¿QUIÉN MANDA AQUÍ?  PEQUEÑA HISTORIA DE UN ARROCITO EN BAJO

Coincidamos en que sería interesante descubrir qué es lo que hay detrás de la insistencia del Presidente Petro de mantener muy cerca a Armando Benedetti.  El político barranquillero viene haciendo carrera desde 1991, cuando fue asistente de Eduardo Verano de La Rosa en la Asamblea Constituyente. Se hizo elegir al Concejo de Bogotá en 1998 por el Partido Liberal, tarea que apenas cumplió hasta el año 2000 porque ya su interés estaba en dar el salto a la Cámara de Representantes, cosa que logró efectivamente en las parlamentarias del 2002. Su aspiración política no quedó allí, porque comenzó a labrar su llegada al Senado y así lo consiguió en las elecciones del 2006, esta vez representando al partido de la “U”. Consiguió exitosamente la reelección en el 2010, siendo elegido, además, como Presidente del Senado para esa Legislatura, distinción que no cualquiera consigue de manera relativamente fácil, sino que supone un trabajo intenso de concertación y negociación política.  No parece, pues, que haya muchas carreras tan vertiginosas en el Congreso como la que ha hecho Benedetti. ¿Y cómo lo hace? Haciendo uso de una descomunal capacidad de intriga que se puede sentir y ver desde lejos.

No es ningún angelito, en todo caso. Ha tenido el tiempo suficiente para fracasar en sus cuatro matrimonios y en todos con el mismo ingrediente: violencia intrafamiliar, es decir agresión directa contra sus esposas, es decir, delitos de violencia de género, y sin embargo anda por la calle como si nada. También ha tenido tiempo suficiente para caer hasta el fondo en su adicción al alcohol, lo cual explica sin duda su explosiva conducta violenta que ni el mismo se ocupa de controlar. Y ha tenido tiempo también para meterse en líos de patrimonio, con acusaciones de enriquecimiento ilícito que lo tienen haciendo tránsito en la Corte Suprema de Justicia.

Este es el personaje que un día se vinculó a la campaña presidencial del Pacto Histórico con el firme propósito de sacar ganador a Gustavo Petro en la costa atlántica. Este es el hombre que el Presidente Petro ha sentado a su izquierda en la mesa de sus ministros y el equipo élite de Gobierno. De narrar y divulgar los pormenores de sus andanzas se han encargado los medios, porque gracias a ellos es que el país se entera de las porquerías que hacen algunos políticos de carrera que enlodan la cara de la Nación pero que ninguno de ellos aceptaría. Recuerden que la Revista Semana publicó en 2023 audios relacionados con una “pelea” con Laura Saravia –Jefe de Gabinete en ese entonces- en la que el propio Benedetti, no en sano juicio, claro, le increpó cualquier cantidad de procacidades y le amenazó con destruirla, a ella y al Gobierno, con solo hablar de lo que sabía en torno a los recursos conseguidos por él para la campaña. “Nos vamos todos para la cárcel” – eso dijo, lo cual prueba el grado de consciencia que tiene sobre su accionar. 

El Presidente Petro nombró a Benedetti embajador en Venezuela apenas comenzando su mandato en agosto de 2022. Pensó que quizás se sentiría bien con el encargo y que de ese modo se mantendría tranquilo, digamos que con la boca cerrada, pero se equivocó porque al tipo no le vino bien el escenario y porque justo en ese tiempo se publicaron los audios del “encontrón” con Saravia.  Como resultado lógico, Benedetti renunció a la embajada y Saravia renunció al gabinete.

Pero no paró allí el asunto, obviamente, así es que el Presidente buscó otro recurso para “darle gusto” a su aliado y mantenerle lejos de su protegida, que resultó en la “palomita” en la embajada de Colombia ante la FAO en Roma. Nada mal el escenario, pero tampoco duró el intento porque se abrió paso la posibilidad de traerle a su izquierda en la “mesa de ministros” y presentarle como su flamante “jefe de Gabinete” para el período crítico que se avecina, que es el tramo final de su Gobierno y que viene a ser el tiempo en el que aparece la perentoria obligación de conseguir resultados.  Para eso llamó a Benedetti, para que le ayude a componer su Gobierno frente al Congreso.

