LA MUJER EN LA SOCIEDAD

Desde la antigüedad, el papel de la mujer en la sociedad ha sido severamente cuestionado, incluso hoy en día se logra evidenciar que lo único que han cambiado son las temáticas que componen el eje prejuicioso del lente bajo el cual las mujeres hemos sido vistas desde siempre. Llegar a una verdadera igualdad es ciertamente una lucha que por momentos parece más una ilusión y lograr que el entorno deje atrás los prejuicios sociales que de una u otra forma han influido en la vida y las decisiones de todas las mujeres para muchos puede ser una verdadera utopía

Anteriormente, la gran preocupación de las mujeres era no llegar a ser escogidas para ser esposas, era verdaderamente aterrador no llegar al altar jamás. A pesar que era importante contar con la suerte de conseguir un hombre distinguido y adinerado el cual garantizara que la familia no pasaría necesidades, esto dejaban de ser importantes cuando la edad de la mujer iba avanzando, en ese punto era mejor estar casada con cualquiera hombre que no estarlo, sin importar si algún día  lo soñó o no o peor aún si sentía el más mínimo afecto por  dicho prospecto. No obstante, esta no era el fin de su lucha, más bien era el inicio, luego venia el esfuerzo por tener al marido contento y mantener la casa tan limpia y la sonrisa tan bien definida que la sociedad pudiera envidiar y admirar tal familia tan perfecta.

 Hay que tener en cuenta que el mundo cambia todo el tiempo y las ideas que en ciertas épocas fueron llamadas modernas un día ya dejan de serlo al convertirse en parte de la cotidianidad. La presión social que recaía sobre las mujeres tiempo atrás solo ha cambiado el motivo, pues ahora la mayoría de las mujeres mantienen abierta o secretamente el afán y la presión de ser profesionalmente y físicamente dignas para merecer el cariño y aceptación de un hombre. Es decir, La sociedad sigue teniendo el mismo poder frustrante de decidir los estándares correctos que conforma la vida en pareja y por ende a la familia.

La mayoría de las personas esperan que los cambios sean socialmente aceptados para comenzar a pensar y a reflexionar sobre ellos, mientras tanto muchas siguen anhelando un cambio o algo más interesante que esperar de la vida, sin mover un solo dedo para que suceda, son  anhelos que nunca dejan de ser sueños, gracias al miedo de no ser bien vista para los demás.

Por tal motivo, Sería realmente maravilloso que un día empezáramos a entender que independientemente del lugar geográfico y la cultura donde se habite, las mujeres somos seres capaces y fuertes, merecedoras de oportunidades, poder de elegir y respeto, ser vistas por lo que somos y no por lo que podemos aportar material o cognitivamente en una relación, entender que los sentimientos que deberían caracterizar a la familia son totalmente independientes de las posesiones materiales, a su vez erradicar la discriminación intelectual y social.  Tal vez ese día podamos hablar de un verdadero progreso y de familias fundamentadas sobre las bases de la unión, la felicidad y sobre todo la libertad.

 

MARIA DEL MAR FIGUEROA

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