A los guerrilleros, a los narcotraficantes, a la primera línea, al CRIC y sus filiales, a los políticos corruptos, a los sindicalistas comunistas, a FECODE y a sus activistas digitales frenéticos. A los empresarios oscuros que respaldaron su campaña, también el presidente y su séquito les cumplen. A su familia y amigos también se les ha cumplido con juicio.
A la corruptela política y comunitaria local también se le ha cumplido en este gobierno. Con la canalización de recursos para vías y telecomunicaciones a través de Juntas de Acción Comunal se está abriendo una tronera infinita de corrupción que tardaremos años en cuantificar. Ni hablar de los fondos para las Organizaciones Populares de Vivienda que ya están dando de qué hablar en todos los municipios del país donde hemos vuelto a ese pernicioso esquema de solución de necesidades de vivienda donde la norma fue siempre en el pasado el desfalco, la defraudación y la urbanización pirata.
Obviamente, los equipos básicos de salud repartidos en más de mil municipios para aceitar las maquinarias municipales de cara a las parlamentarias de 2026, que en nada cambian ni mejoran la salud de los colombianos menos favorecidos, pero si le restan importantes recursos a la financiación de la atención en salud de todos los colombianos.
Los cerca cinco billones de la exministra Susana Muhamad en el oscuro y siniestro Fondo para la Vida y la Biodiversidad de los cuales nadie da razón y de los cuales una porción sustancial podría terminar en manos de apoyos civiles a las guerrillas o en sus fundaciones territoriales y otra gran parte en la que ya es reconocida como la mafia ambiental de fundaciones, organizaciones sociales y “expertos” que rodea a la ANLA y al Ministerio del Medio Ambiente y que alimenta de basura conceptual y política el Sistema Nacional Ambiental (SINA) por cuenta del bolsillo de los solicitantes de licencias, son también parte de este enorme esfuerzo de potenciar el sancocho de izquierda radical, guerrillas, primeras líneas, activistas sociales e influencers con los cuales el petrismo espera superar la mala imagen del gobierno.
Para todos los anteriores, y para la bancada del Pacto Histórico en el congreso, la convocatoria a la consulta popular será un nuevo escenario para seguir ordeñando los recursos del erario público. Imagínense la dicha de la minga indígena de viajar a Bogotá con recursos de los fondos entregados por la Agencia Nacional de Tierras o quien sabe que otra entidad que tenga presupuesto como lo vivimos en 2024.
Un nuevo motivo para más carpas, refrigerios, rifas, buses y lechonas. Movilizarse en sí es un objetivo para poder contratar y transferir recursos. Baste recordar al recién estrenado ministro de trabajo haciendo convocatorias a la movilización sindical y popular en las horas posteriores a la presentación de la moción de archivo por parte de la mayoría de la comisión séptima de senado. Al ministro se le apareció la virgen para poder contratar y aprovechar la convocatoria para precluir la necesidad de atender las responsabilidades de su cartera.
Es mucho más “sabroso” y rentable para el bolsillo del activista la movilización que una hipotética reforma aprobada por el congreso. Son mejores los centenares de iniciativas y horas de emisión promoviendo la lucha de clases y haciendo el más artero populismo laboral que se suma a los costosísimos incrementos al salario mínimo y a la reducción progresiva de la jornada laboral por cuenta de la irresponsable ley 2101 de 2021 que ahogan al empleador formal y destruyen empleo, empresas y futuro.
Veremos ahora un gobierno que mientras sigue entregándole el territorio a los guerrilleros narcotraficantes y mafiosos, empieza una sibilina campaña para ganarse, con engañosas preguntas y falsas promesas, el corazón de los estratos más populares a la vez que alimenta a todos sus núcleos de activismo con los remedos de movilizaciones y fractura aún más a la sociedad con un repotenciado discurso de lucha de clases.
Pero, así como Petro le cumple denodadamente a sus huestes, le incumple al resto de los colombianos. Mientras el orden público se desmadra, la crisis de la salud carcome los niveles de atención generando miles de muertes evitables y desesperando a enfermos y cuidadores. El desempleo se mantendrá y por más que la economía reaccione de los desastrosos últimos dos años, la inversión privada seguirá de capa caída y las perspectivas seguirán decayendo.
Los colombianos deberemos aprender a ver a través de las falacias y artimañas del gobierno y mantener el curso fijo en la derrota abrumadora del Pacto Histórico en las parlamentarias del 2026 y lograr una espectacular victoria del antipetrismo unido en primera vuelta de las presidenciales. Es posible. No permitamos que la desesperanza o las amenazas y mentiras de Petro nos descarrilen del propósito de proteger la democracia y salvar a Colombia.
Enrique Gómez Martínez