La reforma a la Salud, la reforma al sistema pensional, la reforma laboral, una tributaria que es urgente, son todos motivos suficientes para que el Presidente quiera reforzar su equipo de Gobierno y lo lance en una campaña del “todo o nada” en pos de las metas “del cambio” que se ha propuesto para su Gobierno. Aun así, las señales son contradictorias, porque no se ve al Presidente llamando ministros de refuerzo de alta talla y reconocida trayectoria, en todo caso expertos destacados en los temas cruciales para este período crítico, trabajadores ojalá incondicionales con su causa, pero sobre todo listos para salvaguardar el interés nacional, para hacer un trabajo de recomposición estratégica que permita lograr los resultados que el país necesita en tan corto plazo. Desafío gigante para el Presidente y para cada cartera.

Quizás por eso decidió llamar a Benedetti. Ya advertimos aquí en esta tribuna que su sola presencia en la Casa de Nariño podía ser un síntoma de “nominación para la sucesión”.  Acaso una especie de cultivo. Una especie de “arrocito en bajo”, como se dice amorosamente en toda la costa para hablar de alguien que tiene por ahí un romance, o anda tras un negocio que viene en camino. Un hombre con semejante capacidad de intriga ¿asumirá la tarea que el Presidente no puede hacer frente al Congreso? ¿Es ese el plan?  No sé si a ustedes, pero a mí me viene a la mente esa imagen de Nicolás de Maquiavelo,[i] aquel calumniado personaje del Renacimiento italiano (S.XVI) que se acercó a príncipes y gobernantes para darles consejos acerca de lo que debían hacer para hacer frente a cualquier contingencia que pusiera en juego su permanencia en el poder y pudieran así asegurar sus feudos.

Nadie puede juzgar que haya mala intención en el hecho, pero si la cosa aquí está tan complicada como parece, bien se deja entendido que cualquier movimiento que se haga para salvar el Gobierno será bienvenido, así sea éste de la peor ignominia. ¿Entenderá el Presidente lo que está haciendo?  

Y sucedió lo inevitable, como ya lo sabemos, porque su sola presencia generó toda clase de reacciones entre los ministros del Gabinete. La protesta frente a un personaje de trayectoria tan cuestionable no es gratuita, sea ésta por su talante grosero y mal hablado, que resulta burdo en las altas esferas de Gobierno, o quizás por los antecedentes de enriquecimiento ilícito que le tienen “caminando suave” ante la Corte Suprema, o tal vez por las versiones oscuras de los dineros que inyectó en la campaña presidencial. De todo ello hay un poco en el ambiente, pero también saltaron a la vista los antecedentes de violencia de género que el país entero conoce, el más reciente en Roma siendo Embajador, y de los cuales no hay hasta ahora ningún efecto penal. Posiblemente la razón de fondo sea simplemente que despierta temor, porque nadie quiere tener de jefe un personaje como él. Y de parte de las mujeres del Gabinete, una señal inequívoca de rechazo a un personaje con tales antecedentes de violencia de género. Esto quedó claro en el televisado Consejo de Ministros que el país presenció con asco. Nadie, salvo el Presidente, se sentía cómodo con la presencia de Benedetti en esa mesa.

