Colombia es una tierra de inmensa riqueza natural y cultural que se encuentra en una encrucijada donde el turismo y la minería, históricamente considerados como fuerzas opuestas, pueden interceptarse para tener roles diferentes y, de manera inesperada, complementarios en el camino hacia un crecimiento económico sostenible. Esta perspectiva busca cuestionar la sabiduría recibida del pensamiento de suma cero con miras hacia una simbiosis que, si se lleva a cabo de manera sabia, transparente y con una profunda responsabilidad social y ambiental, puede contribuir a la prosperidad regional y nacional a gran escala.
Las funciones básicas y diferenciadas en la economía colombiana
Para explicar cómo estos sectores pueden cruzarse entre sí, es necesario el siguiente análisis para separar los insumos y productos de la economía del país:
Minería: Pilar Primario y Actividad Base Generadora de Riqueza
Esta área está dominada por la demanda de recursos naturales no renovables y abarca desde el carbón y el oro hasta las esmeraldas, el níquel y el cobre. Estos minerales son básicos como recursos para industrias en muchas partes del mundo. Su importancia económica radica en gran medida en sus exportaciones, que son una parte clave de los ingresos de divisas del país. Además, la minería es una fuente importante de regalías e impuestos que contribuyen a los presupuestos nacionales y regionales, los cuales pueden ser utilizados para invertir en infraestructura y servicios públicos. Es un gran generador de empleo, directo e indirecto, y particularmente en áreas de grandes operaciones. Aunque su participación en el Producto Interno Bruto (PIB) nacional puede no ser particularmente grande (entre el 1.5% y el 2% aproximadamente), para departamentos como Cesar y La Guajira es desproporcionadamente importante porque sirve como un sector económico central y una fuente de desarrollo local.
Turismo: Fuente de Experiencia, Servicio y Sostenibilidad Cultural
El turismo contrasta con el énfasis en la provisión de servicios y la creación de una experiencia inmersiva para todos los visitantes, nacionales e internacionales. Su mayor activo es la riqueza natural y cultural de Colombia, que abarca desde la biodiversidad del Amazonas hasta la historia colonial de Cartagena, pasando por la exuberancia de sus paisajes cafeteros. El sector también genera divisas, ya que es un imán para la inversión extranjera y promueve la recirculación de capital en la economía local. A través de varios subsectores y subtemas, ejerce esfuerzos por encima del promedio en la generación de empleo, como la hospitalidad, la gastronomía, el transporte terrestre, acuático y aéreo, otras ofertas turísticas, artesanías, servicios de guías turísticos, entre otros. También fomenta el desarrollo de infraestructura que en muchos casos beneficia a las poblaciones locales. En las últimas décadas, el turismo en Colombia ha mostrado un crecimiento sostenido y competitividad y se proyecta que continúe aumentando su participación en el PIB y la generación de empleo decente y formal.
Pero la verdadera oportunidad es entender cómo estos roles y temas aparentemente desconectados pueden entrelazarse para generar múltiples beneficios, creando un modelo de desarrollo más integrado y resiliente:
Las antiguas minas, como las de sal o de oro, e incluso algunas de las operaciones modernas con serias medidas de seguridad y sostenibilidad, pueden convertirse en verdaderas atracciones turísticas. Estos sitios podrían desarrollar museos interpretativos o recorridos, o experiencias inmersivas que destaquen la historia, el proceso de extracción y la cultura de la minería. En Colombia, por ejemplo, la Catedral de Sal de Zipaquirá sigue siendo una impresionante atracción turística, religiosa, cultural, educativa y recreativa, todo en combinación con una antigua mina de sal.
