LA SÉPTIMA LLAMADA

Hay momentos en la vida en los que sentimos que el alma toca la puerta desde adentro. No suena como un escándalo ni como un trueno; es más bien un susurro insistente, una corazonada que te agarra por dentro y no te suelta. Es ese “algo” que te dice: ya es hora. Hora de caminar distinto, de dejar de complacer, de sanar heridas viejas y dejar de vivir a medias. Yo lo sentí así. Como una sacudida sutil pero firme. Como un mensaje que no vino en un sobre, sino directo al corazón.

Dios, en su perfecta sincronía, me mostró una nueva etapa. No era un giro drástico, pero sí un rumbo profundo: compartir mi historia, mis aprendizajes, mis luchas, mis pequeñas y grandes victorias. Inspirar. Motivar. Elevar. No desde el ego, sino desde el alma. No como quien se cree más, sino como quien ha caminado en la oscuridad y encontró la luz.

Y así nació “Cumplir mi Sueño – La Experiencia”, una conferencia, sí, pero más que eso, un acto de fe. Un paso en lo invisible, un testimonio vivo. Era mi forma de decirle a la vida: “Aquí estoy, lista para cumplir mi propósito”.

Con el corazón lleno de emoción (y confieso, un poquito de miedo), decidí contarles a mis personas más cercanas. Hice una lista: siete nombres, siete afectos, siete llamadas. La primera fue cálida. La segunda, una fiesta. La tercera, un abrazo por teléfono. Cada una llenaba mi alma y reforzaba la certeza de que iba por buen camino.

Hasta que llegó la séptima llamada.

La dejé para el final. No por azar. Esa persona había sido mi primer pensamiento por el vínculo que hay, cuando compraba un carro, cuando planeaba, cuando soñaba. Siempre él primero, porque cuando quieres, lo haces con el alma entera, y esperaba lo mismo, ingenuamente quizás.

Contestó al primer timbre. Me emocioné. Le hablé con ternura, con orgullo, con alegría genuina. Le conté mi nuevo proyecto, mi sueño. Cada palabra salía de un lugar muy profundo. Pero su respuesta fue… fría. Calculadora. Cuestionadora.

—¿Y eso está caro? Cuidado. Hay gente que hace cosas así y no funciona. Yo no sé si eso es para ti…

Silencio. Por fuera, intenté responder con argumentos, pero por dentro… algo se rompió. No por la crítica, sino por quién venía. Por lo que él representaba en mi historia. Sentí tristeza, sí. Y también decepción. Pero algo dentro de mí, una fuerza que ya no podía esconder, me dijo: “No dejes que esa voz apague la tuya”.

Y entonces entendí: No todo el mundo va a celebrar tus sueños. No todos están listos para verte brillar. Hay personas que te quieren ver bien, pero no mejor que ellos. No por maldad, tal vez por miedo, por limitaciones, por espejos que no quieren mirar. Pero eso no es tu responsabilidad.

Tu propósito no necesita aprobación. Tu alma no necesita permiso. Tu historia merece ser contada, aunque a algunos no les guste el guion.

Y por eso hoy, con toda la paz de mi corazón, quiero decirte: gracias. Gracias por todos los momentos compartidos, por los consejos, por las risas, por las lágrimas. Gracias por lo bueno y también por esa llamada que me dolió, porque fue la chispa que me recordó quién soy.

No te guardo rencor. Al contrario: celebro tus logros, tus triunfos, tus sueños cumplidos. Porque eso soy yo. Una persona que ama desde lo profundo, que aplaude, aunque ya no esté en la primera fila, que camina con gratitud incluso cuando el camino duele.

Porque entendí que lo que otros ven o no ven en mí, no me define. Lo que me define es mi voz, mi corazón, mi propósito. Y eso, querido amigo, no lo bloquea ninguna llamada.

Hoy sigo adelante. Más fuerte, más firme, más libre. Porque la séptima llamada no fue el final… fue el verdadero comienzo.

 

Fabio Torres “El Rector”

DESCARGAR COLUMNA

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *