Hebreos Capitulo 10
“Pero nosotros no somos de los que se vuelven atrás y acaban por perderse, sino de los que tienen fe y preservan su vida.” Hebreos 10:39 NVI
Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma. RVR 1960
La palabra retroceder etimológicamente significa: Abandonar una acción que se ha empezado o un plan o proyecto que se tiene ante la presencia de un obstáculo o un peligro. Esta proviene del termino griego “jupostolé” que también se traduce como apostasía. Sabemos que el apóstata es aquel que abandona su fe. Aquel que se cansa de esperar en Dios, que deja de creer que su palabra es verdad porque no ve el cumplimiento de sus sueños.
Cuantas veces en la vida hemos retrocedido por temor (al fracaso, a hacer el ridículo, a perder), hemos abandonado proyectos, sueños, relaciones, iniciativas porque talvez nos cansamos de intentarlo, o porque a la primera no nos resultó. La realidad es que siempre será más fácil rendirnos, porque las fuerzas naturales se agotan, se desgastan. Si hay algo en lo que debemos abandonarnos es en la presencia de Dios y recuperar la convicción, la seguridad de quien va delante de nosotros en esta carrera llamada vida. Los que tenemos la mirada puesta en Cristo, no nos perdemos en el camino, no nos dejamos engañar, nonos rendimos, no retrocedemos, sino que permanecemos enfocados.
En la biblia hay un gran ejemplo que ha superado el paso del tiempo y aún aquellos que poco han leído la biblia, tienen referencia de este nombre y de esta historia. David enfrentando a Goliat, un hombre que no titubeó para enfrentar a un gigante al que todos le temían, porque conocía al Dios que lo respaldaba, que caminaba a su lado, sabía que le iba a dar la victoria. Los gritos, las amenazas, el tamaño, la fuerza de Goliat no lo hizo retroceder, por el contrario que le dio la valentía para correr hacia Goliat. Hay algo trascendente en esta historia, y es que David habría corrido a una derrota segura si hubiera enfrentado a Goliat en sus propias fuerzas, realmente fue esto lo que no le permitió retroceder, tener la convicción de quien estaba con El.
Al leer este pasaje de hebreos, pensé en lo que dice en el libro de Lucas 9:62 Otro afirmó: —Te seguiré, Señor, pero primero deja despedirme de mi familia. Jesús respondió: —Nadie que mire atrás después de poner la mano en el arado es apto para el reino de Dios.”
En este pasaje, Jesús enseñaba a sus discípulos respecto del costo de seguirle. Porque uno de los casos en los cuales es más fácil retroceder es en la vida de fe. Y la razón es que tenemos el corazón dividido entre lo que sabemos que debemos hacer y lo que nos gusta hacer, nacemos con una condición de pecado difícil de abandonar, tendemos a ello. Por ello, esta palabra de hebreos es un llamado a no retroceder, no mirar atrás, no soltar el arado. Si leemos los versos 57 al 61 del libro de Lucas en el capítulo 9, encontraremos que cada una de las personas que estaban en ese momento con Jesús, tenían las ganas de seguirlo, pero también tenían una excusa, algo que los hacia devolverse: “déjame que primero vaya y entierre a mi padre”, “déjame que me despida primero de los que están en mi casa”. Es decir, déjame primero hago esto y luego te sigo, esto en definitiva hace que avancemos un paso y retrocedamos dos, porque no hay determinación.
Esta palabra de Hebreos nos muestra dos grupos de personas, los que vuelven atrás o los que no retroceden, sino que perseveran en la fe. Y definitivamente no podemos estar en ambos. Por eso la palabra dice que o eres frio o eres caliente, pero a los tibios los vomitará Dios de su boca. (Apocalipsis 3:15-19).
Debemos tomar una decisión, o avanzamos o retrocedemos, y es que, si no es para evaluar nuestras acciones, actitudes y decisiones para tomar correctivos, mirar hacia atrás nos llevará a sentir nostalgia por lo que fue o incluso a tener dudas de lo que hoy es. Y esta indiscutiblemente es una de las razones por las que en lugar de avanzar retrocedemos y aplica para todas las áreas de la vida. Lastimosamente, muchos vivimos de esa manera, queremos avanzar, pero al estar abrazando lo que dejamos atrás no progresamos. Sin embargo, hasta hoy no ha existido ningún corredor que se aproxime a la meta mirando hacia atrás, si lo hace puede perder la carrera, sufrir una caída o causar un accidente a sus competidores.
¿Cómo evitamos retroceder?
En este capítulo de hebreos encontramos algunas instrucciones al respecto, (verso 35 al 38) dice: “Así que no abandonen su confianza, la cual ha de ser grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Pues dentro de muy poco tiempo, «el que ha de venir vendrá y no tardará. Pero el justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado».
