MI HERMANO ARMANDO… ¡¡UN GENERAL DE LA FE!!

El mes de marzo llegó desestabilizando la armonía de la que habla mi hermana Victoria en la descripción del grupo de WhatsApp de la familia, “Celedonios”: “Somos una Familia, conformada por 14 miembros y sus ramificaciones; nos sostiene el amor de cada uno por todos.  Es nuestro máximo valor.  ¡Nada! ¡Nada!  Nos desarmoniza y Nadie está autorizado para hacerlo.   Juntos superamos las dificultades, salimos de ellas y avanzamos unidos. ¡Que viva Mi Familia!”.  Ella es absoluta, como todos los “Celedonios”, y siempre habla en absolutos, Nada, nada nos desarmoniza, escribió, convencida y confiada en la madera de la que estamos hechos. Somos hijos de dos guerreros de la vida y somos como la guadua, de raíces profundas y flexibles ante las inclemencias. Aunque vengan las tormentas y nos tiren al piso, solo es que nos den un “ratico” y nos levantamos tan erguidos y regios como si nada. Hemos aprendido a disfrutar el dolor, la tristeza, el fracaso, las pérdidas y decepciones tanto como las alegrías, triunfos, aciertos y ganancias. Sufrimos lo que tenemos que sufrir, sin negarnos; el llanto, el ahogo del alma, el pecho oprimido, son parte de la vida; así como reír, bailar, cantar, viajar, gozar, celebrar cada momento.  Hemos aprendido que la felicidad no es un momento de alegría y Jolgorio, sino la capacidad de mantenernos firmes, llenos de gozo, fe y esperanza en medio de cualquier situación; adversa o a favor.

Algunos nos han tildado de locos, desalmados, extraños, porque la mayoría no “guardamos luto” (hablo del hecho de no colocarnos vestidos oscuros y dejar de celebrar la vida, por un tiempo prudente, mínimo un año) y cuando lo hemos hecho, lo hacemos porque en verdad nos nace y por poco tiempo, no para guardar apariencias.  Hemos perdido dos hermanos de padre, a nuestras dos abuelas, y a mami.  Nos ha dolido hasta los huesos, cada uno en su dimensión particular, pero obviamente mami, nuestro máximo sufrimiento. “Celebramos y disfrutamos” (en nuestros términos, tal vez usted no lo llamaría así), su pérdida intensamente, al comienzo cada vez que nos reuníamos la recordábamos, llorábamos, y dejábamos salir tanto sufrimiento como teníamos en el pecho.  Cada quien a su propio ritmo y estilo lleva su pena, sin dejar de ser feliz.

La más “desalmada” para el gusto de nuestra cultura soy yo.  No “guardo luto”. Estoy convencida, que el color de mi ropa no define el dolor de mi corazón, que el escuchar música no siempre sea sinónimo de alegría.  Antes de conocer el amor y la fidelidad de Dios, en mis momentos más oscuros, me refugiaba en la música: social, vallenatos, baladas y rancheras.  Me podían escuchar cantando a todo pulmón “A veces cuando pienso que todo está perdido, voy hacia alguna de las formas de la muerte, me pegó un tiro con una palabra,  que alguna vez me fue tan transparente”, o “Compadre me duele el alma, y mi corazón, me dan ganas de llorar”  y al día siguiente, acompañar a Mercedes con: “Gracias a la vida, que me ha dado tanto, me dio dos ojitos que cuando los abro, de lejos distingo el negro del blanco…” o a Rafa, en  “Contento y Enamora’o, contento y enamora’o, mi monita consentida, Yo no sé lo que tú tienes, que me alborota la vida, en tu mundo de placeres …”  y ahora conociendo el amor de Dios, y su voluntad, aún más, solo que ahora siempre elijo canciones que me infundan fe y esperanza. “Tú presencia es como un río que inunda cada rincón de mi alma y sacias la sed del corazón que estaba por desfallecer. Eres la grata alegría de los corazones, la fuente de vida, la luz de los hombres …”

