La semana pasada en una entrevista al programa Mejor hablar de la televisión chilena y conducido por el periodista Mario del Río, el novelista Mario Vargas Llosa acentúo su autodefinición como demócrata, liberal y defensor de la libertad. El Nobel peruano es muestra del manifiesto válido del intelectual consagrado a las letras, quien después de la militancia inicial en la izquierda, reposó su madurez ideológica bajo el olmo del ideario de derecha y el modelo capitalista. Porque como bien lo expresa en la entrevista: “las ideas defensoras de la libertad y el liberalismo económico deben ser preocupaciones constantes de los pensadores modernos”.
El novelista, malquerido por unos, vilipendiado por otros y apreciado por muchos, en la estancia reflexiva de sus 86 años habló sobre sus nostalgias y la actualidad política de Latinoamérica. Expuso sus temores por las recurrencias y fracasos de las insípidas democracias: “las diferencias siderales de orden social agobian a la región y no la dejan progresar”. Afirmación sustentada en la evidencia y cifras de este rincón amado del mundo, que, a pesar de estar libre del peso de la tradición y las diferencias de Europa, no ha logrado avanzar en la integración y la eliminación de las fronteras. Según Vargas Llosa, la causa de este rezago es la falta de convicción de las elites, al considerarlas el gran obstáculo al desarrollo: “Los políticos tienen prejuicios profundos e ideas equivocadas que los hacen caer en el ridículo y el anquilosamiento”.
Expone el Nobel en su charla la tesis de que “Un país puede ser próspero o ser pobre, es su elección”. Para insistir en sus preocupaciones y defender su posición ideológica, el escritor, entre otros países, analiza el presente de Colombia: “Los colombianos al elegir a Petro han elegido la pobreza. Hay una ceguera generalizada por unas ideas de izquierda desfasadas que no responden a una realidad activa. Una izquierda que ha empobrecido a gran parte del continente”. De esa forma alertó sobre el nuevo riesgo país que se asoma en el horizonte de la maltrecha democracia colombiana debido a la ilusión mesiánica de un conductor inexperto que lleva al fracaso a una nación herida en sus sueños.
Pero no solo culpó a la izquierda. Sobre la derecha dijo: “Ha sido un obstáculo. Ha sido víctima de su egoísmo y provincianismo. Una derecha a la altura de una izquierda desfasada. En fin, una derecha obsoleta y anacrónica, que ha demostrado no estar a la altura de los tiempos”. Es decir, los polos del espectro ideológico latinoamericano arrastran con el mismo peso histórico de la ruina económica y social de una región que merece mucho más.
Sobre su rol de intelectual de derecha manifestó que llegará a ser comprendido por todos los latinoamericanos “el día que voten bien y el poder no siga en manos de los egos de los megalómanos de turno”. Por lo tanto, se extrapola que la fecha de congraciarse con la razón por parte de los electores del continente se asemeja a una asíntota danza hacia el infinito de los tiempos. Por eso, sin mencionarlo y quizás, preso del entusiasmo, Vargas Llosa le dice al entrevistador: “Los escritores deben preocuparse por la política y en función de eso, me ocupo, pienso y escribo sobre América Latina y veo con angustia su futuro”. Angustia que en la modernidad deben desvelar a los intelectuales todas las vertientes sin ser presos de la satanización y desprecio.
Y como siempre, el consagrado columnista puso a pensar a los lectores sobre un continente, que, según la interpretación de sus palabras y en uso de los títulos de sus obras, puede considerarse como una región gobernada por jaguares que se divierten al ritmo de la fiesta del Chivo y la postración de las clases populares que mal habitan en las ciudades y los pueblos de los Andes, los Llanos y el Caribe. Latinoamérica no ha dejado de ser la casa verde que aguarda como niña mala por la guerra del fin del mundo. Un lugar donde los “Aurelianos y las visitadoras” disfrutan el paraíso de la otra esquina en los tiempos recios que claman la llegada de una nueva tribu de dirigentes capaces de adelantar conversaciones en la catedral de la integración y el progreso.
Arcesio Romero Pérez
Escritor afrocaribeño
Miembro de la organización de base NARP ASOMALAWI