Esta semana el Dane presentó varias cifras donde muestra un deterioro de la economía del país y unos índices de pobreza, inseguridad alimentaria y desempleo muy preocupantes. En términos médicos, el país entró a sala de urgencias.
Traigo este tema a reflexión, porque he visto en varios congresos gremiales, un ambiente de mucha preocupación por la desaceleración de la economía, el deterioro del orden público y las reformas del gobierno. Los empresarios observan mucha improvisación en la agenda del gobierno y un problema de gerencia desde Palacio de Nariño. En las encuestas de opinión, los encuestados perciben a un presidente distante, distraído en el Twitter y en agendas internacionales, mientras el país se le desbarata. El atraso en la ejecución de los programas de inversión que se requieren para reactivar crecimiento de la economía y la caída de las ventas de vivienda, vehículos, comercio, industria, construcción y las exportaciones, tienen al sector empresarial en una incertidumbre total.
Cuando las preocupaciones de los empresarios se juntan con las encuestas de percepción ciudadana y las estadísticas del Dane, hay que pararle bolas al asunto. En política, lo importante no es tener razón, sino que se la den a uno, decía Konrad Adenauer. Al presidente Petro, se le fue el primer año de su gobierno, en dos crisis ministeriales y en un tremendo desgaste político en el Congreso de la República, por no concertar sus reformas con los gremios, empresarios, ciudadanos y partidos políticos.
El panorama político para el resto del año, tampoco le favorece, pues, las elecciones regionales del próximo mes de octubre, mantendrá a los congresistas y partidos políticos, trabajando fuertemente en la elección de sus candidatos a gobernaciones, alcaldía, asambleas y consejos municipales. Los aplazamientos de los debates por falta de quorum en las comisiones y plenarias de Cámara y Senado, serán el orden de cada día en la próxima legislatura.
El otro tema preocupante que se le viene encima al gobierno, es el fenómeno de El Niño, el cual afectará al sector productivo mundial y local. La caída de las precipitaciones y el aumento de las temperaturas, afectarán los rendimientos de los cultivos, reducirá los ingresos de los productores del campo y los precios de la energía, combustibles y alimentos, estarán en sus niveles más altos. Lo anterior, lógicamente, dispara las tasas de interés, los costos de los servicios públicos, transporte y canasta básica de alimentos, trayendo como consecuencia una caída del consumo, mayor pobreza y desempleo. Si el gobierno no se anticipa con soluciones concretas a estos hechos, a partir del próximo diciembre, nos enfrentaremos a la tormenta perfecta: inflación, estanflación, recesión y una posible crisis de deuda. Los pronósticos son poco alentadores, le llegó la hora al gobierno de ordenar la casa.
En el tintero: Ante el fenómeno del Niño, las alternativas de solución más eficientes son: (i) subsidios temporales de tarifas de energía y a tasas de interés para créditos a sectores productivos. (ii) incentivos para paneles solares, equipos y construcción de pozos profundos, reservorios, canales de riego e infraestructura de almacenamiento.
Indalecio Dangond