- No abandonar nuestra confianza en Dios. La mayoría de retrocesos en la vida es por falta de confianza y seguridad, que traen consigo la duda. Entender que nuestra confianza será premiada es un gran aliciente para perseverar en la fe. ¿A quién no le gustan los premios? Los grandes atletas corren por ello y lo que los motiva es ser los primeros y recibir el premio mayor. La vida es una gran carrera, enfoquémonos en no perder el galardón, no demos oportunidad a la duda, el desánimo y la inseguridad. Mantengamos nuestra confianza en Dios, porque todo el que confíe en él jamás será avergonzado. Romanos 10:11b.
- Necesitamos ser perseverantes. Todos de alguna manera buscamos algo que le dé sentido y significado a nuestra existencia, para los que creemos en Dios la FE es lo que nos da esa fuerza, el motor y el combustible para vivir, sino definitivamente estaríamos subsistiendo. Creer es prioritario y trascendental para vivir; por que como todos en algún momento tendremos que afrontar crisis, problemas, tempestades o como quieran llamarlos y para no desfallecer, es preciso seguir creyendo que Dios hará algo mucho más grande de lo que imagino.
Ser perseverante implica determinarnos en seguir a Jesús aun cuando se estén enfrentando problemas, es no renunciar. Requiere seguir haciendo lo bueno y lo que agrada a Dios en todo momento, porque las tentaciones no dejarán de venir para alentarnos a apartarnos del camino, pero solo con la ayuda de Dios y su espíritu santo es que logramos resistir, en nuestras fuerzas no podemos. 2 de Tesalonicenses 3:5 “Que el Señor lleve sus corazones a amar como Dios ama y a perseverar como Cristo perseveró”.
Avanzamos por la fe, por ello la incredulidad o renunciar a nuestra fe siempre equivaldrá a un retroceso. Por esto es que el apóstol dice en 2 Timoteo 4:7 “He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe”, su victoria real era haber perseverado en la fe hasta el final de su carrera.
- Entender que quien retrocede no agrada a Dios. Quien reza y peca no empata, esto es una gran mentira que muchos hemos creído, vivimos abusando de la gracia y la misericordia de Dios, creyendo que podemos volver al error y al pecado para luego ir a Dios a pedir perdón, sin que haya un arrepentimiento genuino.
Esto sucede, porque no queremos abandonar nuestra vieja manera de vivir, coqueteamos con el pecado, no queremos revestirnos de la nueva naturaleza. Es como cuando nos cambiamos de ropa, dependiendo de la ocasión, de la compañía o dependiendo del lugar, pero cuando decidimos seguir a Cristo debemos ponernos las vestiduras de nuestra nueva naturaleza en todo momento, lugar o presencia, como dice en Efesios 4:22 Con respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos; ser renovados en la actitud de su mente; y ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad.
Para concluir, la última parte del verso 39 de este capítulo dice: “sino de los que tienen fe para preservación del alma”. La palabra preservación es un término relacionado al verbo preservar, cuya etimología nos lleva al latín praeservāre. La acción de preservar consiste en cuidar, amparar o defender algo con anticipación, con el objetivo de evitar un eventual perjuicio o deterioro.
Entonces cómo preservamos el alma. Sabemos que en el alma permanecen los sentimientos, las pasiones y la voluntad. Para preservar es necesario estar atentos, cuidar, prevenir riesgos; como lo hacemos alimentándola de la palabra, hablándole, examinando lo que hay en el interior de ella, entendiendo que el pecado la contamina. Por esto es importante reconocer lo que nos gusta, pero nos daña y desagrada a Dios, para determinarnos a no hacerlo más porque va en deterioro de nuestra propia alma. Cuando retrocedemos hay una especie de separación o ruptura, se abre una gran puerta al dominio de las tinieblas sobre nuestras vidas y alma, que nos lleva a la muerte física y espiritual. Por la misericordia de Dios, Algunos tienen la posibilidad de salir del engaño y volver al abrigo del padre, pero otros sencillamente pierden su alma.
Es importante recordar que con el alma amamos a Dios (Mateo 22:37-38), ella solo puede ser llenada por Jesucristo (Salmo 41:2-3), solo en él puede nuestra alma descansar (Mateo 11:29), el pecado la contamina (Santiago 5, 20), Es necesario que ella se vuelva a Dios a diario (Salmo 42:12) y hay uno que de manera constante quiere matarla. Mateo 10:28 “Y no temáis a los que matan el cuerpo, más el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno”.
Por eso no retrocedas, no desmayes, no te rindas, persevera en la fe, esfuérzate y se valiente, si miramos atrás que sea solo para ver de dónde Dios nos ha rescatado y darle gloria. Hoy la invitación que Dios nos hace es decidir, si pertenecemos al grupo de los que retroceden o de los que avanzan. Considerando que para avanzar debemos tener fe, coraje, determinación, confianza y seguridad.