuló la obra del diablo sobre nosotros, gracias a El ahora seremos resucitados y viviremos para siempre. En el principio de la creación, el diablo tuvo el poder de introducir la muerte sobre la humanidad a través de la tentación a Eva y la consecuente desobediencia a Dios. Por esto, todo hombre está destinado a la muerte física (Hebreos 9:27 Todos los seres humanos morirán una sola vez y después vendrá el juicio).
La palabra de Dios dice que el diablo tiene definido su destino en Apocalipsis 20:1-3, 10 Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo… Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.
Es por esto, que no quiere pagar su condena sólo. Él sabe que sin Jesús definitivamente estaríamos condenados a compartir su mismo destino. Por ello, su propósito es alejar al hombre de Dios y que su alma sea condenada a una eternidad sin Él. En este sentido se nos advierte en la palabra de Dios: Y no temáis a los que matan el cuerpo, más el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno. Mateo 10:28
Está exhortación se da, en tanto que, la mayoría de personas estamos tan sumidos en lo que sucede en el plano natural y en lo que nuestros ojos pueden percibir, que no logramos percatarnos de lo que sucede en lo espiritual. Pero la realidad es que hay una batalla que se libra por nuestras almas, hay un plan de destrucción fraguado por satanás para matar nuestra alma en el infierno y debemos ser conscientes que tenemos dos caminos, uno para vida y otro para condenación eterna.
Si hiciera hoy una investigación respecto de quién está preparado para morir, seguro la respuesta sería que nadie. La mayoría en alguna medida, tenemos miedo de abandonar este mundo; y esto se debe a que Dios cuando nos creó, colocó eternidad en el corazón del hombre como dice en Ezequiel 3:11 Sin embargo, Dios lo hizo todo hermoso para el momento apropiado. Él sembró la eternidad en el corazón humano, sin embargo, no logramos comprender el alcance de lo que Dios ha hecho desde el principio hasta el fin.
La realidad es que nadie quiere morir. Es crudo decirlo, pero no podemos evitar que la muerte llegue, algunas veces de manera inesperada, otras veces en la vejez, pero nunca fallará a su cita. Al respecto, la Biblia enseña que la muerte es un enemigo en 1 Corintios 15:26 “Y el último enemigo que será destruido es la muerte”. Y
A muy pocos nos gusta pensar o hablar de este enemigo, nos da temor o angustia. Algunos incluso, prefieren pensar que no hay nada más después de morir y hasta aquí llegamos, no obstante, la palabra de Dios señala que hay vida después de la muerte y para aquellos que creen en Jesucristo y le han aceptado como salvador y señor, la muerte no será el final. El que cree en el Hijo tiene la vida eterna, pero el que no obedece al Hijo no tiene la vida eterna, sino que ha sido condenado por Dios. Juan 3:36.
Cuando las personas mueren, el cuerpo se convierte en polvo y el espíritu o “aliento de vida” vuelve a Dios, que es la fuente. ¿Pero qué sucede con el alma? Dice la palabra en Ezequiel 18:4 “Tan cierto como yo vivo, dice el Señor,… todas las almas son mías;… el alma que pecare, esa morirá”
Pero, el deseo de Dios es que todos tengamos vida eterna Juan 3:16. Y que esta verdad sea compartida con otros, orar por aquellos que aún están confundidos por Satanás y no han logrado salir de la esclavitud. “Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido”. Eclesiastés 9:5
Ahora bien, antes de Jesús todos estábamos destituidos de la gloria de Dios, pero gracias a su resurrección recibimos justificación y El pagó nuestras condena. Romanos 3:22-23 Dios nos hace justos a sus ojos cuando ponemos nuestra fe en Jesucristo. Y eso es verdad para todo el que cree, sea quien fuere. Pues todos hemos pecado; nadie puede alcanzar la meta gloriosa establecida por Dios.
Por esta razón, en vez de vivir con miedo a la muerte, esto debería llevarnos a despertar nuestra conciencia y dejar de actuar como si fuésemos a vivir para siempre en este mundo, de esa manera nos aseguraremos de vivir la vida en abundancia que Dios nos ha entregado y que lo que hagamos, pensemos y hablemos, nos lleve a dar gloria a Dios en todo tiempo; que nuestro deseo y anhelo esté en alcanzar la verdadera vida que está escondida en Jesucristo su hijo, porque todo en este plano es temporal, excepto el amor de Dios.
Por mucho que el hombre intente escapar de la muerte es inútil, esto es algo inevitable, pero mientras llega el punto final de nuestra historia, cerciorémonos de vivir la vida a plenitud, sin temor, eligiendo primero a Dios todos los días, agradeciendo cada minuto, tratando bien a los demás, siendo excelente en todo lo que debamos hacer, estando en paz con todos, enfocándonos en los eventos favorables y en las oportunidades que se nos presentan a diario de impactar la vida de otros a través de nuestra propia existencia y que la muerte como al apóstol Pablo se nos convierta en ganancia. «Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia» (Filipenses 1:21).
A ti que estás leyendo este mensaje hoy, si aún no conoces a Jesús, o talvez has oído de El pero no lo has reconocido y aceptado en tú corazón como el único y suficiente salvador de tu vida, el que puede darte vida en abundancia y una eternidad a su lado; te invito a que puedas elevar esta oración a Dios: “Querido Dios, hoy reconozco que he fallado, talvez no he llevado una vida agradable a tus ojos, pero me acerco a ti porque quiero a través del sacrificio de Jesucristo en la cruz iniciar una relación contigo, hoy reconozco a Jesús como mi Señor y mi Salvador, perdona mis pecados, escribe mi nombre en el libro de la vida y bórralo del libro de la muerte. Entra en mi vida, enséñame a confiar en ti, a amar como tú me amas y a cumplir el propósito por el cual me enviaste a este mundo. En el nombre de Jesús. Amen.”