Recuerdo que cuando murió Gustavo, mi hermano de Padre, regresé a trabajar con un vestido blanco con ruedo y faja rojos, Nubia una compañera subió a mi oficina a darme el pésame y cuando me vio, se regresó y no me dio su abrazo, que tanto me habría consolado en mi dolor, porque “yo no tenía luto”.  Es verdad que tenía un vestido que tenía rojo (antónimo de luto); bien pudo haber sido uno negro, o gris, o blanco, o en matices de esos colores; para mí da igual, el vestido cumple la función de cubrir mi cuerpo, cosa que no le agradezco a Eva, en estos días, no le he recordado la madre, porque no tiene, con estos calores horribles, me provoca tenerla al frente y ministrarla. Mi dolor, mi pérdida, mi tristeza, mi desconsuelo, no tiene color. Mis más hermosos vestidos de fiesta han sido negros y cuando voy a hablar en público es el color que más uso; hay mucho negro y colores oscuros, en mi guarda ropas, me gusta vestir de negro y de todos los colores. Para el día del sepelio de mi mamá, ella había pedido que fuéramos de rojo, no fuimos capaces, nos vestimos de blanco con labios rojos. En adelante dure más de 90 días sin querer vestirme de colores vibrantes, me vestía “de luto” con los labios rojos; pasaba llorando, dolida de saber que volvería a abrazar su cuerpo, empecé a abrazarla a ella, su esencia, su ser, lo que pervive, empecé a amarla en su nueva dimensión: espíritu. Como Cristo, paso de carne a espíritu para vivir en mí. Son 5 años, 4 meses 27 días, de su ausencia y me duele, la lloro cada vez que se me atraviesa en el alma, (es recurrente) pero también me río al recordar sus locuras, me siento orgullosa de quién fue en esta vida, valoro sus enseñanzas, pongo en práctica los principios que me enseñó y le transmito el legado a mis hijas. También le reclamo la herencia que me dejó: unos pies feos, la barriguita, cabello escaso, uñas débiles, manchas en la piel. ¿Por qué no me déjate plata? Le pregunto a veces, como si me oyera. Buscando que me conteste y muera del susto, o me vayan a encontrar en Los Moreneros, del carrerón que pegue.

“Nada nos desarmoniza”. dice Vicky en su descripción de nuestra familia, más yo creo que esta vez nos estremeció más fuerte, aún más que la muerte de mami; la enfermedad de Armando, mi hermano, el mayor de los 7 hijos, de Papá Juancho y Mamá Cele, porque somos 9, mami tuvo dos hijos de su primer matrimonio, que son nuestros hermanos mayores: José Aristides y Tomasa María, ¡Los jefes!

¡¡¡Cáncer!!! Hasta me cuesta escribir esa horripilante palabra, nunca antes en la familia habíamos tenido ese diagnóstico. Entramos en pánico, nos rasgamos las vestiduras, nos hicimos mil preguntas, lloramos, nos batimos contra el piso. En mis términos, nos disfrutamos la terrible noticia. Al “ratico” nos sacudimos, nos levantamos y ¡manos a la masa, que hay muchas arepas por hacer! Convocamos a los expertos de la familia (Rosa, mi hermana y Natalia, mi sobrina (Hija de Armando), las enfermeras; José Armando, Andrés Ricardo y Natalia Rosa, mis sobrinos médicos; y los amigos de todos, que son médicos. Ellos indicaron hacer varios estudios que indicaran grado, tipo, y si había compromiso en otros órganos. Reunión por aquí, reunión por allá, dilucidando los apoyos de todo tipo, sobre todo el emocional y de la fe.  Previendo que no le faltará nada, que no se preocupará por nada, que esté siempre bien alimentado en el alma y en el cuerpo. Todos los fines de semana me pegaba la rodadita, hasta que lo ingresaron a UCI, pero el día que lo bajaron a piso, volamos a estar con él, allí nos reunimos todos con el mismo deseo que tenía yo:  abrazar su cuerpo, su alma y su espíritu.  Llevé aceite ungido, yo misma lo preparo, siempre tengo macerando; así que llene un recipiente para él. No me dejaron entrar en la noche, la prioridad fueron mi papá y sus hijos, pero tuve el privilegio de cuidar de él, toda la mañana, el día siguiente.

