Hace algunos días participé en una marcha organizada por la sociedad civil con el propósito de manifestar el inconformismo por las altas tarifas y la calidad del servicio eléctrico, que a pesar de estar en manos de otro operador, no ha mejorado, pero sí se ha incrementado vertiginosamente el costo del servicio.
Para muchos fue una sorpresa ver al Obispo de la Diócesis de Riohacha en la marcha. Algunos aplaudieron el gesto y se sumaron a la marcha pacífica; otros, se escandalizaron. Hasta hubo quien se atrevió a pedirme que me dedicara a lo mío, en vez de estar protestando en las calles y desinformado a la gente; por supuesto que ignoran que la misión del Obispo, además de Santificar, Enseñar y Gobernar, es profetizar; es decir, anunciar el Reino de Dios y denunciar todo aquello que atenta contra la dignidad y la vida de la persona humana. Sí, el lugar del Obispo no es la sacristía, y su oficio no se limita al mero culto. El Obispo en una Diócesis es el Presidente de la caridad; es el Pastor que alimenta a sus ovejas dándole la ración a su tiempo, y protege a las que ven amenazada su vida al no poder satisfacer las necesidades básicas para subsistir.
Por eso salí a marchar, como ciudadano y como Obispo de la Diócesis de Riohacha. Salí a acompañar a la gente que sufre, como lo hizo Moisés con el pueblo de Israel esclavizado por los egipcios; o como lo hicieron los profetas del Antiguo Testamento; y también Juan El Bautista y el mismo Jesús de Nazaret; como lo hicieron los mártires de ayer y de hoy, quienes además de confesar el nombre de Cristo, pusieron en evidencia todo aquello que atentaba contra la dignidad de la persona humana, hasta alcanzar la gloria del martirio. Son ciertas las palabras de Jesús: “Les digo que si éstos se callan gritarán las piedras” (Lc. 19, 40).
Pero, no sólo salí a marchar por el alto costo y el mal servicio de la energía eléctrica, sino también por el precio elevado de la gasolina, del aseo, del alumbrado público y del agua, etc.
Es que me resulta insólito e incomprensible que, en plena pandemia y en momentos en los que el gobierno tomaba medidas, al amparo de la emergencia económica, como la de congelar las alzas en las tarifas de los servicios públicos, para mitigar el impacto de la pandemia y las medidas extremas de confinamiento y cuarentena, con la subsiguiente pérdida de empleos e ingresos, para paliar su impacto social, el Concejo del Distrito de Riohacha, en una actitud indolente frente al drama que se vivía en ese momento aprobó en octubre de 2020 el Acuerdo 011 del mismo año, reformando el Estatuto Tributario Distrital, estableciendo en su artículo 268 el cobro de una sobretasa exorbitante del 18.5% sobre el precio de referencia de la gasolina, afectando y lesionando el bolsillo de los propietarios y conductores de vehículos y atizando el mayor aumento del costo de vida, dada la incidencia que tiene el precio de los combustibles sobre los pasajes, los fletes y el transporte, pudiendo decretar una menor tasa, como estaba permitido. Además de inoportuno resulta supremamente injusto este incremento del precio de la gasolina por cuenta de esta sobretasa. El Alcalde Mayor y el Concejo del Distrito deberían ponerse la mano en el corazón y repensar esta decisión y, de ser posible, revocarla en beneficio de la comunidad.
En cuanto al precio del servicio de la energía eléctrica comparto la apreciación de Amylkar Acosta: “Lo más urgente en la actual coyuntura es morigerar el impacto de las altas tarifas entre los más vulnerables, que son los estratos 1, 2 y 3… Y ¿Cómo hacerlo? Revisando la norma que establece el consumo básico o de subsistencia de 130 KWH para los usuarios ubicados en regiones que estén por encima de los 1.000 metros sobre el nivel del mar y de 173 para aquellos ubicados en regiones por debajo de dicha cota, en donde el clima es más caliente y por ende más exigente en el consumo de electricidad. Tales parámetros están muy alejados de la realidad y deberían ser reajustados, eso sí implementando concomitantemente una medida que estimule el uso racional y eficiente de la energía y disuada su derroche”.
De verdad que no logro entender cómo la gente logra sufragar los costos excesivos de los servicios públicos; amén, de la alimentación, el arriendo y demás necesidades.
A quienes me han pedido dedicarme a lo mío, con esas mismas palabras les pido que se dediquen a lo suyo; es decir, a ser veedores, defensores de los intereses del pueblo, de manera especial de los más necesitados; y si se trata de quienes han alcanzado el beneplácito de los ciudadanos a través del voto popular, con mayor razón, los llamo a hacer verdadero control político, tan necesario para buscar el bien común. Es que cuando esto no se hace, la sociedad sale a las calles a exigir sus derechos.
+ Mons. Francisco Antonio Ceballos Escobar, CSs.R
Obispo de la Diócesis de Riohacha
Gracias señor Obispo usted si es un pastor, los Guajiros estamos agradecidos con usted y su presencia en las luchas de los ciudadanos Guajiros. Un pastor de la iglesia católica con ese valor de abanderar luchas sociales donde se ve el sufrimiento de los ciudadanos y el obispo muy a pesar de poderse quedar como un simple espectador observante del sufrimiento de los ciudadanos usted no lo hace usted sale y acompaña a su feligreses a exigir que no es desmejorando la calidad de vida como se debe construir sociedad… en palabras suyas monseñor «Los ciudadanos en la Guajira prácticamente les esta tocando elegir entre comprar sus alimentos o pagar las altas tarifas de los servicios públicos y gasolina»… Gracias su excelencia su presencia nos engrandece y lo esperamos siempre en todas las luchas de esta Guajira su Guajira.