Decir la verdad parece algo muy simple, hasta que leemos en Efesios 4:15, que esta debe decirse en amor, para que crezcamos en todos los aspectos en aquel que es cabeza, es decir, Cristo. Esto significa que nuestras palabras deben ser sinceras.
Así pues, decir la verdad en amor, sin acusar, deja de ser algo simple para convertirse en algo realmente difícil. La confrontación puede ser sencilla para una persona que le gusta el conflicto, pero como quiera que su finalidad en el cristianismo no es esa, la tarea de confrontar no siempre es conveniente ni placentera, sin embargo, es algo que debemos hacer con la intención de motivar y edificar a la persona que estamos confrontando, no destruirla, criticarla o herirla.
Muchas personas procuramos decir la verdad, pero se nos olvida hacerlo en amor, otras personas, sienten tanto amor por los demás, que no se animan a decirla si esta puede resultarles dolorosa. La enseñanza de Efesios 5:15, es que debemos hacer ambas cosas, decir la verdad de una manera afectuosa, si esta llega a causar dolor, no sea con la mala intención de quien la dice.
Son incontables quienes, en su altivez, se atreven a levantar juicios contra aquellos que cometen una falta, como si fueran jueces, peor aún, como si nunca pecaran, olvidándose que, ni siquiera Cristo, en quien no hay pecado, nos condenó, antes nos regaló el perdón y la salvación.
A la hora de emitir juicios, recordemos que todos seremos juzgados (Hechos 17:31) y que, el juzgar severamente a otros hará que Dios nos juzgue de la misma manera (Mateo 3:1-2).
Así pues, por cuanto todos somos pecadores, nadie tiene la moral para juzgar a sus semejantes. Toda exhortación debe tener sus bases en la palabra de Dios para orientar al caído, procurando su restauración, tal como queremos ser levantados y restaurados cuando hemos sido nosotros los que hemos caído.
Dice en Gálatas 6:1, “Hermanos, si alguien es sorprendido en pecado, ustedes que son espirituales deben restaurarlo con una actitud humilde…”
Tenemos entonces que restaurar a los demás es un deber, incluso es una demostración de afecto. Ver que alguien actúa mal y callar, es consentir su pecado y, hacer eso es no amarle.
Erradamente, algunos creen que decir la verdad es juzgar y ser hipócrita, pero todo depende. Juan 7:24 nos dice que no debemos juzgar según las apariencias sino con justo juicio, es decir, de poder, sí se puede, pero el propósito, como se dijo al principio de este escrito, es el de motivar y edificar, es un llamado al arrepentimiento. En hipocresía caeríamos en caso de que nuestra intención sea la condena y más cuando ocultamente hacemos las cosas que condenamos o que quizás no hacemos, pero que eventualmente llegaríamos a hacer, pues en cualquier momento podemos ser tentados.
Hay algo que pocos saben, y es que decir la verdad en amor trae una bella promesa. Sepan que quien hace volver a un pecador del error de su camino, salvará su alma de la muerte y cubrirá multitud de pecados (Santiago 5:19 – 20)
Jennifer Caicedo