El pasado 16 de noviembre se realizó en Barranquilla el primer foro de candidatos del Centro Democrático a la Presidencia de la República; allí todos tuvimos la oportunidad de expresar nuestra visión sobre el sector energético y las propuestas en una coyuntura en la que tenemos riesgo de apagón, caída de las reservas de petróleo y de gas, y el peor momento de Ecopetrol, donde las acciones han tocado mínimos historicos, -38,9% este año en Wall Street.
En medio de este oscuro panorama, es vital recordar varios puntos:
- Sin seguridad energética no puede darse la transición. Los países que han puesto en riesgo la seguridad han regresado a energéticos contaminantes.
- No existe una fórmula universal para la transición, cada país debe diseñarla de acuerdo a su realidad ambiental, económica y social. Colombia, por ejemplo, solo aporta el 0,5% de los gases efecto invernadero, gracias, entre otras, a una matriz energética limpia, donde casi el 70% es hidráulica, eólica y solar.
- Colombia inició la apuesta por energías limpias, transición y carbono neutralidad hace más 20 años, cuando inauguramos el primer parque de energía eólica en Uribía (alta Guajira)
- Desde los años 90 no tenemos apagón nacional gracias a que se permitieron inversiones privadas y se generó competencia (cobertura pasó del 76% en 1995 al 97% hoy); se creó institucionalidad y se mejoró la planificación (CREG, Mercado Mayorista de Energía, cargo por confiabilidad) y se eliminó la integración vertical, separando generación, transmisión y distribución.
- En 2003 se consolidó la reestructuración del sector hidrocarburos con la creación de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), que asumió el rol de administrador y regulador del recurso, para que Ecopetrol se dedicara a explorar, producir, transportar, refinar y comercializar hidrocarburos. Además, se pasó de contrato de asociación a regalías, para ser atractivos a la inversión.
En el Gobierno Petro, que dice apostar por la transición, perdimos 6 puntos en el índice global, pasamos del puesto 29 en 2021 al 35 en 2024, y tenemos riesgo de apagón que puede costar 200 mil millones hora, según Investigaciones Económicas del Banco de Bogotá.
Finalmente, hoy tenemos que pensar el plan de choque para el 2026, garantizando la seguridad y la soberanía energéticas; además de la transición a la medida, como política de Estado y no de Gobierno; asegurar energía en firme con una matriz diversa que garantice un suministro suficiente, confiable y asequible; generar estabilidad jurídica y seguridad física para incentivar las inversiones y acelerar desarrollos de hallazgos en tierra y costa afuera, declarándolos PINES y flexibilizando tiempos de licenciamientos; pasar a la asignación permanente de áreas; estimular nuevos contratos de exploración y explotación de hidrocarburos; permitir traslados de inversiones; trabajar en generación distribuida (individual) y comunidades; construir microcentrales de regasificación; fomentar Micro y Pequeñas Centrales Hidroeléctricas; continuar promoción de biocombustibles y escalar Geotermia (hoy tenemos un proyecto en Casanare de Parex); continuar apostando al Hidrógeno, donde podemos ser el cuarto país en el mundo con el costo de producción más competitivo; avanzar en energía nuclear, salinas y a partir de residuos sólidos. No podemos dejar de lado los proyectos de transmisión, distribución, almacenamiento y mejorar eficiencias, por ejemplo, con medidores prepagos inteligentes.
Que prime la sensatez y no la ideología para garantizar la seguridad y soberanía energética de Colombia.
Paola Holguín