¿Y qué hace el Presidente? Lo defiende hasta el fondo, no sólo porque sabe que le será muy útil en esta etapa de intensa actividad política en el Congreso, conocidas sus capacidades de cabildeo e intriga, sino porque entiende que no lo puede dejar suelto por ahí, sabiendo lo que sabe en torno a los recursos oscuros que supuestamente ingresaron a la campaña presidencial.  Con la certeza de que no puede ser tocado, Benedetti tiene ahora el poder que desea para seguir adelante con su plan, dado el espacio que le ha abierto el Presidente Petro. ¿Cuál plan? No sería extraño que en sus noches más floridas se sueñe con ser Presidente. Él sabe de su capacidad para convocar las maquinarias electorales de todo el país; sabe con quién hay que hablar para conseguir recursos; sabe lo que hay que hacer para establecer alianzas políticas, y sabe de sobra lo que hay que hacer en tiempo de elecciones para asegurar los votos. Ya lo ha hecho antes y lo puede conseguir de nuevo, solo necesita acomodar adecuadamente las piezas. El Presidente sabe muy bien sobre todo eso y sabe que se trata de delitos graves, y sin embargo lo apoya, lo cual le coloca en una muy delicada posición de complicidad.

El problema aquí es que el país está siendo testigo de lo que “sucede en Palacio” sin que pueda hacer mayor cosa para defenderse. Una comerciante que trabaja a diario en una calle de Suba en Bogotá, a quien me encuentro con bastante frecuencia, ha dicho que “lo que hay allí es un culebrero, y todos se pusieron inquietos porque ha llegado la culebra mayor y ésta sí es capaz de morderles a todos las patas…”[ii]

Mientras el Presidente está distraído en sus visitas al exterior, dicen que para avanzar en negociaciones con nuevos centros de poder que le resten al país algo de la “perversa dependencia de los Estados Unidos”, o se encierra horas enteras en su cuenta de “X”, el país sigue cayendo en manos de los grupos armados y de la delincuencia organizada.  Al Catatumbo, sumido ya hace rato en una guerra declarada entre el ELN y las disidencias de las FARC, y al Cauca y parte de Nariño, sumidos también en guerra contra las disidencias de las FARC y la delincuencia del narcotráfico, les sigue ahora el Chocó, territorio que estaba en manos del Clan del Golfo y que ahora le disputa el ELN bajo el argumento de que la Armada Nacional “no hace nada para controlar el narcotráfico”. Todo esto sin contar con lo que ya se vive en Arauca desde hace décadas bajo la opresión del ELN, y en Antioquia, bajo la delincuencia del narcotráfico y la minería ilegal. 

¿Ese es el país que va a entregar el Presidente Petro?  Le gritan de todas partes que se ponga a trabajar antes que el país “vuele en pedazos”; que se concentre en la tarea para la cual fue elegido, es decir para gobernar; que no se haga propaganda inútil de lo que realmente no hace, porque nadie le cree, y se ponga a hacer lo que sí tiene que hacer, pero sobre todo que “pare la robadera”, porque se destapa cada día un nuevo escándalo que deja pálidos a los anteriores. ¿Cómo ha quedado el país esta semana luego que se ha conocido el gravísimo estado de corrupción en la DIAN por el nombramiento de congresistas y altos funcionarios en posiciones claves de la entidad, con una posible relación con las mafias del contrabando y el lavado de activos?  

El anuncio lo hizo el actual Ministro de Comercio exterior para dar a entender el grado de infiltración que puede estar afectando las estructuras del Estado, lo cual parece loable, aunque haya quedado totalmente descubierto y en el piso al Gobierno del Presidente Petro, cuya principalísima promesa, dentro de todas aquellas que hizo para ambientar su propuesta de “el cambio”, era ¡la lucha contra la corrupción! Ese propósito de primerísimo orden, de seguro la razón de ser de una gran mayoría de los Millones de votos que recibió, ese sí voló ya en pedazos.  

 

Arturo Moncaleano Archila

[i] Niccolò di Bernardo dei Machiavelli, (Nicolás Maquiavelo). Diplomático, filósofo, político y autor de “El Príncipe” (1539). Considerado el padre de la filosofía política moderna y de la ciencia política. ​ 

[ii] Testimonio conseguido en la calle. Suba – Bogotá D.C   Febrero 16 de 2025 (Se omite el nombre de la persona) Nota de Autor

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