Detenerse por un minuto a pensar por que pasan tantas cosas en los últimos meses en el país es suficiente para expresar palabras como:” ¿Qué karma estamos pagando? ¿O que Calvario es este?, la sociedad colombiana hoy más que nunca se encuentra inquieta, triste, renuente, y otro gran número de habitantes al parecer están perdiendo la Fe en que las cosas van a mejorar, la situación de la pandemia del Covid-19 que llego para quedarse pero que al parecer está dando un respiro o más bien un parte de tranquilidad por la desaceleración de contagios a nivel nacional, por otro lado el creciente número de masacres de líderes sociales, asesinato de civiles en manos de la policía y el ultimo acontecimiento como lo fue el asesinato de una mujer que se desplazaba en su vehículo con el esposo y por no acatar la señal de pare un soldado dispara causándole la muerte instantáneamente.
Por otro lado el escándalo de Santander donde un operador del programa de alimentación PAE suministró para el consumo de los estudiantes carne de Burro y Caballo en un acto ruin, deslamado, y doloso para con la comunidad estudiantil que no alcanzamos a imaginar el trauma causado al enterarse de lo que consumieron por más de un año en sus escuelas, una vez más el gobierno se va por las ramas y no afronta con la popular mano dura este tipo de actos, solo se escuda en que “se harán las investigaciones pertinentes” para dar con los responsables lo cual queda siempre allí, en la investigación y ya.
Mentir seria concluir que todo está bien, que el gobierno tambalea pero que hay que seguirle dando oportunidades de mejorar cuando ya entro en el tercer año de mandato y que no se logra apreciar una salida pronta a tantas cosas que pasan, mientras el primer mandatario expresó en la intervención ante la ONU insinuando que vamos por buen camino, que no hay divisiones en el país, que hay consenso en todos los sectores en lo concerniente a la paz, y un gobierno que lucha por mantener paramos para proteger el líquido vital, cuando pretendían dar permiso de operación minera en unos de los páramos más reconocidos en el país, ante esto se perciben tipos de ciudadanos en los que resaltan: El colombiano promedio que por miedo no habla, el colombiano conformista, y los que hablan y son callados con dinero y por otro lado los callados por las balas.
Acontecimientos vergonzosos como los antes mencionados nos dejan muy mal parados frente a la opinión internacional, genera escozor mencionar todo este tipo de hechos, decepción de pensar hasta donde ha llegado la bajeza del ser humano, miedo del país en el que vivimos, vuelven a desatarse las olas de violencia que hace varios años no estaba tan intensa como ahora, y la desesperanza que nos toma en sus manos y nos aprieta sin querernos soltar.
Será karma? ¿O más bien un calvario incesante?
Dominik