Creo que, hasta el 7 de agosto de 2022, cuando se posesiona el nuevo presidente de todos los colombianos, el tema o los temas obligados pasan principalmente por la política, y entre ellos está el Acuerdo Nacional, gabinetología y otros nombramientos, conformación de bancada y observación al estatuto de la oposición, por lo tanto, a quienes nos interesa opinar y hacer públicas nuestras apreciaciones y análisis de esa situación, tenemos la oportunidad en estos momentos de efervescencia y especulaciones, para comentar, eso sí, “sin bola de cristal ni escoba”, sobre hechos cierto y haciendo futurología política.
El presidente electo, además de participar en actividades de otra naturaleza, pero importantes para su investidura y futuras responsabilidades, ha estado también muy activo con lo del acuerdo nacional y los otros temas, por lo que ha desarrollado una agenda muy nutrida y con eventos con episodios sociales y tensiones políticas que en otros tiempos no era fácil imaginar su ocurrencia.
En lo social, el encuentro con su oponente electoral, me refiero a la manera como se llevó a cabo, fue “muy light”. En el encuentro con el Dr. Álvaro Uribe, su rival ideológico y político, caben destacar varios apartes comenzando por la formalidad de este. No podemos negar muchos colombianos que nos hicimos escenas mentales de ese cara a cara. Nos comenzamos a imaginar la cara del uno y del otro al acercarse ellos; y después de una rivalidad con alto encono en lo personal, lo ideológico, político y por los comportamientos del uno y del otro, me atrevo a asegurar que, a más de primar la urbanidad, la cortesía y respeto por sus dignidades, debió tener su dosis de “tragar sapos”. Quizás no se dijeron lo que se hubiesen querido decir, como en otros tiempos, y tal vez no escucharon lo que, por los antecedentes de sus relaciones, habrían podido escuchar. Pero bien, transcurrió al parecer, en un ambiente de calma, y, muchos analistas coinciden que fue un buen mensaje el que se envió con el solo hecho de “haber quedados vivos”, simbólicamente lo digo, y haberse despedido cortésmente con un apretón de mano y una aparente cordial sonrisa.
En lo político ahí si son clara las posiciones, por lo menos con los temas que planteo el Dr. Uribe y lo que conocemos del Dr. Petro sobre estos. La expectativa es sí habrá giro en sus concepciones y aplicaciones por las recomendaciones de Uribe, o sí seguirán el curso que la nueva administración les dará para cumplir con lo propuesto en su programa de gobierno y la compatibilidad con el pensamiento político del Dr. Petro.
Son claras las diferencias en cuanto al futuro del petróleo y carbón, por lo menos en lo atinente a su futura gestión. Tiene el Dr. Uribe su concepción sobre una reforma tributaria, pero parece que la ve indiscutible; en campaña el Dr. Petro la socializó con unos criterios claves que el Dr. Uribe no se atreve a plantear “los que tienen más que paguen más” y por eso le dejó el comentario: “que el nuevo presidente cuide”, por no decirle “consienta”, al sector privado. No desaprovechó la oportunidad el expresidente para intrigar sobre Venezuela y las futuras relaciones, las que él rompió y le impuso a Santos y a Duque agravarlas. En cuanto a seguridad todos sabemos lo diametralmente opuestos que son sus posiciones, pero se atrevió Uribe, como todo lo de él, a esbozar su recomendación, a pesar de todo. El tema de las pensiones, que aun no es claro para los pensionados, sigue generando incertidumbre por tener ambas corrientes argumentos dispares y poco colectivizado. ¿Que irá a pasar?
Todos estos temas serán de debate y discusión en el próximo parlamento, y la administración del Pacto Histórico necesita sacarlos adelante con sus tesis por lo que requieren contar con gobernabilidad garantizada, o sea, “bancada aplanadora”. Lo llamativo es como y con quienes están conformando estas mayorías. Lo plantean dentro del Acuerdo Nacional o dentro del concepto de alianzas. Y en verdad son dos momentos políticos muy distintos. El primero es una voluntad política de país y el segundo es, hasta este momento, una colcha de retazos donde se dejó por fuera la dignidad política, la ideología y el Estatuto de la oposición para arrimarse y gozar de las mieles del poder político y administrativo de la presidencia de la república.
Hay dos miradas de todo esto: el gobierno del Pacto Histórico pierde su razón de ser política, o a los partidos tradicionales les duele estar por fuera de la torta burocrática y de contratación, es decir, quedarse sin poder, y al ser aceptados en esas mayorías, se están llevando por delante eso que el Dr. Petro planteo en campaña, hacer un gobierno distinto, sin esas elites que jodieron a Colombia.
Rodrigo Daza Cárdenas