No podemos negar que hay una altísima efervescencia política nacional alrededor del gobierno Petro y su funcionamiento, originada por algunas de sus decisiones y pronunciamientos y por las de muchos altos funcionarios de su gobierno, y además, por las críticas y observaciones de todo tipo de los actores políticos y generadores de opinión del país.
Esa efervescencia, en la vida práctica o cotidiana del gobierno, esta atizada también por varias causas evidente y entre algunas de ellas están las diferentes propuestas de reforma que está radicando el ejecutivo en el legislativo nacional; la manera tan distinta y singular como han venido presentándolas al país, popularizándolas y socializándolas; también el alto desconocimiento de la gran mayoría de los colombianos sobre su implementación y la incertidumbre existente si esas reformas van realmente a producir los cambios o mejoramientos que requerimos y añoramos no para vivir sabroso lúdicamente, sino, para vivir sabroso por tener mejores condiciones de vida, control de las inequidades, control de las condiciones de inseguridad nacional y por asegurar el futuro de la plena satisfacción de los trabajadores después de laborar muchos años.
No creo que el presidente Petro tenga como objetivo hacer cambios y proponer transformaciones, «como lobo feroz cubierto con piel de oveja», solo para irritar a la derecha, o para vengar los 200 años de desigualdad y desidia a los qué, dice la izquierda, fue sometido el pueblo colombiano por los gobiernos de derecha. Esta suposición de su fachada para proponer cambios si tiene algo de verdad nos originaría en la conciencia nacional e individual un gran dolor de patria cuyo cimiento o base sería la generación de desconfianza que nos produciría.
En la dinámica del gobierno desafortunadamente el retrovisor es el instrumento referente, o puntero o señalador de la hoja de ruta para dar el actual gobierno respuesta a todo lo que en estos momentos se le cuestiona. Téngase en cuenta que no todo cuestionamiento es para culpabilizar, no, es para reclamar o solicitar a cada responsable o funcionario cuál es su propuesta de mejoramiento o solución en lo que a usted le compete, así el problema tenga origen hace varios años atrás.
Se le pregunta a los actuales funcionarios porque para eso se les nombró; se les designó para solucionar fallas y deficiencias y si después de 7 meses la única respuesta que hay es: «eso no se ocasionó en el gobierno Petro», quiere decir que vamos de mal a peor.
Saquemos éstas cuentas: el Presidente Petro ganó en junio del 2022, o sea, que asumiendo responsabilidad él y su gobierno tienen 10 meses, y si sumamos el tiempo de atrás en la creación del Programa de gobierno, el Dr. Petro y su campaña, sus asesores o staff directivo, tienen años paliando las soluciones para cada «chicharrón» que identificaban.
Hay unas acciones de desarrollo que deben obedecer «imparajitablemente» al Plan Nacional de Desarrollo, pero hay múltiples problemas a los que se le deben originar soluciones creativas para resolver ya, y hay otros a los que se les deben implementar las soluciones concebidas en el Plan de gobierno y son, supuestamente, factibles de implementar con celeridad y legalidad y ser bien ejecutadas, pero sí a éstas alturas no hay estructuradas esas soluciones concisas y precisas, quiere decir dos cosas: 1) o nos vamos a pasar el periodo presidencial improvisando respuestas y ensayando modelos ideológicos, y 2), o nos los vamos a pasar aprendiendo que hacer, para que en el año 2026 tengamos expertos en los diferentes temas pero despidiéndose por terminación del periodo de Gobierno Petro, y entonces todo quedará igual o peor.
No es en estos momentos la del Presidente Petro una gestión conspicua pero lo que no le ha ocurrido a su propuesta es perder ese halo de buenas intenciones y esperanza con que conquistó a los electores para su triunfo.
Entonces Presidente, enfunde la omnipotencia y desenfunde pluralidad, racionalidad, celeridad y coherencia y su bien tejida conciencia social para que sus gobernados, incluidos los que no votamos por usted, recuperemos fe y confianza en el ser humano de carne y hueso, y en su propuesta de gobierno.
Indiscutiblemente perdió reconocimiento político y social y causó zozobra la forma subrepticia que usó su gobierno para acuñar respaldos y hacer mayorías en el congreso. Me atrevo asegurar que causó más desazón en los de su partido que en los militantes de otros partidos y movimientos políticos y sociales. Se puede colegir que, para eso, o usted los engañó a ellos, o ellos lo engañaron a usted porque «se le metieron al rancho» y están ayudando a gobernar con los mismos vicios y diciéndose: «no perdamos poder y sigamos actuando así sea como caimanes o como camaleones, pero no perdamos privilegios ni poder de mando, ni poder de decisiones y mantengamos el status quo que nos conviene». Status quo que no le conviene al país, pero si a la clase política dirigente, esa en la que muchos de sus miembros eran opositores a las propuestas suyas como congresista o como alcalde y hoy las veneran y vanaglorian como si fueran de su propia cosecha. Esos, Presidente Petro, tienen bien claro que no deben darle espacio a usted para que haga desconcentración del poder y los deje por fuera. Esos son camaleones y los que se lo están comiendo mediáticamente y en el congreso son caimanes. Esos, Presidente Petro, son los que están remando para alejar el fantasma de la orfandad política y de liderazgo en que pueden caer y que usted les hizo ver desde la campaña y desde el inicio de su periodo presidencial.
¡Yo quiero que le vaya bien a Colombia y solo se logrará haciendo las cosas integralmente bien!
Rodrigo Daza Cárdenas