El presidente Petro pretende obligar al Distrito a que opte por construir subterráneo el metro de Bogotá, sin importar el incremento que esta decisión implicaría en su valor y tiempo de construcción —advierten los expertos—. Sin embargo, estos no son los únicos dos ámbitos de sus consecuencias. Desde la adjudicación de la licitación, se han resaltado las mejores condiciones económicas que ofrecía el consorcio Apca Transmimetro, que ganó. Pero esta visión financista desconoce los planes de la República Popular China en Latinoamérica.
Los chinos están realizando inversiones en todo el mundo para materializar lo que algunos medios de comunicación han denominado el Plan Marshall del siglo XXI. Bajo la excusa de la cooperación y el fortalecimiento del comercio internacional, financian los puertos marítimos y la infraestructura terrestre de una especie de gran Ruta de la Seda del mundo contemporáneo. No obstante, lo que parece la materialización de la idea del desarrollo económico en todos los rincones de la Tierra, en realidad es una forma tradicional de establecer relaciones de dependencia.
Algunos dirán que es una técnica clásica utilizada por todo imperio desde la antigüedad. Una parte de los chinos incluso considera que tienen el derecho a hacerlo como consecuencia de su exponencial crecimiento económico, y replican que la oposición de occidente se debe a una suerte de nostalgia. «Nosotros fabricamos productos bonitos y baratos para que pudieran redecorar sus casas y cambiar de carros. Ustedes se beneficiaron así de nuestro crecimiento», son expresiones que se escuchan con frecuencia.
Sin embargo, ¿Qué podrían decir las voces silenciadas de los uigures y otras minorías musulmanas al respecto? ¿Qué podrían opinar los defensores de la democracia taiwanesa? Nos expresarían que su inversión no viene solo con yuanes, que de baratos no tienen nada, si se tiene en cuenta que sus métodos de explotación laboral y autoritarismo político forman parte de su canasta de exportación.
En Europa, los trabajadores de empresas del sector de la electrónica denuncian la implementación de políticas y prácticas similares a las utilizadas en las fábricas chinas. Igualmente, a consecuencia de los riesgos a la privacidad y la seguridad nacional, los EE.UU. vetaron a Huawei de la construcción de la infraestructura 5G en ese país. Al mismo tiempo, en Alemania se prevé un replanteamiento de su relación con China, que ha invertido grandes sumas de dinero en puertos marítimos y rutas ferroviarias.
¿Acaso quisiéramos convertirnos en aliados de los dirigentes autoritarios del mundo? A nuestro presidente lo traen sin cuidado las lecciones internacionales respecto de la dependencia de este tipo de regímenes, por lo que así parece.
¡Qué pesadilla! El metro de Bogotá es como una meta que se aleja cada vez que se cree estar cerca de ella. Si se quiere, es como la luz fatua: tiende a desaparecer cuando nos acercamos. En Bogotá, necesitamos que el metro se construya rápido, respetando los avanzados planes que ya fueron contratados y teniendo en cuenta de qué forma los cambios pueden someternos a los autócratas del mundo.
Juan Manuel Galán