LA NULA CAPACIDAD DE CONCERTACIÓN DE PETRO

Muchas y frecuentes actuaciones del presidente Petro han reconfirmado su nula capacidad para explorar opciones diferentes a sus creencias y propósitos, lo que le impide buscar y llegar a acuerdos; es decir, para concertar. En ese contexto de relacionamiento político y gubernamental demuestra en forma reiterada ante la opinión pública, ante sus contradictores políticos, y aun ante los que son cercanos a él, su talante prepotente y con rasgos dictatoriales, que alimenta su inconsecuente e incoherente ideología.

Ni siquiera muestra actitud proclive a zanjar las diferencias políticas que mantiene con integrantes de su misma coalición que lo llevó al poder. Las recientes y sorprendentes declaraciones del senador Iván Cepeda, muy cercano ideológicamente a él, relacionadas son el indescifrable proceso constituyente -que no apoya- y con la necesidad de dialogar para lograr un posible acuerdo nacional -que si considera urgente y necesario- lo demuestran claramente. Confirmando, además, que la enorme tozudez del presidente le impide leer acertadamente las señales y los mensajes que frecuentemente le envían los lideres y organizaciones de los sectores políticos, económicos y sociales del país, lo que si ha logrado este senador.

Como ejemplo de lo que aquí afirmamos existen algunos hechos concretos, entre ellos: Tan sólo habían transcurrido algunas horas, luego de que el Senado -con base en anunciados acuerdos previos con el gobierno nacional-, aprobara en segundo debate la reforma a las Pensiones, cuando el presidente Petro salió a cuestionar el acuerdo que bajó el umbral para afiliación obligatoria a Colpensiones a 2,3 salarios mínimos, manifestando que, con la ayuda de la Cámara de Representantes, que ha dado muestras de apoyar sus iniciativas, buscará subirlo a 4 salarios. Un vulgar irrespeto e incumplimiento de los acuerdos con la comisión al Senado, que claramente busca darle la estocada a los fondos privados de pensiones, con efectos nefastos y contrarios a la supuesta complementariedad de los dos regímenes pensionales.

Por otra parte, luego de las multitudinarias y pacificas marchas, realizadas el 21 de abril con gran entusiasmo por muchísimos colombianos, para protestar decididamente en contra del pobre desempeño del gobierno nacional, el presidente Petro, en otro acto de irrespeto, salió a demeritarlas al considerar que solo habían salido a marchar 250,000 personas pertenecientes a la derecha y ricas, al tiempo que ignoró la gran marcha realizada en Barranquilla, y otras realizadas en la región Caribe.

Igualmente, y tras el conclave de su equipo de gobierno en Paipa, a pesar de que Luis F. Velasco, ministro del Interior, y algunos altos funcionarios del gobierno nacional manifestaron que la reunión había sido “para hacer autocrítica, corregir errores, tender puentes y escuchar a los colombianos que no son seguidores del Pacto Histórico”, el presidente Petro, por el contrario, en un intento de hacer contrapeso, aprovechó el momento para reforzar su invitación a marchar el 1º  de mayo para celebrar el día Internacional de los trabajadores, con la inocultable aspiración de igualar o superar las marchas del 21 de abril, para lo cual ordenó a sus ministros y altos funcionarios poner a trabajar a toda la maquinaria oficial para lograr una masiva presencia de gente en las calles durante esta conmemoración laboral, en la que buscó y logró ser protagonista con un largo discurso en el que promovió el odio y la lucha de clases entre los colombianos. Algunas versiones indicaron que hubo recompensas por asistir a la marcha.

Quedó claro que no todos los sindicatos y trabajadores apoyaron la idea de que el presidente usurpara el espacio de la celebración histórica de los trabajadores. Así lo hicieron conocer a través de los medios de comunicación. La pelea por las tarimas en la plaza de Bolívar fue solo un reflejo de esa realidad política que actualmente experimenta la fuerza laboral del país.

En su estrambótico discurso el presidente Petro no hizo alusión, como todos los colombianos esperaban, al comportamiento negativo del desempleo en el país, el cual llegó al 11.3%, con un incremento del 1.3% con respecto al mismo mes del año anterior. Era el escenario propicio para hacerlo. Pero su discurso estuvo estratégicamente más enfocado a ocultar esa dura realidad, que empobrece a aún más a los colombianos, pues reduce sus oportunidades de obtener ingresos para el sustento y bienestar de sus familias, que a explicar las medidas efectivas que implementará para contener el evidente deterioro del mercado laboral.

En su largo discurso le dio prioridad a la demagogia y al populismo que al manejo responsable de la realidad económica que sufrimos los colombianos.

Pareciera que el gobierno nacional no ha advertido que la desaceleración de la Economía está haciendo que la caída en la generación de nuevos empleos sea mas evidente y haga apremiante la reactivación.

Álvaro López Peralta

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