LA PARADOJA DEL RENDIMIENTO: CUANDO HACER MENOS TE HACE LOGRAR MÁS

En un mundo que parece premiar a quien más corre, a quien más llena su agenda y a quien responde correos incluso en la madrugada, detenerse puede parecer un acto de rebeldía.

Sin embargo, cada vez más personas -y organizaciones- están descubriendo una verdad profunda y sencilla: no se trata de hacer más, sino de hacer lo que realmente importa; voy a repetirlo: “No se trata de hacer más, sino de hacer lo que realmente importa”. Esta es una forma alternativa de ver el trabajo, el propósito no es solo una palabra bonita para colgar en la pared (entre la visión y los valores); es la brújula que nos permite hacer menos… y lograr mucho más, o como dicen comúnmente en otros países: “Work Smart, not hard”.

 

El espejismo de la productividad sin propósito

La era de la ocupación constante es la reina en las organizaciones de hoy. Preguntamos ¿cómo estás? y recibimos como respuesta: “ocupado”. Como si el estar lleno de tareas, reuniones y pendientes fuera una medalla al mérito… a veces lo dicen hasta con orgullo.

Sin embargo, esta lógica nos lleva, muchas veces, a “el paradigma de la bicicleta estática”, donde las personas pedalean todo el día, pero siguen en el mismo sitio, confundiendo movimiento con avance, y desgaste con valor. El verdadero rendimiento no se mide por la cantidad de cosas que haces en un día, sino por cuántas de ellas te acercan a lo que realmente quieres construir.

Un estudio de la Universidad de Stanford reveló que trabajar más de 50 horas a la semana no solo no mejora el rendimiento, sino que lo reduce drásticamente (Pencavel, 2014). En otras palabras, más horas no significan más logros. El cuerpo y la mente humana necesitan pausas, dirección y propósito para operar a su máximo potencial.

Pregunta para reflexionar:

¿Estás trabajando mucho, o estás trabajando con sentido?

 

La fuerza de la intención: con frecuencia menos, es Más

La paradoja del rendimiento nos muestra que reducir la cantidad de tareas puede incrementar la calidad de los resultados. Hacer menos no es hacer poco; es elegir con intención el proceso, su ejecución y compromiso con el resultado. Se trata de tener la valentía de soltar lo que no suma y la claridad para enfocar la energía en lo que transforma.

Este principio lo exploré cuando escribí Rodando, al narrar cómo un simple paseo en patines se convirtió en una lección de equilibrio entre lo que ya sabía hacer y lo que aún necesitaba aprender y/o reaprender. Allí entendí que la clave no era la velocidad, sino la conciencia con la que decidía cada movimiento (Mendoza-Puccini, 2024a).

En el entorno organizacional ocurre lo mismo. Las empresas que logran enfocarse en su propósito, su esencia, y lo comunican con claridad a sus colaboradores reducen los errores, mejoran su productividad y elevan la satisfacción interna (Harvard Business Review, 2022), es que tener un equipo donde todos saben con claridad por qué y para qué existe la empresa, qué y cómo realiza sus actividades, les permite a todos los colaboradores “remar para el mismo lado”.

Imagina una empresa que decide enfocarse solo en tres objetivos estratégicos al año, en vez de diez. Esa simple decisión no solo libera a los equipos de la sobrecarga, sino que les permite concentrar energía, recursos y talento en lo que verdaderamente mueve la aguja del impacto. Este es un concepto muy utilizado por métodos de gestión y mejoramiento de procesos y calidad, por ejemplo, Lean Six Sigma, donde es imperativo enfocar los esfuerzos en procesos y actividades que cumplen con dos requerimientos: son importantes y aportan valor.

El rendimiento con propósito transforma culturas

Hacer menos y lograr más no es solo una decisión individual; también es una estrategia poderosa para transformar la cultura de una empresa. En Trabajo al ritmo de la gente reflexionaba sobre cómo las organizaciones que se ajustan al ritmo de sus empleados (en vez de imponerles un ritmo ajeno y en exceso acelerado), no solo mejoran su clima laboral, sino que se vuelven más resilientes, innovadoras y humanas (Mendoza-Puccini, 2024b).

Cuando dejamos de premiar (idealizar) al que siempre está ocupado y empezamos a valorar al que genera impacto con equilibrio, nace una nueva cultura: una donde el bienestar y el propósito son aliados del resultado, y son vistos como un “lujo posterior al proceso productivo”.

Un estudio de Deloitte (2023) confirma que las organizaciones centradas en propósito tienen un 30% más de probabilidad de retener talento clave, y un 40% más de posibilidades de liderar procesos de innovación sostenida, ambos resultados brindando un aporte medible y evidente en el balance de la empresa.

 

Tecnología con alma: usar los datos para elegir mejor

La inteligencia artificial, los tableros de control y los indicadores nos ofrecen una oportunidad sin precedentes: ver con claridad dónde estamos invirtiendo nuestro tiempo, qué tareas generan valor y cuáles solo alimentan la ilusión de la productividad.

No se trata de eliminar la tecnología, sino de humanizarla. Usarla para identificar cuellos de botella, simplificar procesos innecesarios y, sobre todo, crear espacio para lo importante.

Como planteé en mi columna Datos, decisiones y un nuevo comienzo, cuando usamos los datos con calma, podemos utilizarlos como una brújula, encontramos caminos para decidir con más sabiduría, con menos prisa y minimizando los riesgos (Mendoza-Puccini, 2024c).

 

La valentía de simplificar

Reducir no es restar, es refinar. Es tener el coraje de preguntarnos:

  • ¿Esto que estoy haciendo, responde a mi propósito?
  • ¿Qué pasaría si dejara de hacer esta tarea?
  • ¿Estoy ocupándome o estoy logrando algo?

Un líder que se atreve a simplificar su agenda está dando el ejemplo. Una empresa que se atreve a reducir sus objetivos estratégicos está mostrando madurez. Un profesional que se atreve a decir “no” está, en realidad, diciendo “sí” a lo que verdaderamente importa.

 

Menos como camino a más

Hacer menos puede ser la decisión más poderosa que tomes este año. Porque hacer menos te obliga a pensar, a elegir, a priorizar. Y en esa priorización, descubres que tu valor no está en la cantidad de cosas que haces, sino en la profundidad con que las haces.

Como decía Peter Drucker: “No hay nada tan inútil como hacer con gran eficiencia algo que no debería haberse hecho en absoluto.”

 

Te invito a reflexionar:

¿Qué podrías dejar de hacer hoy para acercarte más a tu propósito?

¿Qué pasaría si tu empresa hiciera menos, pero con más alma?

La respuesta a estas preguntas puede cambiar no solo tu productividad, sino tu vida.

  

Juan Manuel Mendoza-Puccini

DESCARGAR COLUMNA

Referencias

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Abrir chat
💬 ¿ Necesitas ayuda?
Hola 👋 ¿En qué podemos ayudarte?