“Mando” (diminutivo o de Armando de Jesús) es un “hombronazo”, con todas sus letras y en todas sus áreas 187 de estatura, de hermoso parecer, elegante, simpático al trato, humilde, servicial, honesto, trabajador. Hace más de 20 años sufrió un ACV, en el que quedó hemipléjico, del lado izquierdo, duró largos meses en cama, allí conoció el poder de Dios y fue restaurado su cuerpo, al punto que solo quedó un pequeño arrastre del pié y la discapacidad en la mano, del lado izquierdo; que si no lo observas, no lo notas. Antes de ese desafortunado accidente, el Man era un camellador incansable, compartía todo lo que tenía con los que necesitaban, al servicio de sus amigos y su familia. Desde adolescente le resultó fácil que lo asediaran las damas, su fina estampa y elegante vestir, lo convirtieron en un “tumba locas”.

– Y Cuerdas también! me dijo en la última visita que le hice a la clínica. ¡Nos reímos a carcajadas de su ocurrencia!  recordando vivencias, proyectamos el futuro: hicimos ejercicios de fe y actos de contrición, que aligeran su alma. Un alma sana, sana el cuerpo. Mientras lo ungía, adorábamos; oraba por cada parte de su cuerpo, por cada órgano, por cada célula, declarando la Palabra de Dios y creyendo en su poder para sanar. Cuando pasaba mis manos por su espalda me decía:

– En el pulmón, mi “Negra”.

Yo, tomaba más aceite y le ungía el pulmón izquierdo que se le había llenado de líquido, supongo que por el hecho de estar en el lado de menor movilidad. El oraba conmigo. Él y yo somos los únicos “Cristianos Evangélicos” de la familia.  ¡El dice que somos doblemente hermanos y yo siento que nos une un lazo de tres dobleces, que no se rompe jamás!  Nos entendemos en el plano espiritual, nuestra cultura y lenguaje del reino, nos une.

– Poné La Gloria de Dios, de Ricardo Montaner, me solicitó. Empezamos a cantar. Cuando quiso hacer la voz de Evaluna, en el coro, afinaba sin éxito. Nos moríamos de la risa.

– No me da el aire! Me dijo. La dejamos de fondo que se repitiera, el resto del tiempo, mientras conversábamos; hasta que llegaron las visitas.

Mi hermano “Mando”, es asombroso, si no tuviéramos un diagnóstico, diríamos que está bien.  Yuli (mi sobrina mayor) lo bautizó General de la Fe. Nos ha dado sopa y seco. Él nos alienta, nos anima, nos levanta la fe.

– Como estamos mi hermano? pregúntanos todos, cada día en la vídeo llamada familiar que hacemos en cualquier momento del día. Siempre tiene una respuesta refrescante.

– Yo me sostengo el gallo Fino, que ya se está muriendo, pero en la agonía, le mete el pico al otro y lo deja tendido. Nos dijo un día haciendo uso de esa costumbre nuestra, de hablar con letras de canciones. Desde entonces José Aristides, lo bautizó El Gallo”.  Y le hacemos broma, le apostamos a nuestro gallo, mil a uno. Seguros de que es de cuerda fina y ataca con pico y espuela.

– ¡Listo para volver a a ganarle a este día, de la mano del Todo Poderoso!

– Confiado en el poder de Dios sobre mi vida! Nos dice, para animarnos. Cosa que agradecemos, porque estamos muertos del miedo.

