Al igual que lo dice Emilianito Zuleta en su canción Mi hermano y yo, hace tiempo que en mi mente existía, un viejo compromiso de escribir una columna de opinión con toda el alma y el corazón en honor al mérito del talento, la vida y el despliegue futbolístico de Luis Fernando Díaz Marulanda. El crack, el ídolo de las multitudes, el mito del realismo mágico del fútbol en Colombia y el mundo. Igual que el cardón guajiro, nació en la península más septentrional de Suramérica, en el inhóspito desierto de La Guajira de inmensos arenales, piedras, tunas y trupillos. En el municipio de Barrancas su cuna inconmensurable, uno de los 15 municipios de su departamento, hace 28 años, este gigante amable con su alma destinada para la gloria vino a este mundo.
Desde los balcones del Cerrejón y sus betas de carbón de piedra soñó con volar por el firmamento del universo deportivo con sus sueños dorados para ascender a las cumbres más altas del balompié mundial, adonde solo llegan los grandes, los que llegan bien temprano al reparto de los talentos. Miembro de nuestra orgullosa pertenencia étnica como parte de la cultura milenaria wayuu, raza que va en vía de extinción porque los niños de los clanes de La Guajira vienen cayendo como racimos podridos del árbol de la vida presa del hambre y la desnutrición y sus patologías asociadas. Ese es el origen de Luis Díaz, hoy conocido con el remoquete del Guajiro en honor a su tierra natal. Fue su padre quien lo introdujo en el deporte más popular del mundo llevando sus cuidados tutelares y también sus orientaciones como entrenador de fútbol. Desde muy pequeño se distinguió por su gambeta mágica y su velocidad en su tierra natal. De su Barrancas del alma pasó a la capital del caribe colombiano, a Barranquilla, la arenosa, la ventana del mundo, en busca de nuevos horizontes para mejorar su calidad de vida y mostrarse como futbolista, gracias a la escogencia de él, que hiciera el Pibe Valderrama.
Inició su carrera profesional a los 17 años en el club Barranquilla FC Sub-20, y luego, vistió la camiseta del Junior de Barranquilla, el equipo de sus sueños del cual era hincha, donde se destacó como uno de los prospectos y figura del equipo logrando ganar títulos en el campeonato colombiano. En el año 2019, da su salto a Europa fichado por el FC Porto, donde muy rápidamente se adaptó y se convirtió en figura del equipo ganándose varios títulos de liga y copas. Su desempeño allá en Portugal lo convierte en figura y lo hacen visible hasta catapultarlo para su paso al Club Liverpool, con el cual ganó varios títulos como la Copa de la Liga, la FA Cup y la Premier League, posicionándose como una de las estrellas del equipo. Vistió por primera vez la camiseta de la selección Colombia en 2018 y se convirtió en una de las revelaciones de la Copa América en 2021 como máximo goleador y esto le mereció que lo incluyeran en el onceno ideal de América.
Contribuyó con su gambeta, su velocidad, su creatividad y su magia futbolística a la obtención del tercer puesto en la copa América del combinado patrio, al Segundo Lugar de la selección Colombia en el año 2024 y a la clasificación al próximo mundial de futbol. En el presente año, fue fichado por el Bayer de Múnich de Alemania donde juega actualmente con un gran desempeño, destacándose como uno de los máximos artilleros de la temporada. Hoy, Luis Díaz es considerado como uno de los mejores definidores del mundo y de los mejores punteros izquierdos también. Su precisión para marcar goles espectaculares, para jugar recreativamente con el balón, para divertirse compitiendo y para trabajar en equipo con humildad y sin egoísmo hablan del extraordinario y maravilloso ser humano que es.
Es Luis Díaz, un embajador de La Guajira por el concierto nacional y mundial llevando el apodo de “El Guajiro”, por todo el mundo con el más caro orgullo patrio. Detrás de su esbelta figura y su titánico porte de su raza está La Guajira estigmatizada y olvidada donde no llega el gobierno nacional. Su éxito nos demuestra una vez más, que los talentos se sabe adónde nacen, pero nunca adónde van a llegar, y que, La Guajira no es solo sol, mar, playa y desierto, sino también deporte y cultura.
Rafael Humberto Frías

