LAS CANCIONES VALLENATAS, ENTRE LO NARRATIVO Y LO COMERCIAL

“Yo enseñe a mis canciones a conversar conmigo, ellas mismas me dicen que no las de a grabar, porque recién salidas uno las oye cantar, y a los poquitos días las echan al olvido, yo a veces pienso grabarlas, pero ellas mismas no n quieren, porque canción que se graba, esa es canción que se muere”

El aparte transcrito corresponde a la canción titulada “Mis hijos y mis canciones” de la autoría de Dagoberto López Mieles, incluida por Poncho y Emilianito en su álbum titulado “Vallenato Nobel” lanzado por la CBS en el año 1983, en esa canción afirma que sus canciones cuando conversa con ellas le dicen que no las de a grabar porque se mueren, vino a mi mente esa canción a propósito de lo que hemos observado, que últimamente no se están grabando las canciones que dan cuenta de los hechos, anécdotas, y situaciones macondianas que suceden cotidianamente en nuestros pueblos.

Evidentemente, unas de las víctimas de la trivialización que vive la música vallenata en su proceso de búsqueda “de nuevos sonidos y de evolución” son las canciones cuyas letras permitían conocer los relatos de lo que pasaba en los pueblos, ya eso no le interesa a nadie, y lo justifican diciendo que “Estamos en otros tiempos”, es decir que el discurso monotemático del amor y el desamor obliga a uniformar lo que se esta cantando, así como han uniformado la melodía de las canciones al extremo que ya el acordeón se esta volviendo intrascendente en la interpretación de los discos; seguramente, quienes están aplaudiendo este desastre dirán que pretendemos que los muchachos hagan canciones, toquen y canten como Calixto y Juancho Polo, la vaina es mas seria, lo que esta en peligro por todos los frentes, es la música vallenata tradicional, por andar haciendo locuras está  Cayendo en la mediocridad.

¿He conocido bellísimas canciones, cuyas letras contienen interesantes relatos de historias dignas de ser conocidas por el público pero que mueren en la tarima durante los concursos de canciones inéditas porque a nadie les interesa grabarlas, y a las disqueras el tema no les importa, se dice que eso no se vente, a lo cual respondemos con este interrogante, quien compra lo que no se le ofrece? ¿Quién consume lo que no conoce?

Este tema merece una reflexión porque esto no va a terminar bien, hemos emprendido un camino lleno de atajos espinosos, el resultado de esto comienza a evidenciarse, cada vez el vallenato se esta escuchando menos en las grandes ciudades del país, mientras avanza la aceptación del público de la llamada música popular, uno no se puede seguir engañando al respecto, es cierto que el género vallenato se mantiene como el más vendedor, y el mas representativo, pero es inocultable que esta perdiendo terreno por andar copiando tonterías de otros ritmos, en lugar de ser ellos quienes copien de lo nuestro.

Hoy recordamos canciones como “El encuentro con Simón” un paseo de la autoría de Julio Oñate Martínez en el cual relata con lujo de detalles su encuentro casual con Simón Salas, que se acerco a donde este se encontraba, atraído por la dulce melodía que desplegaba quien resultaría ser, sobrino de La Vieja Sara, Primo de Emiliano y compadre de Rafael; también recordamos “Los altares de Valencia” o “El Padre Pachito” en la cual Calixto Ochoa dice que ya no se puede confiar ni en  los curas, porque el párroco de la iglesia de Valencia de Jesús había sido sorprendido cuando pretendía transportar en un camión los coloniales altares del templo, y los chismosos del pueblo gritaban en coro que “A venderos era que iba”, ese tema musical, y después de haberse desvirtuado las malas intenciones del prelado obligo al Negro Cali a hacer una canción entonces de desagravio al cura, la cual título “Perdóneme padre” en la cual le hace saber que fue asaltado en su buena fe, y en uno de sus apartes dice lo siguiente:

“Hoy tengo que confesarme pa’ sacarme este pecado, porque hable mal de un padre siendo un hombre tan honrado, por culpa de un comentario yo tuve que hacer un disco, y hoy se que todo era falso lo que decían de Pachito, quiero que la gente sepa quien es el Padre Pachito, y que no sigan creyendo lo que dije en aquel disco…Perdóneme padre si de mi reciente, ya que voy pa’ el valle pa’ que me confiese”.

Así como las mencionadas, las hay como hormiguita cabezona en Cueva honda, como La custodia de Badillo, El Cristo de Mariangola, El Cachaquito del Copey y el de Mariangola, El Siniestro de Ovejas, y cien más…

Luis E. Acosta Medina

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