Nosotros, José Aristides, Tomasa María, Armando de Jesús, Dalgis Rocío, José Juan, Rosa Paulina, Victoria Dolores, Noralma y Ruth Estela, Aunque en estos casi tres meses nos han visto cabisbajos, disminuidos a veces, no somos de los que retroceden, nosotros tenemos la mente de Cristo!  Y no es un pinche cáncer de próstata, lo que nos va a definir, ni desestabilizar, al menos, no por mucho tiempo. Nosotros somos árboles plantados a orilla de corrientes de agua, que su hoja no se seca y da fruto en todo tiempo. Nos devasta el dolor de solo pensar en que alguno de nosotros llegue a faltar. Lloramos, nos angustiados, nos desmoronamos, pero aquí vamos con el alma partida en mil pedazos y sonriéndole a la vida, viviéndola, porque sufrir hace parte de vivir; pero nos alegramos y celebramos con cada progreso, con su actitud llena de fe, con el más mínimo asomo de posibilidades.  Somos más que vencedores, a través del poder y la fuerza de Cristo que opera y es real en nosotros. Somos hijos del asombroso Dios eterno, criados por dos héroes, curtidos por la adversidad, probados con fuego. Y aunque estoy segura que un día todos nos iremos de este plano terrenal (lo cual, quisiera tener el poder de impedir), ninguno de nosotros, tiene permitido irse sin mostrar su casta, sin pelear con todo lo que tiene y es. Le enseñamos a nuestros hijos y nietos con el ejemplo, les decimos todos los días, está permitido desmoronarse, pero jamás quedarse hecho migas, cada estruendosa caída, merece una estelar levantada.  Solo Dios tiene en sus manos nuestros días, el los escribió, el los guía, los bendice, los llena de su paz y su bien, él tiene para cada uno de nosotros un futuro de esperanza, caminamos seguros hacia ese futuro, sin detenernos; y el día que Él decida, detendrá cada una de nuestras vidas.  Pero El. No nosotros. Solo El. Estamos en sus manos. Armando está en sus manos de perfecto amor! Y mi confianza está en su amor inagotable por todos nosotros…

No se puede seguir escribiendo con los ojos nublados de lágrimas …

Noralma Peralta Mendoza

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10 comentarios de “MI HERMANO ARMANDO… ¡¡UN GENERAL DE LA FE!!

  1. Carmen Casimira Gamez dice:

    Mi querids prima cada vez wue leo tus cronicas no paro de llorar pero a la vez me parece tan hermoso .un fuerte abrazo.tqm mi Nora.

    • Isabel Felicia Mendoza dice:

      Felicitaciones mi querida Noralma. Me deleite con su hermoso escrito,miestra mas leia y leia sin parar, no descanse hasta terminar, de lo entretenida curiosa por saber que seguia en tan hermoso relato. Bendiciones del Altísimo que Dios le de vida en abundancia para qe siga estaciadonos co su forma de escribir

  2. Loly luz Mendoza Mendoza dice:

    Vivir en la Fé para que sea El Señor quien se encargue de toda situación o adversidad solo El tiene poder, bendiciones para ese General todo está en mano del Señor 🙏 quien mejor que el para decirlo 👏👏👏 si se mantiene en su Fé 🙏🙏

  3. Victoria D Peralta M dice:

    Ya había publicado sobre esta crónica y no veo mi nota, Qué pasó?
    Ya se era para que volviera escribir y te dijera que Te Amo mucho… además de lo que ya había escrito, que seguro te llego porque -además de todo eso que escribiste- sabes que nuestras almas se comunican

  4. Francisco Javier Pérez dice:

    Lo que si es cierto, es que hay que tener muchas fuerzas y ser muy profesional para escribir semejante nota, un corazón dolido al ver un familiar sufriendo, lo que puede transmitir es sólo dolor, pero usted se puso las botas y realizó una de sus mejores crónicas. Déjeme una vez más felicitarla por su profesionalismo y a la vez darle las gracias por regalarnos esas excelentes notas. Muchas bendiciones y un fuerte y respetuoso abrazo!

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