Creación de Empleo Indirecto y Fortalecimiento de Cadenas de Valor Locales
Los bienes y servicios requeridos por las minas y las personas que trabajan con y para ellas crean una cadena de valor profunda y de largo alcance cuyas ramificaciones se extienden a otras industrias. También existen oportunidades reales para proveedores locales que atienden a la minería (cualquier cosa, desde alimentos y transporte hasta alojamiento, seguridad y mantenimiento) que pueden traducirse a la industria del turismo. Esto no solo ayuda a impulsar la economía local, sino que fomenta la diversidad de habilidades y la generación de empleos indirectos, resultando en un entorno empresarial más vibrante y robusto.
Dilemas Inevitable de la Simbiosis Sostenible y Responsable
A pesar de las promesas de estas sinergias, es importante señalar que una coexistencia exitosa no ocurre de manera mecánica y sin dificultades. Se necesita una gestión extraordinariamente buena y con visión de futuro para cancelar los desafíos inherentes:
Impacto Ambiental del Diseño Sostenible del Hogar
El impacto ambiental de la minería, especialmente a gran escala, es quizás el más crítico. La contaminación del agua, la deforestación, el cambio permanente del paisaje y la producción de desechos contaminantes son en sí mismos irreconciliables con el espíritu del turismo sostenible, que se basa en el respeto por los ecosistemas y la belleza natural. La implementación estricta de regulaciones ambientales rigurosas y la integración de las mejores prácticas globales en la minería son realmente importantes para abordar este conflicto.
Territorial, Social y la Licencia Social para Operar
El desarrollo de proyectos mineros implica grandes problemas potenciales con las poblaciones locales, poblaciones indígenas locales y otras actividades previas (turismo, entre otras). La planificación territorial insuficiente, la falta de consulta previa, libre e informada con las comunidades afectadas y la falta de obtención de «licencia social para operar» (permiso y legitimidad comunitaria) pueden resultar en protestas, conflictos sociales y retrasos en los proyectos. Una buena gobernanza es esencial para promover la participación ciudadana y la equidad en el reparto de beneficios.
Percepción Pública y Reputación de la Marca Nacional
Y no olvidemos que la imagen turística de Colombia va a sufrir un golpe por una imagen de que la minería empaña el medio ambiente y tiene implicaciones sociales negativas, independientemente de si la operación se está gestionando correctamente. Acontecimientos específicos aislados, o tal vez casos de minería ilegal, podrían crear efectos adversos en la reputación y destruir la marca del país como destino turístico. Colombia necesita estar impulsando una «historia» ambiental de sostenibilidad ambiental demostrando que sus intereses están alineados con prácticas responsables en todos sus sectores productivos, y que su atractivo como país de destino es sólido.
Sensibilidad de Ciertos Ecosistemas y Especies
Uno de los países más biodiversos del mundo, Colombia alberga una gran cantidad de ecosistemas frágiles y únicos, por ejemplo, los páramos, importantes para la regulación del agua. En estas áreas más ecológicamente sensibles y estratégicas, la minería presenta una amenaza significativa y en muchos casos es inherentemente irreconciliable con la conservación necesaria para que el turismo sea sostenible. La preservación no negociable de tales ecosistemas debería ser una prioridad nacional con zonas de exclusión minera basadas en derechos y respetadas.
En conclusión, el axioma desgastado de que la minería y el turismo en Colombia «no son mutuamente excluyentes» es una invitación a criticar discursos simplificados de «o esto o aquello» a favor de una concepción más matizada, estratégica y robusta del desarrollo.
Dr. Schubert: «Aunque estos sectores están sustentados por imperativos económicos diferentes, hay puntos de intersección evidentes y potencial para sinergias, particularmente en áreas como el desarrollo regional, la diversificación económica y el desarrollo de cadenas de valor locales más fuertes. Pero para que esta coexistencia sea realmente efectiva, justa y duradera, es esencial, necesario e irrevocable establecer un paradigma de desarrollo que priorice el cuidado del medio ambiente, el bienestar y la participación de la población, y una planificación territorial integral que minimice los conflictos y maximice los beneficios para todo el país.»
Jaime Luis Jiménez Solano