La prensa deportiva de Europa se deshace por estos días en elogios sobre el desempeño de Lucho Díaz, el futbolista colombiano que se ha destacado con holgura en los torneos en el que participa su equipo, el Liverpool de Inglaterra, un club que data de 1892. El talento de Díaz se ha convertido en motivo de orgullo nacional, pues también los miembros de un país o de un grupo social tienen una autoestima colectiva. Esta se deriva del compartir valores y los significados emocionales que están unidos a esa membresía. Ello no es deleznable en una atmósfera de radicalización y fragmentación nacional.
Luis Díaz nació en el pueblo de San Joseph de Barrancas en el sur de La Guajira el 13 de enero de 1997. El mismo lugar de donde era oriunda Luisa Santiaga Márquez Iguarán, la progenitora de Gabo. La misma comarca cercana al rio Ranchería donde Leandro Díaz comenzó a ver y a describir el mundo por encima de su ceguera biológica. El padre de Lucho, Manuel Díaz, tenía una escuela de futbol, y su hijo lo acompañaba desde niño a los entrenamientos. Esto le proporcionó tempranamente una comunidad de praxis para aprender y un maestro que vio en su hijo una especie de alhaja nativa que debía pulir. En el año 2015, Díaz hizo parte de la selección indígena colombiana que fue a Chile en donde puso en evidencia sus excepcionales dotes como jugador.
Su fácil adaptación al fútbol inglés ha sorprendido a los más experimentados futbolistas. Al referirse al deportista colombiano el ex delantero holandés Dirk Kuyt afirmó: “Díaz llegó a Liverpool a mitad de la temporada, no habla el inglés y cayó en un sistema que, comprensiblemente, les ha tomado a otros jugadores un poco de tiempo para familiarizarse”. Por su parte, el ex jugador francés Robert Pires, declaró: “Creo que si el Liverpool puso mucho dinero por Luis Díaz es porque tiene mucha, mucha calidad. Entonces estamos hablando de un jugador que pienso que un día sería el número uno del mundo”.
Vale la pena preguntarse ¿Qué es el talento? Una palabra tan antigua como una moneda griega. Cada sociedad proporciona su propia interpretación del término talento. Mientras los europeos consideran el talento como un factor innato, para los japoneses significa una potencialidad. Es un logro aún por ser alcanzado que debe ser pulido por las circunstancias adecuadas lo que incluye el conocimiento y la experiencia. En lo que muchos autores están de acuerdo es que el talento conlleva varios componentes: habilidad, capacidad, creatividad, compromiso, competencia, y desempeño. A estos debe sumarse una confianza tan grande en sí mismo que permita a un individuo superar las barreras que fácilmente desanimarían a otros.
Cuando le preguntaron a Luis Díaz de dónde provenía su magia para el fútbol respondió con espontaneidad: “De La Guajira. Viene de mis raíces. Siempre jugué fútbol en mi pueblo, en mi tierra natal”. Esa reiteración de sus vínculos con La Guajira nos hace evocar el sentido de la estética entre los wayúu. No basta con poseer riquezas materiales. Las actuaciones de los humanos deben ser ornamentadas. Cuando se entrega un collar o una mula en una compensación estas constituyen el lujo del pago. En consecuencia, la sencillez y la naturalidad de Luis Díaz como ser humano adornan su talento como jugador.
Weildler Guerra Curvelo